El super-martes en la Macarena

El Fiscal

No debe ser un foro para incendiarios ni para los ajustes de cuentas, voten los macarenos en libertad y exprésense con el estilo propio de una hermandad que es marca de la ciudad y su Semana Santa

La Virgen de la Esperanza.
La Virgen de la Esperanza. / Juan Carlos Muñoz
El Fiscal

27 de julio 2025 - 04:00

No es una cita para ningún ajuste de cuentas. Es un cabildo extraordinario para dar cuentas donde hay que darlas. No es ninguna sesión para la vehemencia, el ajusticiamiento ni la acusación, sino para oír las explicaciones, cuestionar, criticar, discrepar y hasta lamentarse sin herir a nadie porque cada día está más claro que todo fue un incidente desgraciado y se van conociendo los motivos que provocaron una evidente guardia baja. No hay nada imperdonable ni nada que motive ninguna intervención marcada por la ferocidad. Háblese y explíquese todo en el marco del respeto. Indígnese el que lo necesite sin incurrir en los ámbitos personales. No hay asunto delicado, sino enfoque indebido. Un cabildo no debe ser nunca una fosa séptica, no es una red social, ni un foro para bronquistas. Si alguien cree que debió haber más dimisiones, puede defender esa posición, pero con el tono debido. Se puede decir todo, pero no se debe embestir nunca. No se trata de la junta general de accionistas de un club de fútbol en caída libre en la clasificación, ni de las horas posteriores al crimen de Puerto Urraco. Seamos serios, responsables, mesurados y modélicos porque la Hermandad de la Macarena es una de esas marcas no ya de la Semana Santa, sino de la ciudad de Sevilla. No hagamos mayor el incidente, no avivemos los rescoldos, ni por supuesto provoquemos un circo. Que hablen los expertos que están autorizados a intervenir en el cabildo. Que explique el hermano mayor el contrato firmado con el restaurador, los detalles de aquella noche desgraciada, la penosa reacción al resultado y los días posteriores. El que desee votar en contra de la intervención de Manzano está en su absoluto derecho de hacerlo.

Pero no hay duda de que el asunto está encauzado, las circunstancias en las que ha vivido el hermano mayor en los últimos meses han quedado evidenciadas por desgracia, se han producido varias dimisiones y, quizás lo más importante, hay tiempo de dejar las cosas arregladas con la mayor solvencia. Habrá comité de seguimiento con expertos de reconocido prestigio y un plazo prudente para que todo se restituya a su estado original. Nadie nunca ha tenido mala fe, ninguno de los oficiales de la junta de gobierno. Conviene repetirlo. Los apenados, molestos e indignados tienen sus cauces para expresarse. Los incendiarios deben abstenerse. Porque la hermandad es una familia que debe estar unida, sobe todo a las duras. La vida es una mañana en la que se recibe la Rosa de Oro, una Madrugada de gloria, un sábado por en el que el mundo se nos viene abajo en un camarín de plata y una tarde de cabildo de julio donde solo debe haber señores con un comportamiento de señores y con la altura de mira de señores. Cada uno ya lleva su cruz, no pongamos cadenas en los pies. Como exclamó el pregonero Caro Romero: "¡Paz en el atrio!".

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