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Pespuntes electorales
  • Pedro Sánchez regresa a Sevilla, donde nadie ha visto sonreír a José Luis Sanz ni a Juan Espadas ser breve

La factoría Moncloa se hace con toda la agenda

Antonio Muñoz con vecinos y vecinas de Bellavista Antonio Muñoz con vecinos y vecinas de Bellavista

Antonio Muñoz con vecinos y vecinas de Bellavista / Ayuntamiento de Sevilla

Matalascañas es como el condado de Treviño, un enclave sevillano en la playa, aunque pertenezca a Almonte. Como los Boliches de Fuengirola, donde respiran los cordobeses cuando en las Tendillas hierven los peroles sin necesidad de fuego. La factoría de Moncloa no se va a detener hasta el 28 de mayo, maquina propuestas semanales para marcar la agenda política del país y ahora le ha tocado el turno a la sequía. Antes fue la vivienda pública y el interrail, es casi lo mismo, lo sustancial de esta estrategia es que se hable de ello. Pedro Sánchez convoca consejos extraordinarios de ministros, se reúne con Joe Biden en la Casa Blanca y en, ese contexto, Núñez Feijóo vive reducido a criticar lo que hace el Gobierno y pierde la capacidad de iniciativa, que es la antesala de quedarse fuera de juego.

Pedro anduvo muchos meses así, acuartelado entre Cataluña y las Podemos, pero ahora toca todos los palos: aprueba las obras para llevar agua a Matalascañas y desengancharla del acuífero de Doñana y asume las desaladoras de Almería y de Málaga. Sea creíble o no, acertado o no, el Gobierno pone su firma en la introducción de cada día. Hasta el 28 de mayo. Mucho mejor que contar cuántos violadores se beneficiaron de la ley que sudó pantanos para reformar. 

Hace cuatro años le preguntaron a Juanma Moreno qué le preocupaba, y respondió: la sequía. No es ajeno a ello. El presidente de la Junta cree que la falta de agua y, por ende, la necesidad de infraestructuras hídricas es una bandera para ganarse el campo, además de un escudo protector contra el lío que ha montado con Doñana, pero Pedro Sánchez, bien asesorado por ello por Luis Planas, el ministro de Agricultura, también era consciente de ello. Sánchez está el sábado el Sevilla, y hablará de agua, la recuperación del líder socialista se ha puesto en marcha. Algo así deben opinar en el PP más allá de las encuestas de José Félix Tezanos, porque cuando los populares sacan el comodín de ETA es que les está fallando el resto de la estrategia. Elías Bendodo, que dirige la campaña del PP, sabe buscar los tobillos.

Juanma Moreno es la única persona que puede salvar a José Luis Sanz, el candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla. Tan serio como el Viti, Sanz sufre cuando sonríe y mira que se esfuerza, pero no hay modo, los músculos no le responden y Juanma lo pasea por los barrios de Sevilla para que la gente se acerque y le haga fotos. José Luis no es mal político, fue un extraordinario alcalde de Tomares, donde se puede comer en el suelo de lo limpio que ésta, aunque es verdad que este municipio del Aljarafe es de los que tiene mayor renta de Andalucía. Sobre él pesa que el nuevo PP andaluz no lo quería, terminó por aceptarlo como candidato, pero nunca oirán a Juanma Moreno hablar mal del alcalde socialista, Antonio Muñoz. Ni a Muñoz de Juanma, se caen bien y se les nota.

Antonio Muñoz, a quien José Félix Tezanos, le augura una victoria, no es un caso tan especial, es un dirigente recién llegado que vive una Luna de miel con su electorado, como de la que ha disfrutado Juanma Moreno. La opinión pública española es muy generosa, no juzga a los políticos en su primer mandato, les concede tiempo, lo comprende, y Muñoz ha aprovechado los escasos meses que lleva la Alcaldía para no asustar a nadie en una ciudad muy asustadiza. De la Alameda a la procesión del Corpus . 

Juan Espadas, ex alcalde de Sevilla, debe llorar de vez en cuando al recordar el Ayuntamiento que, de modo voluntario, cedió a Muñoz, lo suyo es una empresa terrible, pero nadie lo cuestiona. De momento. Pedro Sánchez está encantado con Espadas desde que éste decidió no apoyar la extensión de regadíos de Doñana, desde que rompió con una postura confusa que nadie comprendía por mucho que lo explicase, Juan es especialista en eso, en hablar sin la atención del público, sus acompañantes socialistas en las ruedas de prensa aprovechan la plática para practicar mindfulness.

La batalla sevillana no es sólo de Sanz y Muñoz, como en otras ciudades lo sustancial también se dirime en los extremos, en la relación de concejales que mantenga Vox con las izquierdas unidas, no son dos, sino cuatro. Sí, cuatro, porque el quinto, Ciudadanos, ha dejado de existir.

  

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