Carme Chaparro | Periodista

"Gritamos, pero no pensamos"

La periodista Carme Chaparro.

La periodista Carme Chaparro. / Jotxo Cáceres_Groupon

La periodista Carme Chaparro (Salamanca, 1973) completa la trilogía de la inspectora Ana Arén con la novela negra No decepciones a tu padre (Espasa). Habitual de las pantallas de Mediaset, confiesa que todavía se emociona "mucho" cuando pasa por una librería y ve que hay una de sus obras en ella: "Me encanta y me da mucha vergüenza preguntar". Su devoción por la escritura nace de ser una lectora voraz desde pequeña. "Me he leído los ingredientes de la mayonesa y hasta las instrucciones de los botes que venían en ruso", relata la presentadora.

–Acláreme una cosa, ¿es salmantina o catalana?

–Nací en Salamanca como por accidente y me he criado toda la vida en Barcelona. Bueno, Barcelona, Valencia, Alicante... por el trabajo de mi padre. Pero sí, el DNI pone Salamanca.

–Con No decepciones a tu padre recupera la novela negra como mirada crítica de la sociedad. ¿Nos gusta que nos digan quiénes somos en realidad?

–Debería gustarnos. Sin mirarnos al espejo, sin saber quiénes somos ni cómo nos ven los demás nunca podremos ser mejores. La persona que no acepta la mirada de los demás nunca avanzará. El cerebro es redondo para que los pensamientos puedan cambiar de dirección.

–¿Nos gusta más la realidad de Instagram?

–Al final el algoritmo te conoce y te muestra las noticias y define el mundo como tú lo vives. Sólo te va a mostrar ese mundo y cada vez crees más que es el real. Y ése es el gran problema.

–¿Hacemos la vista gorda con el mundo de la prostitución y la trata, uno de los eje de su novela?

–España es el tercer país del mundo con más turismo sexual. Es tremendo. Y vemos sólo una pequeña parte: los anuncios, las chicas, los pisos... Pero todo lo que hay detrás hasta que una de esas mujeres, muchas veces niñas, llega hasta que un hombre le pone precio y paga por ella es una tragedia.

–Usted lo describe.

–He escuchado tantos testimonios de mujeres que se han derrumbado contando su historia que al menos he querido hacerles un homenaje contando la historia de alguna de las chicas en las tramas de la novela.

–Una frase su libro: "Hay que convertirlas en animales mansos".

–Tendemos a pensar que las mujeres que acaban en las redes de prostitución, yo no las llamo prostitutas, sino mujeres prostituidas, son diferentes que cualquiera de nosotras. Y no, podríamos ser nosotras perfectamente.

–¿Llega tarde el compromiso del PSOE por abolir la prostitución?

–Es que... ¿Cómo acabas con algo si sigue habiendo clientes?

–[Silencio largo] Ya.

–Aunque ilegalices la prostitución, que aquí en España ahora mismo está en un limbo, van a seguir traficando con mujeres. El problema es que hay demanda. Y hasta que no acabemos con eso, que es la base, no vamos a acabar con la prostitución.

–En su novela hay una violación en grupo. ¿Vivimos en una sociedad enferma?

–Vivimos en una sociedad llena de personas maravillosas. Todo el mundo puede dar un grito al volante, enfadarse y perder los nervios en la cola del supermercado... Pero no creo que la sociedad esté enferma. Sí que la enfermedad se ve más. Las tecnologías han hecho aflorar todo eso que antes quedaba oculto.

–Sí, es verdad.

"Tendemos a pensar que las mujeres que acaban en las redes de prostitución son distintas a nosotras"

–En las violaciones grupales hay algo que va más allá y que tiene que ver con el acceso muy temprano al porno. Si no damos una educación sexual a nuestros hijos, van a seguir sucediendo estos casos. Son los vídeos más vistos en España. Al final, un violador no lo hace por placer, viola por dominación.

–¿El porno puede ser respetuoso con la mujer?

–El que se ve no. Preguntas a chicas jóvenes y creen que tienen que dejarse hacer. Y también muchos chicos creen que tienen que durar tanto o le tiene que medir tanto... Y por eso van a las consultas de los médicos a pedir viagra. Esos chicos y chicas viven en una frustración constante.

–¿Por qué es necesaria la lucha feminista?

–No puedo entender a una persona que esté en contra de que todos tengamos las mismas oportunidades. El feminismo es que todos tenemos derecho a las mismas oportunidades. Así lo dice la ley.

–¿Quién puede estar en contra de eso?

–Como sociedad, deberíamos garantizar que todos nuestros hijos se eduquen con las mismas oportunidades y luego cada uno verá si las aprovecha o no. En el feminismo es igual. Tenemos que hacer la mejor sociedad posible. ¿Cómo puede alguien estar en contra de eso? Pues están. Y tergiversan el mensaje, lo retuercen, engañan...

–¿Le afectó que la llamaran feminazi en redes?

–La gente vive en sus trincheras y sólo recibe inputs que ratifican su pensamiento. Hay gente que te insulta y te ataca, pero aprendes a no hacer caso. Puede ser peligroso porque tenemos a políticos ahí lanzando a sus hordas, sus mensajes, insultando y poniendo en la diana a personas públicas.

–Hay una polarización constante de todo.

–Claro, ése es el problema. Gritamos, pero no pensamos. Vamos a pensar. Hay cosas sociales básicas que son indiscutibles. Los derechos humanos son indiscutibles, la igualdad es indiscutible, pero a partir de ahí podemos hablar y argumentar. El problema es que esa base que todos dábamos por descontada, que la sociedad se construye a partir de este suelo, hay gente que te dice que no. Retuercen y mienten para que la gente que vive en la burbuja de su pensamiento crezca y se lo crea todavía más.

–¿Gana el espectáculo a la información?

–Como espectador tienes que saber qué estás viendo, igual que tienes que saber qué estás comiendo. Por eso hace falta que la gente piense, no que la gente grite, porque nos enfadamos muy rápido, pero muchas veces no sabemos ni por qué estamos enfadados.

–¿Cuántos problemas se resuelven con más cultura?

–Casi todos. Decía el poeta Joan Margarit: "La libertad es una librería". Y es verdad. Leer nos hace libres y entender a los demás. Nos falta eso. Y cultura también es viajar y conocer a otras sociedades y otras personas. No hay nada que abra más la mente que montarte en un transporte público de cualquier país e ir a un mercado, por ejemplo.

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