"La veracidad es como el honor, una vez que la pierdes ya es complicado recuperarla"
Guillermo Alonso, guardia civil
El portavoz de la Guardia Civil durante décadas en Sevilla y en los grupos especiales contra el narcotráfico pasa a la reserva tras 38 años en la institución
Repasa su carrera y sus anécdotas tanto con guardias civiles como con periodistas
-Pasa a la reserva tras 38 años en la Guardia Civil, ¿cómo afronta esta etapa?
-Bien, con ilusión. Ahora estaré en el Instituto de las Fuerzas Armadas (IFAS) atendiendo con la mayor dedicación y cariño a las personas que allí acudan.
-¿Cómo define su carrera en la Guardia Civil?
-Pues como todo en la vida, con altas y con bajas. Entré muy joven y luego fui madurando. Tuve la suerte de llegar muy joven destinado a Sevilla, cuando se creó el GRS (Grupo de Reserva y Seguridad). Llegué con veintipocos años. Eso influyó mucho a la hora de decidir una serie de cosas, como no ascender. Conocí a mi mujer, me establecí aquí. Ascender suponía un cambio de destino y lo primordial es la familia.
-¿Y cómo llegó a la oficina de comunicación, si usted no es periodista?
-Aquello surgió gracias a Rafael Pérez, que sí es periodista y estaba buscando a alguien para trabajar con él. Yo estaba terminando mi carrera de Historia del Arte. Él buscaba un perfil universitario que yo tenía. Formamos un buen equipo, Rafael Pérez y yo, bajo el mando del teniente coronel Roldán, ya fallecido. Fueron unos años dorados. Trabajamos muchísimo, pero fueron unos años muy buenos. Aprendí muchísimo.
-Cuénteme algo de lo que aprendió.
-Rafael Pérez me dijo dos cosas que siempre he llevado a gala. Una de ellas es que el periodista no es tu enemigo. La otra que nunca mintiera. Siempre di la verdad. Si no puedes decir algo no lo digas, pero no digas una mentira. La veracidad es como el honor, una vez que la pierdes ya es complicado recuperarla.
-Abrir una oficina de comunicación debió costar bastante en un cuerpo que venía con una mentalidad mucho más cerrada, ¿no?
-Yo venía del Servicio de Información, que era todavía más reservado. Y entonces en la Academia nos enseñaban una frase que decía "el buen paño en arca cerrada se vende". Esa era la mentalidad que había en la Guardia Civil de siempre. Y a finales de los noventa empezamos a trabajar con otro concepto, mucho más de apertura. A veces ni nuestros propios compañeros se fiaban de nosotros, pues tenían esa mentalidad de la que yo partía. Conseguimos en Sevilla cambiar la mentalidad de todo el mundo, incluso de los jefes, que eran muy reacios.
-Casi peor que la tropa, ¿no?
-Un general que estuvo aquí nos dijo que nos corregiría si se le acercaba un periodista en un acto. Imagínese. Luchar contra eso era difícil. Se consiguió, pero con mucha perseverancia, insistencia y esfuerzo.
-¿Cómo era el día a día?
-Mi misión era hacer ver el trabajo de los guardias civiles, pero no sólo en las grandes operaciones. Eso es relativamente fácil. Lo difícil era publicar una investigación de unos robos en el campo que había hecho un compañero de un puesto perdido de la sierra, o donde fuera, que a lo mejor llevaba varios meses detrás del tema. También nos interesaba mucho vender los servicios humanitarios de la Guardia Civil, como benemérita que es. Son los que más me han impactado. Recuerdo por ejemplo uno de tres compañeros de Tráfico que atendieron un parto.
-También habría momentos difíciles, supongo.
-Claro que los hubo. Recuerdo que una vez nos llamaron del Ministerio de Agricultura por una nota de prensa, que no querían que saliera. Y eso teníamos que torearlo.
-Dejó la oficina unos años para volver por todo lo alto en los últimos años de su carrera, de la mano del grupo especial contra el narcotráfico, ¿cómo fue eso?
-Yo había dejado Prensa unos años antes, un poco cansado del trabajo. Pero cuando el Ministerio del Interior puso en marcha el plan de lucha contra el narcotráfico, el general Contreras me llamó a su despacho y me dijo que quería contar conmigo. Me explicó lo que era el plan Carteia, que se iban a crear un grupo operativo y otro de inteligencia, y que el GAR (Grupo de Acción Rápida) también formaría parte. Necesitaban a alguien que comunicara ese esfuerzo tan grande que hacía la Guardia Civil, que había que darlo a conocer, porque la seguridad es subjetiva y esa sensación de intranquilidad que había, acababa de ser había que revertirla. Acababa de ocurrir el asalto al hospital de La Línea, de donde se habían llevado a un detenido. Han sido cinco años maravillosos en los que he podido ver los grandes profesionales que tiene la Guardia Civil en muchos ámbitos.
-No todo el mundo valdría para ser la cara visible en operaciones contra gente peligrosa, ¿no cree?
-Yo no me alojaba en el Campo de Gibraltar porque la gente allí te conoce. Yo salía de Sevilla a las dos o las tres de la mañana cada vez que había una operación. Y ni mi mujer ni mis hijos sabían adónde iba. No porque no me fíe de ellos, ni mucho menos, pero cualquier comentario sin mala intención puede echar abajo una operación.
-Ahora que habla de sus hijos, recuerdo haber hablado alguna vez con ellos cuando usted no podía atender el teléfono.
-Es curioso cómo han vivido ellos este asunto. Yo por las tardes me quedaba con el teléfono en casa y atendía a mis hijos porque mi mujer trabajaba. Si sucedía algo, no paraba de sonar el teléfono, claro. A veces he atendido a la prensa con los tres niños metidos en la bañera. Mi hija mayor, ya con unos diez años o así, cogía el teléfono y respondía ella dando la información. 'Mi padre está ocupado, pero si llamas por el accidente, ha sido en tal sitio y ha habido un fallecido y dos heridos', decía. Me lo había escuchado ya diez o doce veces antes y lo repetía como un papagayo.
-Y con los periodistas, ¿cómo ha sido el trato?
-Usted mejor que nadie sabe que he hecho grandes amigos. Cuento los problemas que he tenido con periodistas con los dedos de una mano, y todas las veces ha sido porque han faltado a la confianza que se había depositado en ellos. No es ya por mí, sino por la institución a la que represento. Pero eso ha sido en muy contadas ocasiones. He recibido mucho cariño de periodistas estos días. Muchos me han dicho que les he hecho más fácil el trabajo.
-¿Cómo ve el futuro de la Guardia Civil?
-Ahora mismo estamos atravesando una situación delicada, pero saldremos de ésta. La Guardia Civil tiene muchos años de historia y grandes profesionales de los que me sigo sorprendiendo, gente muy buena que intenta hacer su trabajo todos los días lo mejor posible.
El licenciado en Historia del Arte que "vende verde"
Nacido en Sevilla en 1967, es el tercero de cinco hermanos. Mal estudiante, decidió entrar en la Guardia Civil, en la que hizo el servicio militar en 1985. Estuvo entonces en Navarra y en el aeropuerto de Sevilla. Posteriormente hizo el ingreso en el cuerpo y su primer destino fue Mallorca, donde estuvo dos años. Surgió la oportunidad de regresar a Sevilla con la creación del GRS, los antidisturbios de la Guardia Civil, en junio de 1989. Fue de los primeros que ingresó en la nueva unidad. En 1991 conoció a su mujer, María, y empezó a estudiar Historia del Arte, en la que se licenció más tarde. Estuvo de paisano en la Expo 92 porque tenía hecho el curso de escolta. Después pasó al Servicio de Información, donde estuvo hasta 1998 cuando forma la Oficina de Comunicación, en la que permaneció hasta 2013. Tras una pausa de cinco años, regresó a Prensa. Está casado y tiene tres hijos: María, Guillermo y Reyes. Ahora está finalizando un curso de dirección de seguridad privada. Para referirse a su trabajo de comunicación modifica el viejo chiste de cómo se dice la Guardia Civil en holandés. "En vez de Van de Verde, yo puedo decir que vendo verde".
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