La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Patricia Eguidazu | Experta en moda y comunicación
Patricia Eguidazu (Madrid, 1985) se graduó en Administración y Dirección de Empresas y es máster en Gestión y Comunicación de Empresas de Moda. Con una trayectoria de 20 años en la industria de la moda, lanzó el exitoso método Triziazu, dedicado a enseñar a mujeres reales a vestir y a comprar de forma racional gracias a la gestión de sus emociones. Es la autora de El día que dejé de comprar ropa (Destino).
–¿Piensa el ‘fast fashion’ en las mujeres reales?
–No. En general, el fast fashion no piensa en ninguna mujer en concreto, ni siquiera en las que tienen cuerpos perfectos según los estereotipos. El fast fashion tiene otro objetivo, que es producir cantidad, determinada variedad muy pegada a las tendencias en unos tallajes muy concretos. Van a los beneficios.
–¿Qué nos diferencia a hombres y mujeres a la hora de comprar ropa?
–El componente emocional. Nosotras compramos muchas veces por ansiedad y porque no nos gustamos. Los hombres también compran por ansiedad, pero adquieren otro tipo de objetos.
–¿Cuánto influyen la televisión y el cine?
–Influye más que la compra impulsiva de ropa está socialmente aceptada y es una adicción como cualquier otra. Ése es el problema: no decimos en voz alta que somos ludópatas o adictos a las drogas o al alcohol porque creemos que es un síntoma de debilidad y, sin embargo, reconocemos riéndonos que somos adictos a las compras. La gente no entiende de las personas que dicen eso que hay un problema con la ansiedad incontrolada o con no conocerse a sí mismo; al revés, parece un símbolo de poder adquisitivo y social.
–¿Han intensificado las redes sociales la presión sobre las mujeres en torno a la moda?
–Sí. Es más constante y directo. El problema es que nos hemos creído que las influencers son mujeres como nosotras. Ser como Naomi Campbell era algo inalcanzable. Pero de repente aparecen las redes sociales con mujeres reales con vidas, en sus inicios, más parecidas a las nuestras, asociamos nuestro perfil al suyo y pensamos que si ellas lo tienen nosotras también podemos. Ahí está el error.
–Asegura que “el problema no está en nuestros cuerpos, sino en los patrones mal hechos de las marcas”. ¿Son éstas culpables de la frustración que provocan los probadores?
–Los culpables, en su origen, somos nosotras, que hemos dejado de exigirle a las marcas. Le hemos dado la hegemonía y, automáticamente, tienen el poder: ellas hacen las cosas bien y yo soy la defectuosa.
–Creó el método Triziazu. ¿En qué consiste?
–Es un método para aprender a conocerte a ti misma para comprar prendas que vayas a utilizar y llegar a un proceso de sostenibilidad emocional. Lo primero que tienes que hacer es entender cómo es tu cuerpo, aprender a combinar las prendas por colores y tejidos para que sean lo más versátiles posibles y analizar tus circunstancias para saber el tipo de prendas que necesitas. Con todo eso, acabas estableciendo un tipo de barrera a cada prenda que te apetece comprar.
Las marcas se inventan conceptos de márketing. Los básicos no son genéricos, cada mujer tiene unos”
–¿Ser más sostenible implica gastar más en una prenda?
–Para nada. Ser más sostenible implica pensar más si necesito de verdad esa prenda aplicando filtros antes de adquirirla.
–¿Qué tres pregundas recomienda hacerse antes de comprar?
–¿Tiene un patrón que vaya con mi cuerpo? ¿Con qué otras prendas de mi armario combina? ¿Qué composición tiene?
–¿Falta pensamiento crítico en el mundo de la moda?
–Sí, claro. Infinito. Hace falta que la consumidora recupere el poder. Eso se hace tomando las riendas, sabiendo decir que no, empezando a cuestionar lo que hacen las marcas, sus calidades, los márgenes para rebajar el 50% y que siga siendo rentable...
–La moda se ha inundado de conceptos como “prendas básicas” y “armario cápsula”. ¿Qué opina de ellos? ¿Y de las guías para vestir en función de la edad?
–Las marcas hacen la ropa tan mal que no pueden hablar del centro de su actividad profesional. ¿Qué hacen? Inventarse conceptos de márketing. Los básicos no son genéricos, son inherentes a cada persona, cada mujer tiene unos básicos en función de su vida, de su cuerpo... Igual, el armario cápsula, ¿por qué alguien dice qué tienes que tener? No tiene ningún sentido. Y lo de las guías de vestir es clickbait puro. Con la prensa de moda y las marcas pasa un poco lo mismo, y es que la inclusión se nos olvida cuando se trata de conseguir nuestros objetivos.
–Se refieren a usted como el ‘azote de Zara’. ¿Está de acuerdo?
–No, no... Eso es como lo del cepillito, que no lavo los vaqueros (risas). Mi generación es la de Zara e Inditex. Crecí comprando en Zara, pero hace años que no lo hago. No me gusta cómo hace las cosas Inditex. Y no quiere decir que gaste más. Pero hacer las cosas bien no es fácil. La moda es un tema práctico; quien lo use como diversión, que lea o vea una serie.
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