Henar Álvarez | Guionista y cómica

"El mundo también es nuestro, no sólo las cocinas"

Henar Álvarez.

Henar Álvarez. / M. G.

Henar Álvarez (Madrid, 1984) es una de las humoristas más reconocidas del momento. Su trayectoria está marcada por la lucha por la igualdad. En la actualidad, trabaja en el programa de la Cadena Ser Buenismo bueno y acaba de publicar La mala leche (Planeta), un cómic autobiográfico junto a la ilustradora Ana Müshell, en el que cuenta cómo una mujer se enfrenta a sus deseos más íntimos después de ser madre. "El humor es humor, me da igual quién lo haga. Sí que siento que cuando es la mujer la que hace humor se le empiezan a poner de etiquetas. Es humor y ya está", explica.

–Es guionista, presentadora de programas de radio y cómica. ¿Por qué la expresión “ser una payasa” es peyorativa?

–También me lo pregunto, porque a mí no hay nada que me guste más que hacer reír a la gente, se divierta y se entretenga. Es verdad que no entiendo muy bien por qué es peyorativo.

–¡Qué bonito es hacer reír y más en estos tiempos tan difíciles!

–Desde luego que sí. Son tiempos en los que la comedia viene bastante bien.

–"Faraona del drama", así se define en las redes sociales. En España hubo una Faraona, Lola Flores.

–Ella era la Faraona a solas, me encanta, soy muy fan. Pero lo mío viene porque siempre hablamos de las drama queens, las reinas del drama. De hecho, mucha de la comedia que hago parte de contar algunos de los dramas de la vida o de hacer de pequeñas cosas un mundo. Suelo decir que en España somos como una gran estirpe de faraones del drama.

–Publica La mala leche, que es una novela gráfica.

–Me gusta decirle cómic.

–Un gran trabajo de ilustración. ¿Quién ha tenido más mérito?

–Es un trabajo conjunto. He hecho el guión, he creado los personajes y la historia y luego Ana Müshel lo ha ilustrado. Ha hecho un trabajo maravilloso.

–¿Quién duda del deseo femenino tras la maternidad, el hilo de su trabajo?

–A esto le he dado muchas vueltas. Me acuerdo de que no hace mucho Soraya, la cantante, acababa de tener un bebé y subió a las redes sociales una foto de que se había ido a cenar con su marido y había dejado al niño con sus abuelos para que ellos pudieran tomarse un día de descanso.

–¿Sí?

–Pues recibió un chorreo... Además, sólo ella, no el marido: que era una mala madre, que cómo podía haber dejado a un bebé tan pequeño, que si quería tomarse descansos que no hubiera tenido ningún hijo... Me pareció una reacción completamente desorbitada.

–¡Vaya!

–¿En qué momento una persona que ha pasado nueve meses por un embarazo, por un parto, un posparto y no sé si lactancia no puede decidir un día ir a tomarse algo? Cuando has tenido un hijo sigues siendo una mujer, una persona con objetivos y con metas propias. No todo en tu vida es cuidar de tu descendencia.

–También le digo que en España somos muy de meternos en la vida de los demás.

–No sé si eso ocurre sólo en España o en el resto de mundo. Sí que es verdad que nos gusta opinar. Pero está muy arraigado aún que las mujeres somos las que tenemos que cuidar y educar y si no, somos unas egoístas. ¿Ellos no tienen absolutamente nada que ver?

–¿Por qué intimidan las mujeres que saben lo que quieren?

–Habría que preguntárselo a los que se sienten intimidados. A mí me encantan, me fascinan las mujeres que saben lo que quieren.

–Emilia Pardo Bazán ya era una avanzada hace dos siglos. Hemos podido comprobarlo en sus cartas a Benito Pérez Galdós.

–Me gusta mucho Emilia Pardo Bazán. Ha habido mucha polémica porque ella no tenía muy buena fama. Usted lo ha dicho de forma elegante, pero le decían otras cosas. Ahora se ha descubierto que las cartas que Galdós le mandaba a ella un señor las encontró y las escondió. Era para salvaguardar la imagen de él. La guarra era ella, pero él no había hecho nada. A la mujer había que exponerla y señalarla. Afortunadamente esto fue hace muchos años. Creo que hemos avanzado un poco, aunque no sé si demasiado.

"Es racismo pensar que en el reguetón hay más machismo que en el pop; no veo ninguna diferencia"

–Hace años usted tuvo que dejar el arbitraje.

–Sentía que me estaban obligando a dejarlo de alguna manera.

–¿Por qué?

–Era árbitra de fútbol sala. Cuando llegaba al campo y en cuanto me veían acercarme y pedía a los entrenadores las tarjetas, resoplaban. Y era nada más llegar. Siempre me preguntaban si era yo la árbitro. Y yo respondía: “Sí, sí, soy yo la árbitra”. Ya había mal ambiente, que con los árbitros ya de por sí es normal. Pero en mi caso empezaba los partidos con tres losas de más.

–Parece que eso está cambiado.

–Espero que sí. Se ha hecho un trabajo bastante importante de concienciar de que las mujeres somos la mitad de la población y que tenemos que estar en todos los estratos de la sociedad, obviamente. El mundo también es nuestro, no sólo las cocinas. Esta idea está calando y se alienta y se celebra que hay mujeres en todas las profesiones.

–¿Las jóvenes de hoy no reciben inputs negativos con el reguetón?

–No veo ninguna diferencia entre las canciones del reguetón y del pop. Es racismo pensar que hay más machismo en el reguetón que en el pop. Me hace gracia porque hay mucha gente que te habla de esto, pero si luego le dices: "Jo, las canciones de Sabina...". De repente ya eres un ofendidito. Entonces ya el machismo no importa.

–¿El sexo no es más explícito?

–Pero una cosa es la sexualidad y otra es la manera de tratar a las mujeres. En el pop español hay cosas terribles. ¿Y por qué eso no importa? No entiendo por qué se pone el foco en el reguetón. En general, toda la cultura que se hace ha estado hecha desde un punto de vista masculino. Que sólo nos fijemos en el reguetón, implica racismo, porque sólo nos fijamos en las letras que viene de Sudamérica.

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