Pablo Gutiérrez | Jurista: "Gaza puede estar siendo la tumba del derecho internacional"

El profesor de Historia del Derecho Pablo Gutiérrez Vega. / Juan Carlos Muñoz

Pablo Gutiérrez Vera (Avilés, 1971) es profesor de Historia del Derecho en la Hispalense y preside la Clínica de Derechos Humanos de Sevilla, una asociación que trabaja en la defensa de la justicia de los olvidados. Además de estudiar los derechos indígenas, lleva meses peleando la concesión del estatus de refugiado a una familia de Gaza.

Pregunta.–¿Del estudio de la historia del Derecho cabe concluir que el humano ha evolucionado?

Respuesta.–Hemos hecho progresos inimaginables desde la Revolución Francesa hasta hoy en materia del respeto a la dignidad humana.

P.–¿Somos mejores que hace mil años?

R.–Que la abolición de la esclavitud esté recogida en un cuerpo de derechos humanos universales es una mejoría inconmensurable aunque, claro, sería ingenuo concluir que la existencia de normas internacionales implique el cumplimiento.

P.–¿Calificaría de involución lo que está ocurriendo en Gaza?

R.–Gaza puede estar siendo la tumba del derecho internacional público. El desafío a las más elementales pautas de humanidad está quedando al descubierto impunemente y con un nivel de exhibicionismo repugnante. Yo invitaría a una reflexión sobre las atrocidades que nuestra generación tendrá que contar a sus hijos y sus nietos.

P.–¿Se une a la creciente corriente de opinión de que el Gobierno de Israel está cometiendo un genocidio?

R.–La operación militar que lleva a cabo el Estado de Israel para responder a los actos terroristas de Hamas, que fueron condenables y perseguibles, la califico con todas las consecuencias como un genocidio y una limpieza étnica, sumándome a la opinión de la Corte Internacional de Justicia.

P.–Se ven imágenes de familias y niños que evocan a tiempos de ignominia no tan lejanos.

R.–Creo que se han dado pasos para intentar evitarlo, pero el nivel de atrocidad y brutalidad frente a la población civil, no frente a los combatientes, es de una magnitud tal que vamos a tardar mucho en olvidarlo. Confío en que vivamos lo suficiente para poder llevar a sus responsables ante la justicia.

P.–¿Cree que hay una cierta atonía generalizada? Una amiga me dijo que ahora está comprendiendo cómo fue el silencio cómplice de la sociedad alemana durante el Holocausto nazi.

R.–Es una metáfora de lo que está ocurriendo. Más allá de lo que comenten las familias durante el almuerzo, la atonía social es insultante. Creo que hay universidades en España y Estados Unidos que han dado un ejemplo de cómo ejercer el derecho a la protesta frente a este acto de brutalidad extrema. Pero la opinión pública no está reaccionando frente a lo que los juristas coincidimos en que encaja perfectamente con la definición de genocidio de Raphael Lemkin.

P.–¿A qué atribuye esa atonía?

R.–Creo que tiene que ver con que la sociedad es individualista, apegada a intereses personales, y que sacrificar tu reputación sale demasiado caro.

P.–¿Qué puede aprender del derecho indígena el resto de las tradiciones jurídicas?

R.–Suelo decir que no sé nada de derecho indígena como tampoco del derecho polaco o eslovaco, pero tengo una cierta experiencia de ver cómo esas comunidades resuelven sus controversias. ¿Las resuelven? Si las resuelven, ¿lo hacen de un modo satisfactorio? ¿Baja el índice de conflictividad social? ¿Las personas quedan satisfechas por la reparación de un ilícito del que han sido víctimas? Hagámonos esas preguntas, igual nos llevamos alguna sorpresa.

P.–¿A qué se refiere?

R.–A que quizá tenemos mucho que aprender de sistemas que nos parecen atávicos pero que son eficaces, eficaces en el sentido de que la comunidad acabe mejor cohesionada y que la paz social quede garantizada.

P.–¿Pero a qué precio?

R.–Alguien como yo, que se ocupa de los derechos humanos, diría que no. Los pueblos indígenas también están sometidos a los derechos humanos. Y rara vez he visto cruzar esa línea roja en las comunidades indígenas, muy rara vez comparado con otras comunidades de otras latitudes.

P.–¿Como cuáles?

R.–Cuando voy a una comisaría en Bulgaria o a un puesto fronterizo en Turquía, que son casos que conozco, lo normal es que todos los días se cruce la línea roja de los derechos humanos.

P.–¿Qué le diría a quienes apuntan a las prácticas machistas o a los castigos físicos de las comunidades indígenas?

R.–Es innegable el patriarcalismo de ciertos sistemas jurídicos indígenas aunque cabría preguntarse que comparado con cuál. Porque quizá el derecho quichua acabe siendo menos patriarcalista que el derecho ecuatoriano.

P.–¿Y el castigo físico?

R.–En el área andina son habituales los latigazos con ortigas o los baños de agua fría. Si nos quedamos en el cliché de los latigazos podemos olvidar los corredores de la muerte en Louisiana.

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