“Si un autor no tiene una opinión que transmitir, no tiene de qué escribir”
Arnaldur Indridason | Escritor
Arnaldur Indridason (Reikiavik, 1961) se licenció en Historia y comenzó su carrera como periodista y crítico de cine antes de dedicarse a la escritura. Creador del célebre inspector Erlendur, con La mujer de verde obtuvo el Gold Dagger, que lo consagró como un referente de la narrativa negra europea. Ha vendido más de 20 millones de ejemplares de sus novelas. La última publicada en España es El rey y el relojero (RBA).
–‘El rey y el relojero’ narra la historia de amistad entre ambos. ¿Cómo surge esta historia?
–Hace muchos años leí sobre un relojero que había reparado un famoso reloj creado por Isaac Habrecht en Copenhague. Años más tarde me enteré de que el padre de ese relojero fue ejecutado por orden del rey. Entonces investigué este viejo caso y surgió la idea de reunir al relojero, hijo del hombre ejecutado, con el rey, hijo del hombre que firmó la sentencia de muerte, y hacer que la reparación del reloj tuviera lugar en el palacio real para organizar el encuentro.
–¿Qué le ha hecho pasar de la novela policíaca al thriller histórico?
–Ya había escrito otras novelas históricas, pero tenían el elemento de novela negra más fuerte. Ésta está más cerca de ser una pura novela histórica. Me pareció una historia muy interesante sobre la crudeza de las ejecuciones de gente que, según el código vigente, se consideraba que habían infringido la ley sobre los matrimonios. Y la historia de dos hombres que proceden de lugares muy diferentes en la escala social, uno es el poder absolutista y el otro de la baja clase de Copenhague.
–Usted ha asegurado en alguna ocasión que “los personajes son más importantes que la trama”. ¿Por qué?
–Sí. Si no te importan los personajes de la narrativa y lo que sucede con ellos, no tiene sentido escribir nada. En este caso, es un reto encontrar un punto de encuentro entre ellos.
–La injusticia es uno de los temas centrales de la novela. ¿La opresión de las clases bajas sigue siendo una constante?
–Creo que todavía hay mucho conflicto por el poder dentro del seno de las clases más altas y también entre las clases baja y alta. En el libro se refleja ese poder absoluto que las autoridades pueden ejercer sobre los ciudadanos porque la historia trata sobre cómo narras una historia en condiciones peligrosas, donde quien te escucha, a lo mejor, no quiere oír toda la verdad. Y tú estás sentado delante del poder absoluto y una palabra en falso te puede causar la muerte.
–¿Continúa vigente el sistema de clases?
–Sí, y las diferencias entre clases se están ensanchando todavía más. Los islandeses formamos parte del sistema de bienestar nórdico y quizás esas diferencias no son tan evidentes, pero a nivel mundial la diferencia entre la distribución de riquezas y recursos cada vez es más visible.
En Islandia tenemos una vida cultural floreciente y eso es importante para crear identidad en una nación tan pequeña”
–¿Es difícil hacerse un hueco como escritor en un país tan pequeño como Islandia?
–Creo que es más fácil en Islandia que en otras partes porque todos queremos tenemos historias que contar y y queremos contarlas. Y los islandeses siempre han estado contando sus historias desde el momento de colonización de la isla, han conservado muy bien su historia. Escribieron libros en su propio idioma en un tiempo en el que nadie en Europa lo estaba haciendo. Tenemos una herencia muy importantes en todo lo que son las sagas y los antiguos manuscritos. Y los escritores y poetas en Islandia todavía se nutren de este tesoro. Se considera y se respeta bastante la posición de los escritores, a pesar de que a veces se critica el sistema de subvenciones que pueden recibir. En Islandia tenemos una vida cultural bastante floreciente y eso es un componente muy importante para crear identidad en una nación muy pequeña, una micronación casi.
–"Una buena novela policíaca explica un país". ¿Esta afirmación también puede trasladarse a una nación tan pequeña como Islandia?
–Sí. Me parece que tiene un gran valor hablar sobre la sociedad en las novelas negras y poder demostrar o desvelar las lacras y los problemas que tiene. En mis novelas hablo mucho de la posición de la mujer, de la violencia de género, de la violencia contra niños... Creo que si un autor no tiene ninguna opinión que transmitir, ya no tiene de qué escribir.
–Se ha destacado el éxito de Islandia a la hora de sortear la crisis de 2008. ¿Cree que su país supone, en ese aspecto, un ejemplo a seguir?
–No puedo afirmar que Islandia pueda ser un ejemplo a seguir en nada (risas). Los islandeses vivimos grandes cambios en un tiempo relativamente corto, e ser una sociedad muy pobre, basada en una agricultura muy limitada, a ser una sociedad moderna, tecnológica y muy rica. Eso acabó en la crisis que nos dejó arruinados. Sí que quizás podemos enseñar al mundo a no ser tan llenos de nosotros mismos y arrogantes y a tratar el dinero con más cuidado.
–¿Qué tienen los nórdicos para hacerse con los títulos de reyes de la novela negra?
–Tenemos muy buenos autores de novela negra en el norte. No consigues ese éxito sin tener detrás a unos excelentes autores. Además, al parecer, el norte es muy interesante para quienes están en el sur, sobre todo Islandia: en los últimos años están llegando más de 2 millones de turistas anuales y eso, para nosotros, es demasiado.
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