La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Yaku Pérez (Cachicupara, Ecuador, 1969) vive, que es noticia, y lo hace con menos tensión después de una larga carrera en el compromiso medioambiental y de haber sido candidato a la Presidencia de la República de Ecuador en 2021 y 2023. Apeado ya de la palestra política, Yaku Pérez (Cachicupara, Ecuador, 1969) anda subido a la tarima del docente e investigador. Participa como miembro del equipo de la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador) en el proyecto Entangling Indigenous Knowledges in Universities (EDGES), del que forman parte la Universidad de Sevilla, la Universidad Pablo de Olavide y otras 16 universidades internacionales.
–Ha sido candidato a la Presidencia de Ecuador, la última vez en 2023. ¿Es hoy una tarea de superhéroes?
–En 2023 se produjo la ruptura de la inseguridad. Tres semanas antes de las elecciones ocurrió el magnicidio de [Fernando] Villavicencio y ahí cambió el tablero. Tuve miedo. Cuando asesinaron a Villavicencio estaba en una entrevista. Mi hija Ñusta, que me acompañaba, se desplomó. Al día siguiente firmé la renuncia. Tengo dos hijas que se quedaron huérfanas de mamá, me dije, y no merecen quedarse huérfanas también de papá. Yo no quiero ser un héroe, quiero vivir.
–En una campaña electoral recorrió el país en bicicleta. ¿Era por despertar conciencia o por ahorrar combustible?
–Por las dos cosas, pero sobre todo la bicicleta es para mí un símbolo contra el machismo, porque las mujeres la usan mucho, y un símbolo ecológico. Desde hace 20 años voy en bicicleta a todos lados. Simboliza el desafío contra el coche y el extractivismo. Es salud personal y del planeta.
–El planeta es fuego, aire, tierra y agua. ¿Por qué se ocupa del agua?
–Viene de la infancia. Con cinco años venía de acarrear agua para el desayuno en casa. Era lejos, de madrugada, me caí y el recipiente de arcilla se hizo mil pedazos y me quedé entero de agua, hecho un carnaval. No podía llegar donde mi mamá pero una vecina me ayudó a la reconciliación. Fue mi despertar sobre el valor del agua.
–¿Y el activismo?
–La lucha en defensa del agua y contra las actividades extractivas empieza en el año 2000. Tomamos las calles para que no se privatizara ni se estatizara. Los sistemas de agua no los construyeron ni el Estado ni las empresas, los hicieron las comunidades. El Estado nos los quiere quitar y entregárselos a las privadas. Por defender el agua me han encarcelado seis veces.
–También lo han intentado asesinar. ¿Tan malo es usted para tener tantos enemigos?
–Soy malo para los extractivistas mineros. En el juicio por el caso Río Blanco me quisieron comprar con 18 millones de dólares. No lo permití y acabamos ganando el juicio. Al siguiente quisieron detener a los comuneros que se oponían a la minera. Fui a auxiliarlos como abogado y los obreros de la minera me secuestraron y a punto estuvieron de quemarme. De milagro estoy aquí.
–En Andalucía hay alcaldes que defienden las minas y la ampliación de vertederos, priorizando los puestos de trabajo. Usted que ha sido administrador público en la provincia de Azuay, ¿entiende la postura de esos alcaldes?
–Estamos en el Antropoceno, se está produciendo la sexta extinción masiva de las especies. En los últimos 300 años hemos consumido la energía que al planeta le costó generar en 300.000 años. El 20% de agua dulce que consumimos no nos pertenece, es de nuestros hijos. Estamos siendo egoístas. Es una irresponsabilidad suprema. No todo lo que nos rodea nos pertenece.
–¿A esos alcaldes les diría que usamos los recursos de las generaciones venideras?
–Sin duda. Hay que tener una responsabilidad intergeneracional. A este ritmo vamos camino del infierno.
–Se lee en la prensa que hay muchos ríos contaminados en Ecuador. ¿Es así?
–Le pongo un ejemplo. En Ponce Enríquez, un municipio de la provincia de Azuay de donde soy originario, tiene seis ríos. Cinco están muertos por el mercurio y el cianuro de las minas. La extraordinaria biodiversidad de Ecuador está amenazada por las explotaciones mineras y la construcción de embalses.
–¿Darwin elegiría Ecuador como el lugar donde idear el origen de las especies?
–Hoy Darwin se asustaría en Ecuador. Galápagos está siendo entregado a las milicias norteamericanas. Es un contrasentido. Que seamos pioneros desde 2008 en los derechos de la naturaleza no cayó del cielo, llegó por la movilización social.
–¿Está la Amazonía en peligro por el aumento de las presas en Iberoamérica?
–Hay un proyecto que quiere sacar petróleo, oro, molibdeno, litio de Argentina, Bolivia, Chile... Con carreteras y embalses, porque no hay minería sin energía y no hay energía sin embalses. Es un círculo vicioso. Y la Amazonía le da al planeta el 20% del agua dulce y el 20% del oxígeno.
–La nueva administración de Estados Unidos ha recortado los fondos de cooperación. ¿Debería Europa ocupar ese lugar?
–Es una oportunidad por justicia histórica y ecosocial. En vez de que se apropie China, Europa debería ser el que tomara la batuta, porque Europa es uno de los continentes que más responsabilidad ha demostrado con los derechos humanos y los derechos de la naturaleza.
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