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"No sé exactamente qué pasa en Navarra, pero no me está gustando "

Marcelino Oreja | Ex ministro de UCD

El ex político de UCD y PP rememora la Transición para valorar la "concertación" entre partidos por los "intereses comunes", voluntad que hoy echa en falta

Marcelino Oreja posa antes de recibir un premio de CEU Andalucía en el Alcázar de Sevilla. / Manuel Gómez
Juan De La Huerga

26 de noviembre 2018 - 05:00

Ministro con UCD, delegado del Gobierno en el País Vasco, secretario general del Consejo de Europa, comisario en la UE... La trayectoria política de Marcelino Oreja (Madrid, 13-02-35) es prolija y por sus méritos recibió en el Alcázar de Sevilla el Premio Extraordinario 40 años de la Constitución Española de los galardones Fernando III de CEU Andalucía.

–¿Cuarenta años después, qué habría cambiado de la Transición?

–Guardamos un recuerdo admirable por la concertación en los esfuerzos, en las ideas, en los propósitos, de gentes de distintos sitios pero con objetivos comunes. Aquello se fue forjando desde la Ley para la Reforma Política del 15 de diciembre de 1976 y luego cuajó con las elecciones del 77. Después de los comicios, Adolfo Suárez habló con Felipe González, con Santiago Carrillo, con los representantes de las minorías catalana y vasca... para pedir su apoyo para la entrada de España en las comunidades europeas. Y dos meses después fui Bruselas a solicitar la apertura de negociaciones. Había voluntad e intereses comunes desde el hecho diferencial:sacar a España, después del franquismo, a una etapa de libertad y democracia, y una inserción en las instituciones internacionales.

–¿No echa en falta eso ahora?

–Francamente sí. Hoy no existe esa concertación, hay discrepancias y peleas muy grandes, que también las vivimos entonces, pero había unas áreas con un propósito común. Debemos recuperarlo. Hicimos una Constitución para todos y si fuera revisada, debería haber ese consenso de los propósitos.

"Hungría, Polonia, Chequia... Hay países perdiendo valores comunitarios que son irrenunciables”

–¿Cómo solucionarían Felipe González, Roca, Carrillo y usted el problema de Cataluña?

–No podemos seguir así. Los hechos diferenciales están recogidos en la Constitución y son muy respetables, pero siempre dentro de la unidad de España, aunque hoy se han producido estas disgregaciones muy perjudiciales y perturbadoras, sobre todo para los catalanes. Es necesario volver a un orden, a un sentido común, a apreciar lo que significa la identidad sin perjuicio de los hechos diferenciales. Soy vasco y quiero que se mantengan los hechos diferenciales pero dentro de la unidad de España.

–Borrell acusa a un diputado de uno de sus socios parlamentarios de escupirlo. ¿Dónde está el suelo de la política española?

–Es una vergüenza porque el respeto hay que mantenerlo siempre. Nosotros siempre lo llevamos muy a gala. Recuerdo los Acuerdos con la Santa Sede. El Rey fue el primero que dijo que había que modificarlos y lo hicimos en una negociación muy intensa. Me preocupaba que algún partido no permitiera el desarrollo y hablé con Carrillo. "Es muy respetable, no quiero destruir nada, sino avanzar. Y, si usted cree que es indispensable, yo llegaría incluso a abstenerme", me dijo. Cuando vi que tenía los votos suficientes, lo llamé: "Don Santiago, estamos a punto de concluir y creo que tengo los apoyos". Me respondió: "Comprenderá que yo vote en contra". Aquello me pareció admirable porque era la expresión de que Carrillo tenía un sentido del Estado, aunque fuera un tema al que no era afín. Eso falta ahora.

–¿La Constitución son las Sagradas Escrituras o es susceptible de reformas?

–¿Por qué no se va a modificar? Pero debe ser de consenso, no que cada uno tire por su lado.

–¿La marcha de Rajoy ha dejado hecho trizas al PP?

–Un líder político está un tiempo y se va. Su labor ha sido enormemente difícil. En economía, donde ha centrado su política, ha sido un acierto; en otros asuntos se podrá discrepar, no en ése. Esperemos que todos los partidos cumplan su papel, no sólo las de ámbito nacional, también las nacionalistas.

–¿Corre el riesgo de fragmentarse el centroderecha como estalló UCD tras la derrota de 1982?

–El futuro siempre es incierto y yo no lo puedo saber.

–Bueno, pero no es su deseo...

–No. Lo que sí puede haber es un acuerdo de formaciones que están en ese espacio del centro sobre determinados temas.

–¿No cree que el PP nunca ha puesto toda la carne en el asador en Andalucía?

–No conozco suficientemente eso. Tengo una especialísima consideración por Felipe González. Sabiendo él que yo no era socialista ni iba a serlo, me ofreció ser candidato a secretario general del Consejo de Europa cuando UCD había desaparecido. Me destinaron como cónsul en Lisboa en 1982. Entonces me llamó y tuve todo el respaldo del PSOE, mientras otros partidos estaban más vacilantes. Él creyó que yo valía para desempeñar un papel independientemente de mis pensamientos políticos.

"Prefiero no hablar de Vox; la proliferación de partidos de la derecha es una tentación que a veces hay que vencer"

–¿Debemos temer ante el ascenso de Vox?

–Prefiero no hablar de ese partido. Soy un votante del PP. Creo que la proliferación de partidos de la derecha es una tentación que siempre existe. A veces hay que vencer la tentación.

–¿ETA ha sido derrotada o, como afirma su sobrino Jaime Mayor Oreja, ya no mata porque ha logrado parte de sus objetivos?

–ETA ha sido derrotada y eso es muy importante. Sí me preocupa Navarra, no sé exactamente lo que está pasando pero no me está gustando. Que mire mucho al País Vasco con alguna tentación me preocupa muchísimo. Hay que estar muy alerta. He padecido a ETA, en mi primer año como delegado del Gobierno hubo 98 muertos, muchísimos de UCD, fue una etapa dolorosísima. Hoy no hay muertos. ¿Han conseguido propósitos? Verdad, pero espero que haya una unión de partidos que evite esa dirección malhadada.

–Participó en la redacción de la primera constitución europea y del Tratado de Maastricht. ¿Le duele Europa? ¿Va al desguace?

–Al desguace en absoluto. Soy muy europeísta. A mi juicio hubo una precipitación en las incorporaciones y no sé si todos los países reúnen las condiciones suficientes. La UE empezó con seis, pasó a nueve, a 12, a 15... Ahí yo era comisario y tenía la sensación de precipitación. Veo difícil que haya dos Comisiones Europeas, no sé cómo se puede hacer eso, pero debería existir un núcleo de países que avance más deprisa y otros más despacio. Sólo veo ese camino para ordenar un poco Europa, que bien lo necesita. Y me preocupan los movimientos muy nacionalistas en Hungría, Polonia, Chequia, Eslovaquia... Están retrocediendo mucho y perdiendo los valores comunes europeos, que son irrenunciables y a los que algunos están renunciando.

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