Contra todo pronóstico, el tímido y taciturno Leos Carax compareció puntual tras el pase de HolyMotors y respondió con soltura a las demandas del público que había llenado la sala y lo esperaba con cierta expectación.

No faltaron en el breve acto las clásicas preguntas por los porqués de su último y fragmentario largometraje, pero en general la audiencia supo hacer hablar al cineasta, aunque éste no se saliera demasiado de lo esperado, en definitiva de una hace tiempo asumida declaración de intenciones creativas que hubiera firmado cualquiera de los cineasta modernos más admirados por el director de Pola X: "No soy un contador de historias, sino que lo que hago es inventar un mundo"; "hacer cine es lo único que sé hacer, el cine es mi casa"; "nunca trabajo con los actores ni ensayo, la cuestión radica en la elección de uno u otro"; "el teatro es como la religión -la sociedad, hubiera dicho Daney-; visito las iglesias cuando ya no hay feligreses, pero no sé nada de ellas".

Otras cuestiones planteadas por la audiencia versaron sobre el tema del futuro del cine y sus últimas transformaciones tecnológicas. Y aquí Carax fue más impuro, suponemos que moldeado por los golpes recibidos durante una carrera abrupta y guadianesca en la que cada película podía haber sido la última: "Lo importante es que el cine se reinventa constantemente [...] debe prevalecer el deseo de hacer cine sobre el asunto de los formatos; pero mejor mostrarse cabreado respecto al fin del celuloide que sentirse nostálgico".

Por último, también se trató, como no podía ser de otro modo tras el despliegue camaleónico de Denis Lavant en su último filme, el tema de la relación con el magnético intérprete. Y en su estilo hipertímido, Carax fue amable: reconoció no ser amigo de Lavant, aunque su relación se iniciara a los veinte años y haya sido el actor principal en casi la totalidad de su filmografía, pero sí haber sido testigo de su determinante evolución, que en sus palabras le posibilita ahora interpretar todo tipo de escenas, incluso aquellas que en Holy Motors no esperaba que llevara a buen puerto.