La oscura vida de Lina Morgan
Semblanza
La actriz, una de las más queridas en la década de los 90, protegió hasta el extremo su vida privada.
Su heredero, que fue su chófer, revela que sólo dejó dos millones de euros y un piso.
Además de ser una de las actrices más queridas de nuestro país, Lina Morgan tenía mucho dinero y poder. La estrella mató a Angelines López Segovia –su verdadero nombre– porque, para ella, el público siempre fue lo primero. Hasta tal punto que sus últimos días los pasó encerrada en su casa; no quería que se la recordara demacrada y en sus horas más bajas.
El programa Lazos de sangre de La 1 hizo hace unos días un flaco favor a su imagen con un debate sobre la cómica y vedette que la mostró como soberbia, tirana, aficionada al bingo y hermética socialmente, de ahí que guardara con excesivo recelo su vida sentimental y privada.
Por si fuera poco, su heredero universal, a la postre chófer y mano derecha, Daniel Pontes, reveló que, tras fallecer la artista el 20 de agosto de 2015, quedaba ya bien poco de su millonaria herencia. “Me quedó el piso (de 290 metros cuadrados situado en el barrio del Niño Jesús), no dejó más de dos millones de euros”, explicó, añadiendo que parte del dinero lo había gastado en los últimos años en sufragar los cuidados por su enfermedad, y que cerca de un 70% lo tuvo que pagar a Hacienda debido a que no era heredero directo de la actriz. Estos bienes no cambiaron en absoluto la vida de Pontes, que transcurre igual de modesta que siempre en un piso en Alcorcón, donde vive con sus hijas.
Jesús García Orts, autor de De Angelines a excelentísima señora, la biografía actualizada de Lina Morgan, contaba que pasó de la pobreza de su infancia a cobrar 190.000 euros por capítulo en Hostal Royal Manzanares.
Lina Morgan nació en el número 4 de la calle de Don Pedro, el 20 de marzo de 1937. Su familia, de origen muy humilde, estaba ligada al barrio de La Latina. En la calle de Toledo su padre, Emilio López, trabajaba como oficial en la Sastrería Roldán. Mientras, Julia Serrano, su madre, se ocupaba de cuidar a sus cinco hijos: Emilio, Julio, Julia, Lina y José Luis. Todos los hermanos iban a un colegio público, donde tenían que llevar una silla de casa para poder sentarse. Como la economía familiar no era demasiado buena, los pequeños recogían cartones y vidrio, que luego vendían para llevar algo de dinero a sus padres.
A Lina siempre le gustó el mundo artístico. A los 11 años convenció a sus padres para que la dejaran inscribirse en la academia de baile clásico de Karen Taft . A los 13 ingresó en la compañía infantil Los chavalillos de España, con quienes llegó a realizar una gira teatral. Lina anunció en casa: “Yo quiero ser del teatro”. Su madre torció el gesto, pero su padre le apoyó. “Déjala”, dijo. Ese permiso paterno fue el pistoletazo de salida para una carrera de éxito ligada al teatro.
Con 16 años Lina debutó en La Latina como bailarina de reparto en la compañía de Matías Colsada, propietario del teatro. Su contrato incluía merienda de chocolate con bollos.
En 1953 cobraba en La Latina 30 duros. Con su sueldo le compró a su hermano José Luis su primer traje. Por aquel entonces, Lina ya soñaba con comprar un día el teatro. Solo 25 años más tarde lo alquiló y en 1983 pudo comprarlo finalmente, como había vaticinado. Costó 127 millones de pesetas.
El primer papel principal se lo ofreció el empresario Colsada en 1956, en Mujeres o diosas. Decidió entonces cambiar su nombre por el de Lina Morgan. Lina por Angelines, y Morgan por el pirata Morgan.
Su salto a la fama se produjo en 1964, compartiendo cartel con Juanito Navarro. Fue entonces cuando se dio cuenta del cariño que la gente tenía a un personaje creado a su medida: una chica sencilla e inocente, que cuando estrambóticamente movía piernas, brazos y ojos, dejaba encandilado al público.
El teatro se llenaba noche tras noche. Las enormes colas que se formaban en la entrada de La Latina eran comparables a las de Sara Montiel en el Rialto o Celia Gámez en el Teatro Pavón.
“Idealizó mucho a su padre y a su hermano José Luis, comparaba todos los hombres con ellos, buscaba una pareja que fuera como los dos, y las comparaciones nunca son buenas”, señala García Orts acerca de su intimidad. Se ha dicho que era homosexual, bisexual e incluso que siempre salvaguardó tanto su vida que por eso se sabe tan poco de ella.
El actor Manolo Zarzo fue su único novio reconocido; una relación de adolescentes. Otros dicen que tuvo sus hombres, ricos y renombrados además. Según se dice, entre ellos figuraban el apoderado taurino José Antonio Martínez Uranga, el productor Julián Esteban que la contrató para siete películas, también hubo un jugador de fútbol, un empresario, el hijo de un tenor... Jamás se publicaron fotos de la actriz con sus novios. No existen. Hasta tal extremo llevó su discreción ante los medios.
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