Juicio doble parricidio Arahal

El acusado: "Si he sido yo, pido perdón a las víctimas, la familia y el pueblo de Arahal"

  • La fiscal y las acusaciones particulares añaden a la pena de 23 y 24 años por asesinato, diez años de prohibición de acercarse a 5 kilómetros del término de Arahal 10 años después del cumplimiento de la condena

El acusado de matar a su madre y su hermana en Arahal ante el tribunal.

El acusado de matar a su madre y su hermana en Arahal ante el tribunal. / José Ángel García

"Si he sido yo, si verdaderamente he sido yo, pido perdón a las víctimas, a mi familia y a mi pueblo". Estas han sido las últimas palabras ante el Tribunal del Jurado que enjuicia desde el lunes 10 de junio de Juan Antonio P. B., el acusado por el doble parricidio ocurrido en el municipio sevillano de Arahal en diciembre de 2016. Durante la última sesión de la vista oral, la fiscal ha modificado el relato de los hechos al considerar no acreditada la existencia de una discusión con la hermana antes de que el acusado le asestara 96 puñaladas ni el consumo de droga. Tampoco considera probada la fiscal que el presunto asesino le quitara 750 euros del monedero a la hermana. 

La representante del Ministerio Público solicita para el acusado 23 años por cada asesinato y 33 años de prohibición para acudir o residir a 5 kilómetros del término municipal de Arahal, así como de acercarse a 1.000 metros de sus hermanos. A esta solicitud las acusaciones particulares ejercidas por los hermanos añaden la privación de tenencia de armas para el acusado. 

Por su parte la defensa continúa solitando la absolución puesto que en el momento de los hechos el "estado de intoxicación era pleno". El abogado pide para su representado la eximente de drogadicción completa y, subsidiariamente, incompleta o la atenuante de adicción a estupefacientes.

Durante su informe final, la fiscal ha recordado a los miembros del jurado que el acusado nunca ha negado que haya matado a su madre y a su hermana. Sobre la solicitud de la drogadicción como atenuante, la fiscal señaló: "La maldad no tiene justificación y el consumo de drogas después de la muerte de la hermana tiene una articulación de defensa jurídica".

Tanto la fiscal como las acusaciones particulares mostraron como prueba de ensañamiento el número de puñaladas recibidas por cada víctima. La hermana tenía 96 puñaladas. Cinco de esos cortes son defensivos, 91 fueron penetrantes y 60 de ellos fueron asestados en la espalda cuando ya estaba agonizando boca abajo en el suelo. De todas esas puñaldas, 21 afectaron a órganos vitales (pulmones e hígado).  Las acusaciones insistieron en que todo momento Juan Antonio P. B. se mostró lúcido diciendo tanto a su hermano como a la policía y los agentes de la Guardia Civil que acudieron que había matado a las dos mujeres y dónde estaban los cuerpos.

Después de ocho o nueve horas, según el relato de las acusaciones, esperó a su madre, a la que abordó por la espalda y asestó 43 puñaladas, de las que 18 fueron penetrantes y afectaron a corazón, pulmones, hígado, aorta y vías aéreas superiores.

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