Estafa a un discapacitado

Condenan a casi tres años de cárcel al estafador del bizum por timar a un compañero de colegio que es esquizofrénico

El estafador del bizum, captado por la cámara de un cajero en el que sacó dinero.

El estafador del bizum, captado por la cámara de un cajero en el que sacó dinero. / DGGC

Encontrarse en un bar con un antiguo compañero de colegio generalmente suele servir para pasar un rato agradable, recordar buenos momentos y dejarse llevar por la nostalgia de la juventud. Para la víctima, sin embargo, fue el principio de una pesadilla que difícilmente olvidará. Un día de junio de 2019, este hombre se cruzó en la calle Santa María de Ordás con Francisco Javier G. H. Habían estado juntos en los Salesianos de la Trinidad. Entonces no lo sabía, pero tenía delante al conocido como estafador del bizum, un ex abogado que se aprovechaba de cualquiera que pasara a su lado, incluidos compañeros de profesión, y que a él le sonsacó cerca de 30.000 euros. ¿Cómo? Le hizo creer que aún ejercía de letrado (no era así) y, como su víctima le contó que era esquizofrénico y que había sufrido vejaciones y maltrato en el hospital donde lo habían tratado, le aseguró que le conseguiría una jugosa indemnización bajo la amenaza de demandar al centro sanitario.

La Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla juzgó este caso tan escabroso, y tan lamentable por la parte que le toca al delincuente, y ha condenado al acusado a dos años y ocho meses de cárcel por un delito grave de estafa. El timador se exponía a algo peor (la Fiscalía pedía inicialmente tres años), pero su defensa alcanzó un acuerdo con las acusaciones. Después reconoció los hechos y aceptó indemnizar a la víctima con 29.132,47 euros. Esa es la cantidad total que le sustrajo ilícitamente.

La sentencia, que es firme desde el mismo día de la vista oral en virtud de esa conformidad, relata que Francisco Javier G.H., de 47 años y en prisión preventiva por esta causa desde el 9 de mayo de 2023, se encontró “casualmente” con la víctima en el bar Los Meri. Se presentó como letrado en ejercicio, aunque para entonces ya había causado baja en el Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla (ICAS). Durante la charla, la víctima le detalló que había estado internado en el hospital de San Juan de Dios de Málaga para el tratamiento de su enfermedad psíquica y que allí, además de recibir malos tratos del personal, se le había aplicado una medicación excesiva.

Cuando oyó esa historia, el acusado se ofreció a llevarle profesionalmente su reclamación y le aseguró que podría conseguirle “una muy elevada e importante indemnización”. Su plan, le dijo, era amenazar al centro hospitalario con denunciarlo ante el juzgado.

El tribunal, con la conformidad del propio inculpado, también explica que este fue consciente de la discapacidad de su víctima “desde un primer momento”. En concreto sufre esquizofrenia, desde 2010 tiene reconocida una minusvalía del 65% y fue incapacitado judicialmente el 24 de octubre de 2017. Su problema “era manifiesto por su propia apariencia”, destaca la Sala. Además, el procesado tenía el “conocimiento previo” de su enfermedad. Y aunque no lo hubiera sabido, la propia víctima se lo contó durante esa conversación. En ese mismo momento, Francisco Javier G.H. decidió “aprovechar la minusvalía” de su interlocutor “para enriquecerse ilícitamente a su costa”.

Para ello “generó” en él “una evidente expectativa de conseguir una importante indemnización” y se ganó “toda su confianza”. Tan es así que el 3 de junio ya recibió 1.500 euros en metálico para tramitar esa supuesta reclamación. Pocos días después, el acusado aseguró a la víctima que había logrado que el hospital lo indemnizara con 500.000 euros y que le entregarían dos cheques de 250.000 euros cada uno.

“Bajo esa falsa apariencia que creyó totalmente”, el perjudicado empezó a realizar “importantes y continuadas transferencias de importantes sumas de dinero” desde su cuenta corriente a otra que el acusado le indicó. En total ganó así 11.270 euros en menos de dos semanas, entre el 8 y el 19 de junio. Fueron nueve transferencias, tres de ellas en un solo día (el 8 de junio).

En ese mismo periodo, y siempre con el falso argumento de que iba a obtener una “cuantiosa indemnización”, Francisco Javier G.H. también logró que la víctima sacara dinero del cajero en numerosas ocasiones, hasta diecisiete entre el 3 y el 29 de junio. Con estos reintegros le estafó un total de 12.540 euros.

Ni así sació su voracidad el mentiroso, que también consiguió hacerse con los datos de la tarjeta de crédito de la víctima. En otro lapso de cinco días, del 9 al 13 de julio, realizó dieciséis extracciones desde la cuenta bancaria del otro hombre. Sólo el 11 de julio hizo seis cargos. Con esta mecánica se quedó 3.822,47 euros. Como el juicio no se celebró completo, no se sabe cómo accedió a esos datos.

Un amplio currículum de engaños

El caso del compañero del colegio esquizofrénico es sólo una de las incontables tropelías que ha cometido Francisco Javier G.H. a lo largo de su carrera como delincuente. Abogado en ejercicio durante un tiempo, aprovechó su buena apariencia y su evidente cultura para engañar a víctimas de todo tipo, incluidos muchos compañeros de profesión, procuradores y taxistas. Lo hacía con enrevesadas estrategias que generalmente pasaban por hacer un bizum para afrontar algún pago, de ahí que acabase siendo renombrado como el estafador del bizum. Su área de influencia no se limitaba a Sevilla, ni siquiera a Andalucía, porque operaba en media España.

Ante sus colegas o los procuradores, por ejemplo, solía fingir que iba a interponer una demanda o ceder un cliente. Entonces enviaba a su interlocutor una captura de pantalla de la supuesta transferencia por el importe de la provisión de fondos para la gestión. Minutos después llamaba por teléfono y decía que se había equivocado en la cantidad, así que pedía la devolución inmediata de la diferencia por bizum para “cuadrar su contabilidad”.

En 2020, el Colegio de Procuradores de Sevilla llegó a mandar tres circulares para advertir de estas estafas. “Suelen ser cantidades pequeñas, de 100, 150 o 200 euros, a fin de no levantar sospechas”, explicaba la decana, Isabel Escartín. “El envío de un pantallazo de la supuesta transferencia es fácilmente manipulable y no demuestra que se haya realizado”, recordaba.

Al año siguiente fue el Colegio de Abogados de Sevilla el que envió otra circular para alertar de que había “una persona que se presenta como compañero y solicita hacerse cargo de un asunto de un cliente suyo, normalmente con la excusa de ser materia distinta a su especialidad, al tiempo que pide un presupuesto”. Después solicitaba un número de cuenta donde hacer el ingreso, el afectado recibía el pantallazo con la falsa transferencia y “en todos los casos” con “un error al alza, normalmente en pequeñas cantidades, de 75 a 200 euros”. Y finalmente reclamaba a la víctima que le hiciese un bizum por esa cantidad supuestamente transferida por error.

Otro gremio que padeció las habilidades delictivas de este estafador fue el de los taxistas. En la primavera de 2022, estos profesionales incluso compartieron en sus grupos de Whatsapp información y advertencias sobre los métodos de Francisco Javier G.H., que consiguió engañar a más de un conductor.

Como es natural, el estafador ya se ha visto las caras con la Justicia en varias ocasiones. En marzo de 2021, un juzgado de Marbella le impuso una multa de 400 euros por estafar 100 euros a un procurador. Hace un año y medio, un juzgado de Sevilla lo castigó con una multa de 360 euros por timar la misma cantidad a una procuradora. En junio de 2022, la Guardia Civil lo detuvo en Mairena del Aljarafe por estafar cerca de 900 euros a un camarero con la técnica del QR inverso. Y en noviembre volvió a ser arrestado por otros siete timos relacionados con el alquiler de viviendas vacacionales en Andalucía, Galicia y Cantabria.

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