Un magistrado del Tribunal Supremo denuncia en Sevilla que "hay quien sueña con jueces domesticados"
José Antonio Montero advierte de que “la toga no es una vestidura de obediencia”, define las futuras oposiciones como "una leva masiva de jueces" y avisa sobre la "colonización ideológica" del Poder Judicial
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El Colegio Notarial de Andalucía se llenó ayer para asistir al inicio del curso de la Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia. Lo que concitó tanta expectación fue el discurso de José Antonio Montero, magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, sobre La Justicia: poder, virtud y promesa. Y la charla no defraudó a quienes intuían que consistiría en una defensa de la clase judicial frente a la “colonización ideológica”, las “presiones del poder” y, en resumen, el “intento de procurar jueces obedientes” o “domesticados”. “Mientras haya jueces responsables, la libertad tendrá quien la defienda”, sentenció el ponente.
El objetivo de Montero era “reflexionar sobre el sentido, la fuerza y la fragilidad de la Justicia” en unos “tiempos convulsos” en los que combate “la razón frente al ruido”. Y rápidamente, sin rodeos, el magistrado entró a fondo en las injerencias políticas. “Hoy asistimos a un intento de procurar jueces obedientes, burócratas al servicio del poder, pero la toga no es una vestidura de obediencia, sino de imparcialidad y objetividad. La independencia no es un privilegio corporativo, es un derecho de los ciudadanos. Sin jueces formados, esa independencia deviene en retórica sin control”, advirtió.
Tras instar a que la Justicia sea “un poder autónomo y crítico” y recordar que “no necesita adornarse” con cualidades más propias de fines “electorales”, Montero enumeró las “tres amenazas” que a su juicio se ciernen sobre el estamento judicial. Su análisis, sin riesgo de equivocarse, fue una crítica implícita al proyecto del Gobierno central para reformar las oposiciones a las carreras judicial y fiscal.
La primera amenaza es “la banalización del discurso jurídico” en esta era de “los 280 caracteres”: “El razonamiento se sustituye por el eslogan y el juez se ve presionado por campañas mediáticas”, apostilló. La segunda es “la colonización ideológica del Poder Judicial”: “Hay quien sueña con jueces domesticados. La Justicia no puede ser el brazo ejecutor de ninguna ideología”, rebatió. Y la tercera es “el olvido de la formación”: “Un juez no puede contentarse con lo que aprendió en la oposición”, dijo antes de denunciar el “intento de llevar a cabo una leva masiva de jueces”, en alusión a esas futuras oposiciones planteadas por el Gobierno.
“Defender al juez es defender hoy la democracia. No buscamos héroes con toga, sino jueces honrados que no se dejen seducir por el poder. Sólo un juez independiente puede decir no al poderoso”, agregó Montero, que acto seguido insistió en que “la Justicia no es una trinchera ni un laboratorio ideológico”.
“Son tiempos difíciles para la Justicia, tiempos de polarización en los que se manipula el sentido de las resoluciones”, lamentó. Por eso se opuso a “la politización del Poder Judicial”, porque “erosiona la confianza pública”. “No podemos permitir que el Poder Judicial se desdibuje por reformas apresuradas, por necesarias que sean”, reclamó.
Tras el discurso del magistrado del Supremo, el evento continuó con la entrega del XIV Premio Ángel Olavarría Téllez de Estudios Jurídicos a David Ordóñez, presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, por su obra Las subvenciones bajo el prisma del Derecho de la Unión Europea y su control por los tribunales españoles. Bajo el mecenazgo de la Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en esta edición también ha habido un accésit extraordinario y honorífico para la profesora Macarena Guerrero por su Lectura jurídica del ‘De aquaeductu urbis Romae’ de Frontino.
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