Bares sin guiris en Sevilla
La Caja Negra
Una reconocida taberna de la Alfalfa saca partido con gracia de la ausencia de turistas entre su clientela
¿Dónde está, oh sombra, tu victoria?
Los bloques de la Avenida, el Berlín sevillano
Son bienvenidos, pero no acuden. Tienen carta específica en inglés y las puertas abiertas, pero prefieren otros establecimientos, incluso haciendo colas de espera. La gracia es un don que se tiene o no. No hay medias tintas. La gracia con acidez es guasa. Y la guasa es recomendable en ocasiones, pero en dosis pequeñas. La gracia, en cambio, es una actitud en la vida, una pauta de conducta, un modo de ser natural. La gracia no se pierde, se nace con ella y se mantiene hasta los días postreros. La gracia se exhibe hasta en los peores momentos, porque no se trata de buen humor, de reírse de un chascarrillo o ni siquiera de hacer felices a los demás, sino de la capacidad para sobrellevar situaciones adversas. La gracia es un apoyo cuando el viento sopla en contra. ¿No se quejan tantísimos sevillanos de que el turismo invade espacios públicos, ocupa las tabernas, provoca el cierre de comercios locales que son sustituidos por franquicias ad hoc y modifica hábitos de la vida cotidiana? Un buen ejemplo de gracia es el de Manuel Fuentes en su reconocida taberna La Trastienda, en la calle Alfalfa. Especializado en marisco de alta calidad, es rarísimo encontrar un turista en la barra o en las mesas altas. ¿Pero existe alguna señal que haga deducir que se prefiere otro perfil de clientela? Ninguna. Todo lo contrario, en la Trastienda se explican en inglés las almejas, las cigalas, el buey de mar, los langostinos, las cañaíllas y las gambas. Pero deben consultar los precios del género y salen corriendo. Ay, qué de lejos estamos tantas veces del turismo de calidad. La cigala se transporta mal en la mochila. Y mucho peor en la tarjeta Visa. Hay tapas de toda la vida, asequibles y de calidad, pero las tarifas del marisco tienen el efecto de una orden de alejamiento. Hay que hacer de la necesidad virtud. ¿No es nacional la inmensa mayoría de su clientela? Pues ya está colocada la pegatina que informa de una de las características de un establecimiento de éxito: 'Guiris free'. No porque no se les quiera, todo lo contrario, sino porque no entran. En los bares y restaurantes hay cada vez más avisos, muchos de prohibiciones, quizás demasiados, pero no los habíamos visto tan claros y, sobre todo, con tanta gracia. Absténganse los ofendiditos, los del buenismo de catálogo y los aficionados a lo políticamente correcto (y asfixiante) que quieran interpretar lo que no es. Manuel Fuentes es de los que abre los brazos como el Jesús de la Redención y saluda a la clientela con todo afecto: "¡Buenas tardes, señores, tenemos de todo menos aparcamiento!". Es de ese espíritu que enseñaba Becerra padre, el de poner todas las facilidades al cliente, el de tener claro que un bar es un lugar de relajación, para socializar y echar fuera las tensiones por unos minutos. Que a veces basta una parada en el camino, los doce minutos de un tanque de cerveza. De los tiempos del No se fía al Guiris Free. De los tiempos de Prohibido el cante, Pida la llave de WC o No sientan a los niños en la barra, al Guiris Free. De Los domingos hay paella, Pregunte por la tapa del día o Pruebe nuestra exquisita carrillada, al Guiris Free. De Las mesas las sirve el camarero, Abonen su consumición al retirarla o Recargo del 20% en mesa , al Guiris Free.
Qué tiempos aquellos en que solo algunos bares recibían la sentencia condenatoria del sevillano. "Ese sitio es de guiris". "¿Cómo vamos a ir a ese restaurante? ¡Eso es para turistas!". "En Santa Cruz solo se puede ir al Peregil". Eran aquellos años ochenta, cuando la ciudad no soñaba con un festival Icónica, pero tenía aquel ciclo Cita en Sevilla. Cuando no se bebía Aperol y un almuerzo comenzaba a las tres de la tarde. Cambian los hábitos y usos, pero la gracia permanece. El sello de calidad local será el Guiris Free. ¿Excluyente? Nunca. Solamente informativo. Se trata de elevar a la categoría de normal lo que en la calle es sencillamente normal, que diría Suárez (Adolfo). Hay bares donde no entran turistas como los hay de donde ha sido expulsado el sevillano. La próxima pegatina que ya se ejecuta y no se pega en las puertas es la de Sevillanos Free. Y ahí sí que hay exclusión. Como diría el presidente del Parlamento, don Jesús Aguirre: "¡Hombre, por favor!". Que no falte nunca la gracia, que es la que salvará al mundo.
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