La serena perspectiva del tiempo en Sevilla

La Caja Negra

El análisis sosegado de un ex alto cargo de la ciudad sobre la gestión realizada en el Ayuntamiento hace treinta años en un contexto muy diferente al actual, pero al que conviene recurrir para fijar y moldear criterios de gobierno

Las monedas groseras de Tussam

A la concordia por el fútbol

Una taza de café en primer plano.
Una taza de café en primer plano. / M. G.

Los acontecimientos en la política actual se desarrollan a una velocidad de vértigo y con tal intensidad que una mirada al estado de la ciudad de hace treinta años es un ejercicio vintage. Siempre hay quien está dispuesto a hacerla. Y en ocasiones resulta productivo fijar la vista en el retrovisor. El tiempo lima aristas, mejora perfiles y desecha lo secundario. Nos citamos con un antiguo alto cargo municipal que, eso sí, sigue como siempre:casi no nos dejas hablar. El tiempo no ha mermado sus facultades ni su carácter invasivo. Si el encuentro fuera un partido de fútbol, nuestro interlocutor lo acabaría con un 80% de posesión del balón. Al menos no bostezamos, pues el tipo es más que interesante. Y eso se agradece cuando toca practicar el arte de saber escuchar.

Mete la directa desde el inicio “He leído en Diario de Sevilla la inversión que prepara el Ayuntamiento para renovar los Jardines del Prado que tú calificas como una muestra de la Sevilla bien hecha. Bien, de acuerdo. Primero déjame que te recuerde que estamos viviendo un momento muy malo para estar en política. ¡De la que nos hemos librado algunos saliendo a tiempo! Las cloacas son transversales. ¿No se dice ahora así? Pues eso: trans-ver-sa-les. Siempre las ha habido y hay en todos los partidos. Pero quizás nunca se había evidenciado tanto su existencia, ni habíamos soportado su mal olor con tanta intesidad. No se libra ni la política municipal. Hace años que dejé el Ayuntamiento, como bien sabes. Todavía me acuerdo cuando nos encontramos tras aquellas elecciones en que los andalucistas nos quedamos fuera del Pleno. ¡Cero concejales! Te comenté en aquel encuentro fortuito que eran malos tiempos para ser andalucista... Y bético. Mi Betis ha mejorado y mucho, pero mi partido... Se puede decir que lo enterramos con solemnidad, con velas encendidas, algunas plañideras y mucho amor. ¡Jajajá! Fue un sepelio de categoría. Y ahora que veo las cosas que ocurren en la política nacional y en Sevilla me llevo las manos a la cabeza. ¡Si nosotros nos hartamos de gestionar! No digo que Monteseirín no lo hiciera en doce años. ¡Claro que hizo mucho de acuerdo con su modelo de ciudad! No paraba de idear proyectos. Pero nosotros hicimos principalmente gestión. Con el PP primero y con el PSOE después. No nos dedicamos a la confrontación. Y entonces sufrimos eso que hoy se llaman las fakes. No estaba tan de moda el populismo cofrade, no había redes sociales para difundir fotos del alcalde o del teniente de alcalde en la efeméride de un bar, ni mucho menos se retransmitía la vida privada, acaso el reportaje amable sobre los destinos de las vacaciones de los principales cargos, cosa que se acabó cuando los atentados de ETA. Hasta entonces era siempre lo mismo: Alejandro en Cantabria, Borbolla en Sanlúcar de Barrameda, Soledad en Ronda, Alfredo de escapadas de fines de semana en Huelva o Cádiz... Y así hasta que ni ya se publicaba eso. Hoy soportamos las mayores frivolidades: desde un político que te cuenta que hace gimnasia hasta el que saca a pasear el perro”.

Sin dejarme tiempo a una interpelación, continúa el monólogo. Aburrir, no aburre. “Recuerdo una promesa firme de Rojas-Marcos en una campaña electoral: ‘El Prado dejará de ser un aparcamiento-basurero y no se pondrá ni un solo ladrillo’. ¡Menudo era Alejandro! Era difícil seguirle el ritmo, sobre todo en una campaña en la que se alimentaba solo de nueces. Se la jugó al cerrar la puerta a los proyectos inmobiliarios. En los años de la dictadura y en los de la democracia estaban encima de la mesa. El Prado siempre era objeto de deseo, pero pasaban los alcaldes y aquello no se abordaba. Nosotros quisimos convertir ese espacio en el más importante de la ciudad. Ofrecimos a la Universidad el traslado a un campus que pudiera incluir la mayor parte posible de centros para así poder trasladar a la antigua fábrica de tabacos todas las dependencias municipales. El Ayuntamiento actual hubiera quedado para protocolo, museo y actividades culturales. Soledad Becerril y el Rectorado se opusieron. Propusimos crear una gran plaza, desde la fachada de la Universidad hasta los pisos de la calle Diego de Riaño. El tráfico se reconduciría a un túnel que atravesaría esa plaza. ¿Lo recuerdas? Soledad Becerril se opuso. Como alternativa, el Partido Andalucista, a través de la Gerencia de Urbanismo, presentó a información pública el proyecto de los actuales jardines que tanto te gustan. Soledad Becerril propuso, ante el estupor de todos los andalucistas, la construcción de viviendas de lujo justo delante de los pisos de la calle Diego de Riaño, lo que rechazamos de plano”.

“¿Y qué decirte de otros proyectos que impulsamos? Los parques de la Buhaira, Miraflores e Infanta Elena, la agenda de Sevilla Ciudad del Deporte, once bibliotecas, doce centros cívicos, diez instalaciones deportivas, la candidatura olímpica a la que se le sacó mucho partido, la peatonalización de Tetuán. Fue la primera y en la que fuimos con Alejandro de alcalde de comercio en comercio. Dejamos esbozado el proyecto de peatonalización de Asunción y un cuerpo de más de mil jóvenes voluntarios en el programa Cicerones de Sevilla... Han pasado ya muchos años, pero convendría tener una memoria no solo justa, sino productiva. No podemos conformarnos con confrontar, ventear, soltar ocurrencias y plantear imposibles. Ahora me doy cuenta de que sufrimos mucho, pero hicimos muchas cosas gobernando primero con Soledad y después con Alfredo”.

En la taza quedan posos de café. En el ambiente, de cierta nostalgia que verdaderamente hace justicia. Se podría emplear otras perspectivas, pero todos tenemos derecho a idealizar el pasado siempre que los datos que sirvan de base sean reales.

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