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testigos Muchos de los llamados a testificar no presenciaron los hechos, sino que los vieron en Youtube

Las "enviadas de Satán"

  • El juicio al grupo Pussy Riot recibe críticas desde dentro y fuera de Rusia y pone en el punto de mira a la Iglesia ortodoxa y el auge de su poder gracias a Putin

El juicio al grupo punk Pussy Riot por cantar en el altar de una catedral contra Putin recuerda a muchos rusos los procesos sumarios por brujería de la Inquisición, por las continuas alusiones a dios y al diablo, al paraíso y al infierno. "Estoy convencido de que Dios condena lo que las enviadas de Satán hicieron. Estoy seguro de que este pecado será castigado en esta vida y en la próxima", aseguró el arcipreste Vsévolod Chaplin, uno de los principales ideólogos de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR).

Las tres componentes del grupo anarquista, que tienen menos de 30 años, son acusadas de "menoscabar los pilares espirituales del Estado" ruso, donde la Iglesia está separada del Estado y gran mayoría de la población profesa la fe ortodoxa.

¿Su pecado? Cantar encapuchadas en el altar de la catedral de Cristo Salvador de Moscú, donde tocaron la guitarra y bailaron en ropa interior.

"Madre de Dios, echa a Putin", decía la canción, que las ha convertido en celebridades en todo el mundo, ya que estrellas como Sting, Peter Gabriel o Red Hot Chilli Peppers han salido en su defensa.

"Esto parece la Inquisición", dijo el padre de una de las mujeres, Yekaterina Samutsévich, en referencia a que la gamberrada puede costarle a su hija hasta siete años de cárcel, según el Código Penal.

Las anarquistas son acusadas de blasfemia y sacrilegio, pero sus partidarios recuerdan que en Rusia no hay una ley que tipifique esos comportamientos como delitos penales.

A las comparaciones con la Inquisición han contribuido sin duda los testigos citados por la acusación, entre los que figuran varias empleadas y guardias de seguridad de la catedral construida tras la caída del comunismo, así como creyentes "heridos en su fe" que no presenciaron los hechos, sino que los vieron en el canal Youtube. "Me duele el alma. Este dolor siempre permanecerá en mi corazón", aseguró Vasili Tsiganiuk, que se ocupa del cuidado del altar y se niega a perdonar a las acusadas.

Mientras, otros testigos se empecinan en rechazar una compensación económica por la "herida espiritual" causada. "No queremos el dinero de Judas", señaló Tatiana Amosova, vendedora de velas.

"Vinieron al templo para declarar la guerra a Dios y a la Iglesia Ortodoxa Rusa. ¿Y qué? No son los primeros, ni serán los últimos", aseguró Oleg Ugrik, quien no estaba en la iglesia cuando tuvo lugar el incidente en febrero pasado y se presentó voluntariamente a declarar. Ugrik comparó los sacos que cubrían los rostros de los integrantes del grupo con el mismo diablo, lo que desató no pocas risas en la sala. "Son lobos con piel de cordero. Ellas mismas se han abierto las puertas del infierno. La idea del paraíso y el infierno es tan real como el metro de Moscú", dijo.

Mientras, las Pussy Riot aseguran que nunca intentaron insultar a nadie, en especial a los creyentes ortodoxos, y se declaran inocentes del delito que se les imputa. "Nuestros motivos fueron exclusivamente políticos. No somos enemigos de la cristiandad. Queremos que los creyentes ortodoxos estén de nuestro lado, del lado de los activistas que se oponen al autoritarismo", dijo Nadezhda Tolokonnikova, líder del grupo.

Pussy Riot decidió escenificar su actuación en Cristo Salvador después de que el patriarca ortodoxo pidiera el voto para Putin en vísperas de las elecciones presidenciales de marzo, lo que indignó a la oposición.

"Yo pensaba que la Iglesia amaba a todos sus hijos, pero parece que la Iglesia ama sólo a aquellos que quieren a Putin", manifestó otra integrante del grupo, María Aliojina.

Según una encuesta del Centro Levada, un 65% de los rusos abogan por la inmediata puesta en libertad de las mujeres, mientras un 26% pide su encarcelamiento.

Y es que la IOR ha crecido en influencia desde la llegada al poder de Putin, que les ha devuelto las propiedades expropiadas durante la Unión Soviética, alentado su proselitismo por el mundo y hecho oídos sordos a las denuncias sobre su dudosa financiación. Y también es que son muchos los rusos que creen que la Iglesia ortodoxa se autoproclamó religión estatal, cuando la Constitución establece cuatro confesiones oficiales (cristianismo ortodoxo, judaísmo, islám y budismo).

"Se han atrevido a atacar los dos pilares del moderno orden establecido ruso: el Kremlin y la Iglesia Ortodoxa. Esto no es un delito penal. El juicio es claramente político", denuncia Amnistía Internacional.

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