55 años de ‘Bitches Brew’
El álbum de Miles Davis resultaría seminal para el jazz y abriría nuevas puertas a su desarrollo futuro.

Bitches Brew de Miles Davis está considerado como uno de los álbumes más revolucionarios de la historia del jazz. Sirvió para consolidar la mezcla de jazz y rock abriendo la música a nuevas experiencias creativas y sonoras. Las sesiones de grabación tuvieron lugar en el 30th Street Studio de Columbia Records durante tres días de agosto de 1969 en Nueva York y el álbum se publicó como doble vinilo el 30 de marzo de 1970, hace 55 años.
El doble LP original incluía sólo seis cortes y contaba con la presencia de algunos sobresalientes músicos de la generación más joven del jazz de aquel momento. Junto a Miles Davis participaron Wayne Shorter, saxofón soprano; Bennie Maupin, clarinete bajo; Chick Corea, Keith Jarrett y Larry Young y Joe Zawinul, piano; John McLaughlin, guitarra; Dave Holland, bajo; Harvey Brooks, bajo eléctrico; Don Alias, congas y batería; Juma Santos, congas; Billy Cobham, Lenny White y Jack DeJohnette, batería. “El truco es rodearse de músicos que no toquen los mismos clichés de siempre”, dijo Miles en referencia a su banda.
El contexto
En aquel momento Davis buscaba ampliar su audiencia. Sus álbumes no se vendían lo suficiente para satisfacer a la compañía discográfica y sus conciertos no daban el número de público asistente para justificar su caché, por entonces el más alto del jazz. Clive Davis, el presidente de Columbia Records le habló de actualizar su música y llegar a un mercado más joven. El mercado del rock estaba ahí, el cuarteto de Charles Lloyd, con Keith Jarrett al piano, Ron McClure al bajo y Jack DeJohnette a la batería, se había convertido en la banda más popular del jazz; con una música que entraba y salía del jazz, sobrevolando los ritmos del rock, en álbumes como Forest Flower y Dream Weaver, los discos de jazz más vendidos de 1967. Lloyd mostraba que había un público, numeroso y joven, receptivo a las nuevas ideas que el rock podía aportar a la música de jazz. El espíritu aventurero del público de la época es clave para entender las grandes transformaciones culturales y musicales de la década. No hay que olvidar el escenario de movilizaciones sociales y cambios culturales que conforma la segunda mitad de la década de 1960 en EUA: Movimiento por los Derechos Civiles, contracultura, psicodelia, contestación a la Guerra de Vietnam, prensa underground, movimiento estudiantil, misticismo oriental, etc. De hecho, la promoción de Bitches Brew se hizo en la prensa alternativa y radios independientes intentando llegar a la audiencia del rock y la contracultura.
Por otro lado, Miles Davis estaba pendiente de lo que pasaba en el rock negro de su país. La idea de fusionar rock y jazz le había estado dando vueltas desde que escuchó a James Brown y el sonido funky de Sly and The Family Stone; de vez en cuando asistía a sus conciertos, igual que a los del guitarrista Jimi Hendrix por el que también estaba muy interesado. Hendrix había publicado en 1968 Electric Ladyland, un doble álbum paradigmático en la historia del rock, con dos largos temas: 1983... (A merman I should turn to be) y Voodoo Chile, que mostraban las posibilidades de un acercamiento entre jazz y rock. Se podría decir que Voodoo Chile es la jam primigenia del jazz-rock.
A Hendrix le gustaba encerrarse en el estudio de grabación con otros músicos e improvisar. Pocos meses antes de las sesiones de grabación de Bitches Brew, Larry Young, John McLaughlin y Dave Holland habían participado en algunas jams con el guitarrista. Las sesiones con Holland y Young se publicarían después de su muerte en el álbum Nine to the Universe (1980) y posteriormente en su ampliación en CD, Message From Nine To The Universe (2006), ambos recopilados por Alan Douglas para ilustrar la afinidad del guitarrista con el jazz. A Hendrix le interesaba el jazz libre y en estas sesiones las posibilidades de la fusión rock-jazz aparecen como algo real y tangible.
El álbum
Davis compuso la mayor parte de la música de Bitches Brew salvo dos excepciones importantes, Pharaoh’s Dance (compuesta por Joe Zawinul) y la balada Sanctuary (compuesta por Wayne Shorter). Cuando el álbum apareció no era una música fácil de escuchar, demasiado extrema para el público de jazz más conservador. Aun hoy lo es. Había elementos del rock psicodélico y de la vanguardia free en su música y una amplia exploración de la potencialidad melódica de la trompeta a través de las posibilidades tímbricas del instrumento. Los dos primeros temas Pharaoh’s Dance y Bitches Brew son impresionantes, una escucha atenta te puede hacer descubrir matices y texturas sorprendentes. Otro corte sobresaliente es Miles Runs the Voodoo Down inspirado en el trabajo de Jimi Hendrix en Electric Ladyland.
Algunas piezas se ensayaron antes de las sesiones de grabación, pero en otras los músicos tenían poca o ninguna idea de lo que iban a grabar –una vez en el estudio de grabación sólo recibían unas pocas instrucciones–. Davis pensaba que de esta forma facilitaba la interacción entre ellos, obligándolos a prestar más atención a las interpretaciones de unos y otros –y a sus propias indicaciones, siempre intuitivas, que podían cambiar en cualquier momento–. Para Ian Carr, uno de sus biógrafos y también músico, los elementos básicos que conforman Bitches Brew son la interacción de la trompeta de Miles y el resto de la banda sonando como un todo: “Los solos de los diferentes instrumentos son más un color de la textura del conjunto que un solo en si. Miles domina toda la función.”
Con Bitches Brew, Miles Davis no presentaba un simple híbrido entre jazz y rock, sino una nueva forma de pensar la improvisación y el estudio de grabación –y la relación entre ambos–. La música fue pensada y construida desde conceptos específicamente fonográficos y con métodos de producción que en aquel momento eran ajenos al jazz. Siempre se alude a la experiencia de la música concreta de Pierre Schaeffer. Bitches Brew es en realidad un ensamblaje de grabaciones procedentes de varias jams grabadas en el estudio que el productor Teo Macero seleccionaba, cortando y pegando secciones, ensamblando partes, para completar un todo coherente. Hay una gran cantidad de ideas y recursos novedosos en el álbum. Lo que comenzó siendo un intento de adaptación a un nuevo público terminó convirtiéndose en un gran logro artístico. Miles supo captar toda la música que había en torno a sí, fagocitarla y hacer algo nuevo que impactaría en la práctica y conceptualización del jazz por venir.
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