'Adiós Arturo': risas hasta el final con La Cubana

Teatro

La veterana compañía regresa seis años después a Sevilla con una nueva comedia alocada, esta vez en torno al peculiar funeral de un artista ficticio de vida hiperbólica

Los actores de la compañía La Cubana, durante la presentación de su nuevo espectáculo este miércoles en la Plaza de San Francisco.
Los actores de la compañía La Cubana, durante la presentación de su nuevo espectáculo este miércoles en la Plaza de San Francisco. / Antonio Pizarro
Francisco Camero

13 de febrero 2019 - 17:49

Sevilla/Casi seis años después de su última visita, La Cubana regresa a Sevilla con su teatro popular, colorido y musical. Si en aquella ocasión se presentaron en el Lope de Vega con Campanadas de boda, ahora lo hacen –en el mismo teatro– con una obra dedicada a otro rito social en el que todos estamos llamados a participar como testigos y protagonistas: el funeral. Pasado el trance, eso sí, por el particular filtro de comedia alocada y vitalista de la longeva compañía catalana.

La obra, titulada Adiós Arturo (así, despidiendo también a la coma vocativa, merecedora de otro sentido funeral) y que estará tres semanas en el Lope de Vega, se ha presentado este miércoles en plena calle, dando espectáculo y haciendo promoción directa en la Plaza de San Francisco para los turistas sorprendidos por el despliegue de color y para los paseantes que se acercaban para averiguar a qué venía tanto jaleo.

"En Sevilla estamos como en casa, con un público además que es siempre muy receptivo, muy a nuestro aire", celebra el director de La Cubana, Jordi Milán. ¿Y qué hay de nuevo en esta ocasión? Pues esencialmente nada, pero cualquiera que conozca la trayectoria de la compañía, que desde el lejano año 1986 no ha dejado de visitar asiduamente los escenarios de esta ciudad, muy en particular el del Lope de Vega, sabe ya que esa es la gracia, lo que engancha a su público.

"Hay lo mismo de siempre; como suelo decir, nos repetimos más que los loros", bromea Milán. "Hay teatro hecho a partir de la vida cotidiana –añade–, a partir de ese teatro que todos hacemos en nuestro día a día y que a veces pasa desapercibido. Y hay un teatro divertido y popular, con mucho color, con risas y música, con sorpresas y con participación del público".

Adiós Arturo cuenta la historia de Arturo Cirera Mompou, un señor ficticio nacido en 1918 y no casualmente en Sevilla, más en concreto en la calle Amor de Dios, pues como es costumbre en La Cubana la historia se ha aliñado con los correspondientes guiños locales. Tras vivir hasta los 101 años con intensidad y alegría, este señor, artista "prácticamente renacentista", escritor, compositor, pintor, escultor, actor, dramaturgo, escenógrafo, presentador de televisión y coreógrafo entre muchas otras facetas creativas, le encarga a La Cubana, enemigo de "expresar sentimientos con frases hechas", alérgico a los duelos y quebrantos y amigo como era de los placeres y la risa, la organización de su propio funeral.

Y esto es lo que verá el público que asista al Lope de Vega, un largo funeral oficiado (casi) ininterrumpidamente desde este jueves día 14 hasta el 3 de marzo. Un largo y peculiar funeral que no es más que la excusa para repasar, comenzando por el final para remontarse hasta el principio, una vida hiperbólica con la que fantasearía cualquiera de nosotros en un mal día, empequeñecidos por la rutina y las servidumbres cotidianas. Un funeral sui generis, también, que le sirve a La Cubana para volver a reírse de todos esos paripés que articulan la así llamada vida social en sus diversos formatos de fiestas, bodas, bautizos y comuniones.

El "intríngulis" del espectáculo recaerá sobre Eugenio, el loro del finado Arturo, animal que es en el fondo "el protagonista" de la obra y agente clave para desmontar con socarronería la parafernalia que se desata siempre alrededor del fallecimiento de algún personaje de gran fama. De ahí la profusión de estas aves en la cartelería desplegada en la Plaza de San Francisco, estaba tratando de explicar Milán cuando, de manera totalmente imprevista aunque rimando en el fondo con el "espíritu surrealista" de la compañía del que precisamente se encontraba hablando su director, apareció un pintoresco individuo, confundido tal vez por el nombre del grupo teatral, dando no pocos alaridos contra la intolerable "dictadura en Cuba".

Quedó flotando la duda de si habría tenido algún otro lema gritable –parecía de los que tienen siempre una idea clara y fija sobre cualquier asunto de actualidad– de haber sabido que cubanos no, y castristas en principio tampoco, pero catalanes sí que eran esos señores con trajes de colores... Pero este asunto de los catalanes, más grave pero no necesariamente más serio (que diría aquel genial guionista italiano), va ya en otras secciones de este diario. Y aquí, al menos ahora y con La Cubana, como siempre recuerdan sus responsables, se viene a disfrutar.

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