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Amando al psicópata

Crítica 'Mientras duermes'

Marta Etura protagoniza la nueva película de Balagueró.
Manuel J. Lombardo

17 de octubre 2011 - 05:00

Mientras duermes. España, 2011, Thriller, 107 min. Dirección: Jaume Balagueró. Guion: J. B. y Alberto Marini. Intérpretes: Luis Tosar, Marta Etura, Alberto San Juan, Petra Martínez, Carlos Lasarte, Pep Tosar, Amparo Fernández, Oriol Genís, Iris Almeida. Fotografía: Pablo Rosso. Música: Lucas Vidal.

Jaume Balagueró parece haberse apartado momentáneamente las texturas hiperrealistas del terror zombi en directo de la saga [Rec] pero no se aleja del edificio de vecinos como espacio recurrente para otro tipo de terror más sugerente, psicológico y depurado bajo unas formas y unos métodos que remiten a Hitchcock, al Polanski de El quimérico inquilino o a cintas con psicópata irresistible como El silencio de los corderos.

La apuesta aquí consiste en situar al espectador en la piel y el punto de vista de un portero solitario y acomplejado (del que poco sabemos más allá de su infelicidad crónica y de su extraña relación con una madre enferma), un tipo sin conciencia de clase ni perfil sociológico que ve pasar cada día a los sainetescos vecinos del inmueble mientras masculla su particular venganza en forma de enrevesado plan de acoso y derribo contra una joven de la que está secretamente enamorado.

Nada de esto sería creíble si Luis Tosar no insuflara al personaje unas dosis de fuerza, turbiedad y sistemática convicción que pasan por encima incluso de las debilidades e insuficiencias de su trazado sobre el papel, principal reclamo de una cinta que se adentra poco a poco en los rincones del mal puro con algunas secuencias de impacto sostenidas en el fino alambre del exceso grotesco.

Los muchos elogios a Balagueró parecen obviar su tendencia al subrayado, sus dificultades para conseguir un tono a propósito de los personajes secundarios y su poca sutileza a la hora de gestionar la banda sonora. Menos dudas nos quedan de su confianza plena en el magnetismo y las habilidades de un tipo cuya siniestra opacidad termina por campar a sus anchas para castigo de moralistas y deleite de sádicos con necesidad de identificación, aunque sea de segundo grado.

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