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La importancia del sentido del ritmo

Crítica de Música 'Real Orquesta Sinfónica de Sevilla'

Marzena Diakun debutó en el Maestranza dirigiendo a la ROSS / Marco Borggreve
Andrés Moreno Mengíbar

29 de junio 2018 - 08:25

La ficha

*** Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. XXVIII Temporada de conciertos. Programa: 'Fanfarria para la mujer poco común', de J. Tower; 'Fanfarria para el hombre común' y Concierto para clarinete, orquesta de cuerdas, arpa y piano, de A. Copland; 'Preludio, Fuga y Riffs', de L. Bernstein; 'Un americano en París', de G. Gershwin. Clarinete: Sebastian Manz. Directora: Marzena Diakun. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves, 28 de junio. Aforo: la mitad.

La poco justificable espantá de Axelrod, dejando a la Sinfónica a tres días de un concierto programado por él y para él mismo, para marcharse a dirigir a otra orquesta mejor, nos permitió conocer a la directora polaca Marzena Diakun. Si cabe aplaudirle por hacerse cargo de un concierto con un programa poco habitual en tan pocos días, también hay que reseñar su poca sintonía con parte de un programa que hacía de la fusión ente lo sinfónico y el jazz su razón de ser.

Arrancó su debut sevillano con dos fanfarrias para metales y percusión relacionadas entre sí, pues Joan Tower homenajea con su pieza a la famosa composición de Copland. En ambos casos Diakun cargó su dirección sobre los perfiles más solemnes, optando por tempos pausados, silencios prolongados y frases largas, a lo que la sección de metales de la Sinfónica respondió con enorme precisión, limpieza de sonido y brillante empaste.

El concierto de Copland arrancó con una soberbia y delicadísima exhibición de control del sonido por debajo del piano por parte de Sebastian Manz, dueño de un poderoso fiato y capaz de hilar el fraseo con un legato de enorme sensibilidad. Su virtuosismo y su sentido del color se evidenció en la cadencia y en el segundo movimiento, en el que a la batuta le faltó una mayor soltura en los juegos rítmicos. Delicada y poética, como siempre, el arpa de Daniela Iolkicheva.

Manz volvió a participar en la pieza de Bernstein, la que mejor interpretación global consiguió gracias a los magníficos grupos de metales que abordaron con swing total la fuga y los riffs, con los solistas sucediéndose en virtuosismo.

La misma poca sintonía con el mundo de swing mostró la directora en Un americano en París, iniciado de forma insulsa y desarrollado de manera rutinaria.

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