Enciclopedia de la seguiriya

Diego Clavel culmina con 'Por seguiriyas' su magno proyecto de ofrecer todas las variantes melódicas de cinco de los estilos más característicos de este arte

Diego Clavel, con la guitarra de Antonio Carrión.
Diego Clavel, con la guitarra de Antonio Carrión.
Juan Vergillos

22 de abril 2009 - 05:00

Diego Clavel ha comentado en más de una ocasión que esta sería su última grabación. Sus seguidores lo lamentaríamos, pero, por otra parte, después del esfuerzo hecho en sus últimos cinco trabajos, una auténtica enciclopedia melódica de cinco de los estilos con más variedades del flamenco (malagueñas, fandangos de Huelva, tarantas, soleares y seguiriyas), parece difícil redirigir una empresa discográfica después de estas obras cumbre. Y es que Diego no es hombre de alivio. No podemos esperar de él un disco de transición, ligero. Quizá le quede completar su enciclopedia con los fandangos llamados personales o las cantiñas, aunque estos no sean estilos afines a nuestro intérprete. O uno de tientos y tangos, con su familia melódica (mariana, farruca, garrotín, etcétera).

Como sus precedentes, esta es una obra didáctica. La principal pretensión de Diego Clavel a la hora de firmar este disco ha sido teórica, no estética. Mostrar cada una de las variantes melódicas por seguiriyas. Así deben ser juzgados cada uno de los 17 cortes que componen este disco doble. Los cantes no están agrupados y montados por su valor artístico, sino por su origen y parentela melódica. Así, encontramos cantes en los que se proponen seguidas varias seguiriyas de transición, sin obertura ni cierre, en virtud de su origen en un mismo compositor. Lo cual no quiere decir que, pese a sus objetivos didácticos, ésta no sea una obra de la más alta calidad estética. Es, como dije con el disco que abrió la serie, el de las malagueñas, y, a sugerencia de Alberto Marina, El clave bien temperado, en este caso de la seguiriya. O las Variaciones Goldberg. Las variaciones las firman aquí los grandes creadores seguiriyeros de la historia de este arte, desde los Caganchos trianeros hasta los gaditanos Francisco La Perla y El Mellizo. Quiere esto decir que el orden propuesto por Diego es el que ofrecieron los Soler en su libro Antonio Mairena en el mundo de la seguiriya y la soleá que es el canon melódico de este cante, limitando el origen de sus creadores a Triana, Jerez, los Puertos y Cádiz. Es decir, siguiendo en todo la propuesta de Antonio Mairena en su libro Mundo y formas del flamenco y en su disco Esquema histórico del cante por seguiriyas y soleares y el resto de su discografía.

Es la enciclopedia mairenista de un excelso mairenista, por supuesto que con voz propia, como es Diego Clavel. El cantaor se ajusta a este canon, tal y como lo fijaran los Soler, aunque manifiesta algunas discrepancias. La primera es no resultar tan exhaustivo: el número de variantes que incorpora es menor. La segunda tiene que ver con esto mismo: Diego manifiesta en el libreto sus dudas respecto a ciertos cantes que según el canon mairenista (bien en su concepción original, bien en la versión de los Soler) son distintos, y que podrían ser en el fondo el mismo con leves variaciones. No obstante expresar estas dudas, Diego los registra aquí, para que sea el oyente el que se forme su propia opinión, al cantarlos con distinta letra. Obviamente, cada cantaor hace los cantes a su manera, les da un toque personal, según sus condiciones y gusto estético, lo cual no quiere decir que se trate estrictamente de variantes melódicas diferenciadas. Es un tema complicado, como reconoce Clavel, que requeriría un análisis musical estricto y el establecimiento exacto de unos criterios diferenciadores entre género y especie.

Pasando de la teoría a la práctica, Por seguiriyas tiene el espíritu de las grandes obras clásicas flamencas. No en vano, es uno de los estilos característicos del cantaor, con el que se identifica plenamente y en el que despliega todos sus recursos técnicos y emocionales. Austeridad, sentido recto, intimismo, entrega y color son las principales características de un disco cuya variedad estriba, además de en las variantes melódicas, en la presencia de dos guitarras maestras, cada una a su forma, y en las nuevas letras que firma el propio Diego. Una obra que alcanza cotas de la máxima calidad artística en los estilos de Cagancho, en la cabal de Silverio, el cante del Planeta o en el cambio de Manuel Molina, estilo del que Clavel hizo bandera en los años 60 y 70.

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