DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Enrique Morente

Eterno Morente

  • El último número de la revista 'Candil' dedica un amplio espacio a glosar la personalidad artística y la obra de Enrique Morente

Enrique Morente en su última aparición pública, diciembre de 2010.

Enrique Morente en su última aparición pública, diciembre de 2010. / Grupo Joly

Fue el más importante músico y cantaor flamenco de nuestros tiempos. Enrique Morente Cotelo (Granada, 1942- Madrid, 2010) canta muy bien. Lo mismo el canon flamenco que las nuevas músicas flamencas que el inventa para las poetas que le duelen, que le alegran. Además de eso es inteligente, tal vez para ahondar en su pena. Va por delante, siempre en fuga, medroso. Le surgen varias soluciones que no van a ninguna parte a un tiempo.Que resulte clásico para algunos y vanguardista para la mayoría es un hecho que no dice gran cosa. Morente es dórico y corintio a un tiempo. En sus primeros discos es de un clasicismo radical. En ellos demuestra Morente que aprendió la lección que vorazmente tomó de sus maestros en los años sesenta de los tablaos madrileños. Morente se juntó con los viejos, a escucharlos: Bernardo el de los Lobitos, Pepe de la Matrona, Juan Varea, Perico el del Lunar, Manolo de Huelva, Aurelio Sellés. A escuchar de sus vocecitas temblonas sus cantes y sus historias. Cantes e historias de un hombre que no llegó a viejo, Antonio Chacón. Viejos con memoria de elefante que le trasmitieron la devoción a una obra que ellos vieron nacer, a un hombre al que contemplaron morir. Chacón configuró el repertorio flamenco a finales del siglo XIX y principios del XX. Morente es el más chaconiano de los cantaores de nuestra época y sin embargo es tildado de heterodoxo. Cosas que pasan en el flamenco, en el arte. En toda su obra es radical la huella chaconiana, aunque en sus primeros cinco discos este influencia raya la devoción religiosa. Morente se hizo hombre, cantaor de flamenco, por Antonio Chacón, imitando los gestos, las actitudes de rebeldía, los melismas de Chacón. El quinto disco de Morente se titula Homenaje flamenco a don Antonio Chacón (1977). En él descubre a los aficionados flamencos el legado del gran cantaor jerezano. Aunque como buen granadino dórico, hombre del oriente al cabo, incluyó en estos discos los fandangos del Yerbabuena y las granaínas. Sin embargo el Morente más mineral de esta etapa pujante, hermosa, primera, inaugural, es el cante de las minas: tarantos y tarantas de Almería, cartageneras y malagueñas. Morente descubre en estos primeros registros la potencia que es capaz de expresar su rabia y su capacidad melismática. Para muchos este es el mejor Morente, el más perdurable.

Portada de la revista. Portada de la revista.

Portada de la revista.

Eso sí, ese mismo año de 1977 del disco dedicado a Chacón también grabó otro titulado Despegando. En él introduce música flamenca nueva, inédita, a ritmo de tangos y bulerías, compuesta por él para cantar textos nuevos, algunos firmados por él mismo, de afirmación personal y autonómica, y otros de poetas como Miguel Hernández y Antonio Machado. También la influencia de otras músicas, las de la egipcia Om Kalsoum. Y Morente cantando mejor que nunca. Morente barroco, soberbio, retorcido por el melisma. El acierto de nuestro cantaor consistió en crear nuevas músicas para cada poema, en lugar de adaptar los poemas a los palos clásicos, que fueron compuestos para otro tipo de poesía, la flamenca en cuartetas octosílabas. A los nombrados les seguirían Manuel Machado, Pedro Garfias, Alberti, Nicolás Guillén, José Bergamín, etc. También los del siglo de oro: San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Quevedo, Góngora. Y los de la Edad Media: Juan del Encina. Incluso de otros idiomas: Al-Mutamid, Leonard Cohen.Y, por supuesto, Lorca. El Lorca colorista, cursi, bello, de Doña Rosita. El Lorca flamenco del Poema del cante jondo. El trágico: Yerma. El surrealista: Así que pasen cinco años. Los poemas alucinados por la contemplación de la máquina contemporánea, las pesadillas de Poeta en Nueva York que Morente hace con acompañamiento de rock pesado.

La brillante continuación de esta aventura flamenca, la más fascinante de las que me ha sido dado contemplar, es El pequeño reloj (2003), Morente sueña la Alhambra (2005) y Pablo de Málaga (2008) los últimos discos de estudio de Morente. El guiño (porque Morente ha aprendido de Marchena el sentido burlón respecto al canon flamenco, para reírse de los llamados puristas, esto es, de los aficionados intransigentes), el guiño: El pequeño reloj, se abre con un clásico entre los clásicos (que también fue vanguardia en su día): la rondeña de Montoya tocada, gracias a las nuevas tecnologías, por el propio Montoya. Morente se hace acompañar en El pequeño reloj de la vanguardia tocaora flamenca (Niño Josele, Tomatito) pero también de los clásicos, de Montoya y de Manolo de Huelva, a través de grabaciones de los años treinta. También de las programaciones de Carlos Jean y de los pies de Israel Galván. Los textos de León Felipe. Un disco conceptual, como los últimos suyos, pero con aliento clásico y trágico. Una reflexión sobre la vida y la muerte, esto es, el tiempo. Morente sueña la Alhambra iba a ser la banda sonora de la película homónima y al final se trasformó en otra cosa, aunque hay temas que están en los dos sitios como el que hace con Pat Metheny o la asombrosa soleá en directo en el Patio de los Aljibes con Tomatito. Amplia la nómina de sus poetas a María Zambrano y Luis Cernuda y tiene un taranto con Juan Habichuela soberbio y un tango porteño. En Pablo de Málaga, un encargo del Museo Picasso de la ciudad natal del pintor, sigue con los nuevos poetas: Rafael Inglada y Luis de Góngora. Se acompaña de la restallante batería de Eric Jiménez y de una orquesta andalusí y se cierra con un par de números en los que se lanza abiertamente a la música electrónica. Quizá esa hubiese sido la senda que hubiese recorrido Morente desde entonces, entre otras, obviamente, porque su inquietud le hacía transitar muchos caminos al mismo tiempo.

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