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La dulzura de la Pascua | Crítica

Hechuras de matriarca

La cantaora sevillana Esperanza Fernández apenas contó con 24 horas para preparar este concierto.

La cantaora sevillana Esperanza Fernández apenas contó con 24 horas para preparar este concierto. / Grupo Joly

El villancico tradicional y el moderno. El repertorio de la zambomba jerezana en dos voces de excepción y un coro. El repertorio moderno, edulcorado, suena más rancio que la Calle de San Francisco, con su frescura y picardía costumbrista o que, incluso Huyendo del rey Herodes, glosa de los evangelios que Jesús Méndez cantó, portentoso, evocando a su tía La Paquera. También hizo el de Jerez, como un trueno, El peregrino y El patriarca Manuel del repertorio moderno porque, pese a que en el programa de mano se presentan como “clásicos populares” lo cierto es que son temas que, a ritmo ternario, compuso Fernando Terremoto en los inicios del siglo XXI. Esperanza Fernández lo tuvo francamente difícil: la llamaron 24 horas antes del estreno para que sustituyera a Antonio Reyes, en cama por enfermedad.Cuando salió al escenario a cantar Los campanilleros a dúo con Méndez le falló el inalámbrico y luego, cuando se sentó, fallo el micrófono de pie. Sin embargo sacó el recital adelante con una bulerías de temática navideña de la Niña de los Peines, Por los balcones del cielo, y dos temas tradicionales, por tangos y tanguillos, estos últimos de melodía endiablada, de la zambomba jerezana. Si hay una artista capaz de salir de este envite esa es Fernández que, pese a tener que cantar leyendo los textos, brilló a su altura habitual, cerrando la actuación con una pataíta muy gustosa. Con esa afinación prodigiosa que ha heredado de su madre, tiene, como ella, hechuras de matriarca. Los miembros del coro hicieron un par de temas tradicionales y luego tuvieron la oportunidad de lucirse individualmente cantando y bailando por bulerías en el fin de fiesta.

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