Arte

Gala Porras-Kim y el lado espiritual

  • El CAAC alberga la primera individual que se celebra en España de la artista colombiana afincada en Los Ángeles, interesada en buscar la trascendencia en el trabajo de los museos

Gala Porras-Kim, ante el muro de 'Sin título (Eflorescencia)'.

Gala Porras-Kim, ante el muro de 'Sin título (Eflorescencia)'. / Juan Carlos Muñoz

A Gala Porras-Kim (Bogotá, 1984) le llama la atención la tranquilidad casi reverencial con que el público se mueve por las estancias del British Museum. "Cuando uno entra en una sala llena de momias lo hace en completo silencio. ¿Por qué? Porque la gente ya sabe que eso que vemos son hombres y mujeres momificados, y hasta los niños guardan respeto", dice una artista que se pregunta, "sobre los restos humanos que albergan los museos, qué edad debe tener un cadáver para dejar de ser cadáver, porque una abuela que se acaba de morir y una momia son lo mismo, al fin y al cabo, sólo que a una y a otra las diferencian miles de años", argumenta esta creadora colombiana afincada en Los Ángeles, cuya obra protagoniza una exposición, Vistas más allá de la tumba, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo hasta el 3 de septiembre.

La primera individual que se celebra en España de Porras-Kim es una muestra de la sensibilidad de una autora que busca la trascendencia y la poesía que a veces se escapa de la fría catalogación de los museos, en los que investiga las creencias que acompañaban algunas piezas o la transformación que la biología –elementos como los hongos, la sal, el agua o el paso del tiempo– provoca en ellas.

Con réplicas, dibujos, instalaciones e incluso a través de cartas a directores de museos, Porras-Kim explora entre otras cuestiones cómo el arte funerario o los objetos ceremoniales dialogan con las instituciones museísticas, si los centros cumplen la voluntad que expresaron los muertos. En Amanecer para el sarcófago de la 5ª dinastía del Museo Británico procedente de Guiza, la artista recuerda la tradición egipcia de enterrar a los difuntos mirando hacia el este. Reproduce una tumba y sugiere, con una flecha pintada en el suelo, que el Museo Británico corrija la posición en que tiene el féretro real.

Porras-Kim, ante el sarcófago que orienta al este. Porras-Kim, ante el sarcófago que orienta al este.

Porras-Kim, ante el sarcófago que orienta al este. / Juan Carlos Muñoz

"Las medidas de conservación de las instituciones se refieren sobre todo al mantenimiento físico de los objetos, la conservación y preservación de los elementos físicos, pero cuando hay alguna otra función intangible que debería tener prioridad sobre el objeto físico, no se considera. ¿Podría haber un departamento en el museo encargado de preservar la parte espiritual de la colección?", se lee en una cartela del museo. "Es un tema complejo", afirma en persona, "porque las momias dejaron unas indicaciones para que fueran cuidadas, y en realidad los museos los están conservando tal y como querían. Pero a veces se descuidan detalles que tienen que ver con las creencias que tenían esas personas".

Así, en algunas obras, las decisiones de Porras-Kim se encaminan a otorgar el descanso a esos difuntos, como ocurre en la pieza que da título a la exposición, Vistas más allá de la tumba. Inspirándose en la estatua de Nenjeftka, un alto funcionario de Egipto que creía que se reencarnaría en una escultura, la artista propone el dibujo de un paisaje plegado y diseñado para envolver la vitrina donde se guarda esta figura, una fórmula para preservar así la intimidad de este hombre, siempre expuesto a la mirada de los visitantes del Museo Británico. En el CAAC se exhibe también la carta que Porras-Kim mandó al conservador Daniel Antoine y al encargado del Departamento de Egipto y Sudán de la institución inglesa.

"Los museos deberían tener a un encargado de preservar la parte espiritual de la colección”, opina la autora

Porras-Kim, cuya curiosidad antropológica la ha llevado a estudiar los verbos zapotecos o la danza coreana, devuelve la dignidad a otros restos como los de Luzia, una mujer de cerca de 11.500 años, el fósil más antiguo de América, que sufrieron el incendio que devastó el Museo Nacional de Brasil. La artista imprime en una servilleta, con las cenizas de esta persona, la huella de una mano que parece saludar a los visitantes del Monasterio de la Cartuja y que cobra así una nueva vida.

El personal del CAAC, cuenta su director, Juan Antonio Álvarez Reyes, llegó por casualidad al universo de Porras-Kim. "Nos empezamos a fijar en su trabajo en una visita a Los Ángeles. Estábamos preparando la muestra de Suzanne Lacy y vimos una exposición de Gala, pero como comisaria en el MOCA, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles. Nos quedamos impresionados con su inteligencia y vimos que además de comisaria era artista. La invitamos a montar aquí una individual que tenía que celebrarse el año pasado, pero por distintos motivos la cambiamos a ahora", explica Álvarez Reyes, para quien "el retraso nos ha beneficiado: iba a ser en otro espacio y no en la zona monumental. El recinto y sus propuestas se complementan. Aquí tenemos un lugar histórico que ha sido vaciado de sus referentes culturales, de obras de arte, incluso de cuerpos, como el de Cristóbal Colón, que estuvo enterrado aquí. Este sitio, por tanto, se caracteriza por la ausencia, pero resuenan todas las voces que estuvieron aquí. Gala es una artista colombiana que ha desarrollado su carrera en EE UU, y todo lo que tiene que ver con la expansión colonial europea en América, por su origen, asoma por sus investigaciones".

Una de las salas de la exposición. Una de las salas de la exposición.

Una de las salas de la exposición. / Juan Carlos Muñoz

"Gala, por resumirlo en pocas palabras", prosigue Álvarez Reyes, "cuestiona cómo los museos coleccionamos y mantenemos esa colección. Hacemos catalogaciones científicas, fijamos una fecha de las obras, nos preocupamos por los materiales, pero ella habla de algo que olvidamos en los centros de arte: la cuestión espiritual. Nos olvidamos muchas veces del significado que tuvieron algunas piezas en el pasado, y ella hace algunos gestos para una posible restitución".

En su poética, Porras-Kim se fija también, como apunta Álvarez Reyes, "en aquellos elementos que para nosotros, los responsables de los museos, son terroríficos: las esporas y los hongos, la salinidad, el agua, contra los que luchamos en nuestros almacenes". Sín título (Eflorescencia), un impresionante muro que destaca en el recorrido de la exposición, toma una técnica que se utiliza en México para derribar edificios: llenar de sal pequeños agujeros hechos en la pared para que el cemento se descomponga y el inmueble se derrumbe. En otra obra, De una instancia de caducidad surge una muestra perenne, Porras-Kim incorpora a una tela blanca moho obtenido en el almacén del Museo Británico. Las esporas, y el tiempo, irán alterando el lienzo y creando en él una extraña e inesperada belleza.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios