El Greco, el primer cubista

El Museo del Prado da la bienvenida a las vanguardias con una muestra que analiza la fecunda influencia que el cretense ejerció a lo largo de un siglo en artistas como Picasso y Cézanne.

1. Las dos versiones de la 'Dama del armiño', a la izquierda la de Cézanne y a la derecha la del Greco, se exhiben juntas por primera vez en la historia. 2. El 'Laocoonte', en primer plano, una obra llegada de Washington y una de las piezas más valiosas de la exposición. 3. Visitantes ayer en el Prado, que prevé que esta muestra sea una de las más concurridas de su historia. 4. 'Bañistas' de Cézanne, un lienzo escoltado por dos escuturas del artista cretense . 4. Javier Barón, comisario de la exposición, ante el cuadro 'Vision de san Juan', que ha llegado a Madrid cedido por el Metropolitan de Nueva York.
Charo Ramos Madrid / Enviada Especial

24 de junio 2014 - 05:00

Ni Velázquez ni Goya ni Rafael. "No hubo ningún otro maestro antiguo que influyera como El Greco en la pintura moderna". Así lo cree Miguel Zugaza, director del Prado, el museo que reúne la mayor colección de obras del artista y que se suma a la celebración del cuarto centenario de su muerte (Candia, 1541-Toledo, 1614) ahondando en el rastro que dejó en las obras de Picasso, Manet, Cézanne, Pollock o Bacon.

Comisariada por Javier Barón, jefe del área de conservación de pintura del siglo XIX, El Greco y la pintura moderna reúne 106 piezas procedentes de 70 instituciones y colecciones privadas tanto españolas como extranjeras. 26 de ellas son obra del Greco (sólo siete participaron en la recién clausurada El Griego de Toledo) y entre las 57 pinturas y 23 dibujos y grabados restantes no faltan las firmas de maestros como Chagall, Modigliani, Giacometti, Kokoschka, Schiele, Saura y Zuloaga.

El itinerario expositivo ofrece, según Zugaza, tres lecturas complementarias. Por un lado, una antología perfecta de obras maestras del Greco que informa de sus principales etapas y estilos. Por otro, las citas y deudas que muestran hacia su arte los principales pintores de la modernidad. Y, por último, se abordan los estudios académicos sobre el cretense con la exhibición de trece publicaciones que favorecieron la difusión de su obra, entre ellas la primera monografía a cargo de Manuel Bartolomé Cossío.

El Prado da así la bienvenida a la vanguardia en una cita que se prolongará hasta el 5 de octubre y que ayer inauguró oficialmente la Reina Letizia. Coorganizada con Acción Cultural Española y el patrocinio de la Fundación BBVA, esta ambiciosa apuesta ha propiciado que viajen a España los dos lienzos del Greco que más han influido en la modernidad, Laocoonte y Visión de san Juan (procedentes de la National Gallery de Washington y el Metropolitan de Nueva York, respectivamente), El Entierro de Casagemas de Picasso (cedido por el Museo de Arte Moderno de la Villa de París) y la versión que hizo Cézanne de la Dama del armiño.

Aunque actualmente se cuestiona la autoría de la Dama del armiño, que ha llegado procedente de Glasgow, la fascinación que ejerció en las vanguardias está perfectamente ilustrada en la muestra, que incluye también la copia a bolígrafo sobre papel que Giacometti realizó de ambas obras: la de Cézanne y la atribuida (ahora con interrogaciones en las cartelas) al Greco se muestran juntas por primera vez porque, como recordó ayer Javier Barón, "la pintura viaja más rápido que la historia del arte".

Ocho ámbitos estructuran esta lección magistral sobre la complejidad y hondura de la influencia del Greco. "La exposición muestra cuál fue realmente el peso del pintor sobre varias generaciones de artistas que encontraron en él una fuente para la renovación estética, un compañero de viaje, un pintor que podían considerar de los suyos", explicó Gabriele Finaldi, director adjunto de conservación e investigación de la pinacoteca española.

La muestra arranca atendiendo al interés de los pintores españoles decimonónicos por su frescura, colorido y luminosidad, como ocurre con Fortuny, que captó en acuarela La Trinidad, la primera obra del Greco que entró en las colecciones reales al ser adquirida por Fernando VII, o con Ricardo de Madrazo, autor de varias copias del Caballero anciano. Esa admiración alcanza a artistas norteamericanos como Chase y al francés Manet, de quien vemos Cristo muerto con ángeles. Pero la vinculación del griego de Toledo con el origen de la pintura moderna se aprecia sobre todo en las obras donde Cézanne lo cita: Bañistas y la Dama del armiño, que pintó a partir de una litografía, por lo que se inventó el color pero fue fiel al sentido del volumen.

La segunda sección analiza la huella del Greco en los orígenes y definición del cubismo a través de varias obras de Picasso, "el pintor sobre el que ejerció una influencia más duradera", a decir de Javier Barón. La deuda fue muy intensa en el período azul del malagueño: El entierro de Casagemas es su particular relectura de El entierro del señor de Orgaz y La comida frugal su guiño a la elegancia gestual de San Pedro y San Pablo. Derain, Modigliani y los cubistas checos como Emil Filla y Prochazka se incluyen también en este ámbito.

A partir de 1890 los artistas españoles redescubren al Greco, sobre todo Zuloaga, que llegó a poseer en su colección personal la Visión de san Juan, hoy en el MET. Picasso la vio en su casa deParís poco antes de pintar ese manifiesto programático del cubismo que es Las señoritas de Aviñón y las semejanzas entre ambas obras constituyen ahora uno de los capítulos más jugosos de la historia del arte. En su obra Mis amigos, Zuloaga pintó a los escritores españoles que apreciaron el arte del Greco, como Unamuno, Baroja, Azorín y Ortega y Gasset, y entre los que incluyó también al torero Juan Belmonte.

La cuarta sección se centra en el orfismo, el movimiento derivado del cubismo y creado por Delaunay que fue, según el comisario de la muestra, el más vinculado a la obra del Greco.

Hoy nos resulta incuestionable la proyección del artista en el expresionismo germánico, que recibió la influencia del Laocoonte y de la importante versión del Expolio que posee la Alte Pinakothek de Múnich y ha viajado al Prado. Obras de artistas alemanes como Macke, Beckmann, Hofer y Steinhardt, de los austriacos Schiele y Kokoschka y del holandés Korteweg pueden verse en este apartado.

Los paisajes de Toledo del Greco sostienen la sexta sección, que resalta la inspiración que ofreció a surrealistas como Masson y Óscar Domínguez, entre otros. Un diálogo indispensable entre la Visión de Chagall y La Anunciación del Greco, de la que toma la composición y el asunto, anticipa otro de los maridajes más logrados del recorrido: el acercamiento a su obra por parte de Pollock. Y es que, como demuestra la séptima sección, los pintores norteamericanos del siglo XX tuvieron en el cretense un estímulo al haberse formado, como ellos, en diferentes culturas artísticas. Obras de los muralistas mexicanos Diego Rivera y Orozco así como del chileno Matta acompañan a los trabajos de Pollock, de quien también se incluyen aquí las copias que realizó, a instancias de su maestro Benton, a partir de las reproducciones del libro de Maurice Legendre.

La exposición concluye con las nuevas aproximaciones a su pintura, angustiosamente expresivas, tras la Segunda Guerra Mundial. Rodeando la Resurrección del Greco, y vinculado al soldado que muestra en primer plano, vemos el escorzo de la Mujer tumbada de Francis Bacon que ha cedido la Tate. Otro ejemplo es Escucha oh Israel de Bomberg, que se relaciona con el icónico Cristo abrazado a la cruz del Prado. Las relecturas de sus retratos por Antonio Saura anteceden al colofón de la muestra: las versiones que Picasso creara, al final de su carrera, de las dos obras del Greco más importantes para él, El entierro del señor de Orgaz y El caballero de la mano en el pecho. Antes de franquear el umbral, el visitante verá una dedicatoria a José Álvarez Lopera, jefe de conservación de pintura española del Prado hasta su prematuro fallecimiento en 2003, quien propuso la realización de este proyecto. Como aseguraba Finaldi sin ditirambos: "Nunca ninguna exposición se había propuesto analizar la influencia del Greco sobre más de un siglo de producción moderna, y los resultados son realmente sorprendentes".

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