Cultura

Guillermo Paneque ante el paso del tiempo

  • El fundador de 'Figura' regresa a su ciudad natal con 'Los arrepentimientos', una reflexión sobre el arte y la memoria que el CAAC inaugura este martes.

Guillermo Paneque (Sevilla, 1963) vuelve a su ciudad natal, donde desde 1990 no protagonizaba una exposición individual, con un sugerente proyecto titulado Los arrepentimientos en el que ha reunido una selección de piezas propias y otras del desaparecido pintor y profesor de la Facultad de Bellas Artes Miguel Pérez Aguilera. Paneque formó parte de la generación de artistas que despuntó en los años 80 al igual que Rafael Agredano, que cofundó junto a él y Pepe Espaliú la revista Figura y a quien homenajea en el último trabajo de esta muestra: el trailer del vídeo Los avisos que ha rodado en el Pabellón de Chile junto a otra compañera de aventuras generacionales, la directora teatral Pepa Gamboa.

La memoria y el paso del tiempo, los surcos que la experiencia deja en la materia física y en la emocional, son algunos de los temas que transitan por esta exposición que subvierte determinados códigos narrativos y cronológicos para invitar al espectador a un cruce insospechado de miradas donde se funden la propia con las de Paneque y Pérez Aguilera. "Mi trabajo nunca funciona en aislamiento, sino que encuentra su sentido o su interés en el diálogo permanente con otras obras, contextos e historias", defiende el artista, que también es el comisario de la muestra y el autor del diseño espacial.

Su "curiosidad antropológica", afianzada en una carrera internacional que le ha llevado recientemente a participar en la Iª Bienal de Cartagena de Indias (Colombia), así como su desinhibición a la hora de abordar diversos lenguajes -de la pintura a la instalación pasando por el cine, el comisariado y la edición- imprimen un ritmo diferente a la propuesta, dividida en dos espacios o, como Paneque sugiere, "dos tiempos".

La primera parte de la muestra explora desde una perspectiva actual la idea clásica del memento mori, símbolo de la fugacidad terrenal, y la preocupación por la condición temporal de las obras. Paneque reúne aquí trabajos muy diversos, algunos producidos expresamente para esta cita que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) acogerá hasta el 22 de junio. Se incluyen en este conjunto la instalación que cede el coleccionista Fernando Yñiguez, en la que una escultura a gran tamaño sobre la que se ha acumulado el polvo da la réplica a un coche de juguete adquirido en una tienda de baratijas, y una pieza circular presentada en la feria ARCO, repintada ahora en fucsia, que invita al espectador a acercarse a dos pequeños dibujos similares a los de las colecciones cartográficas del ejército adoptando una posición visual activa. Estos juegos y conversaciones culminan en la instalación con la que homenajea a sus padres: una pieza donde los botes de mermelada de naranja amarga están sellados con precintos sobre los que estampa escenas de la vida familiar.

En este primer ámbito ocupa también un papel destacado el vídeo rodado en Manila gracias a la beca de la Fundación Botín y donde construye un relato o leyenda urbana en torno al paso de un vendedor ambulante con su takatak, "una simple caja de madera portátil para vender cigarrillos o golosinas", explica.

En la segunda parte de Los arrepentimientos el material esencial son obras de arte (pinturas y dibujos) pero también objetos personales y útiles del estudio de Pérez Aguilera, "a quien no se reivindicaba públicamente desde la exposición que Juan Bosco Díaz Urmeneta comisarió para El Monte y la que le dedicó la galería Birimbao", recordó el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes. Las piezas reunidas serán el punto de partida para un filme que Paneque prepara sobre este maestro de las vanguardias locales reivindicado por autores tan diversos como Carmen Laffón o Curro González. "He podido espigar en su estudio muchos de sus recuerdos, por ejemplo los libros de Stefan Zweig que él leía y releía, como Momentos estelares de la humanidad. Quería que la exposición se refiriera no sólo a las obras de arte que Pérez Aguilera produjo sino a las cosas con las que convivía, las notas que dejó escritas, los balances, los comentarios de los visitantes a sus exposiciones... Las pinturas que de él he reunido se acercan mucho más al pop -una argumentación que también hace Gordillo en esa peculiar mezcla entre lo abstracto y lo figurativo- y las pongo en relación con alguna pieza propia, como una motocicleta que redunda en la idea de taller, industrial, de ciertos procesos creativos", continúa.

La exposición termina con un muro cubierto de réplicas de azulejos de Delft que conecta las dos salas y donde hay una ranura por la que el visitante puede dejar sus impresiones, bromas a amigos o cualquier otro mensaje. Es una invitación más al diálogo y al arte entendido como ejercicio de imaginación y reinterpretación.

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