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Crítica de Danza

Inmenso poderío de los cuerpos

Desde 2015, este ballet que durante más de 20 años dirigiera el genial coreógrafo americano William Forshyte se encuentra bajo la guía de Jacopo Godani.

El artista italiano, formado en la escuela Mudra de Béjart y bailarín solista durante años también en el Ballet, ha renovado las filas del mismo y ha realizado varias coreografías, cuatro de las cuales se presentaron anoche en el Teatro de la Maestranza, en velada única, tras pasar hace unos díaspor el madrileño Teatro Real.

Fisicidad y virtuosismo son las tarjetas de presentación del nuevo elenco desde la primera pieza, Metamorphers, basada en el Cuarteto de cuerda número 4 de Béla Bartók, que interpreta en vivo el Ensemble Modern. Poderío de unos cuerpos que a veces se ven sobrepasados por el poderío de la música amplificada (algo tal vez inevitable con 13 bailarines pisando las tablas).

Echoes from a restless soul, sobre dos piezas del Gaspard de la Nuit de Maurice Ravel fue de lo mejor de la noche. Sobre el piano de Korolev, Godani recupera el paso a dos (ellas con puntas) como generador de un hermoso dramatismo que surge, no de la intención, sino de las complejas y cambiantes posiciones. Un barroquismo posible sólo gracias gracias a una flexibilidad que llega a sus más altas cotas en Posgenoma, la tercera pieza de corte futurista en la que las torsiones de la pareja protagonista llegan a extremos casi sobrehumanos.

La velada terminó con Moto Perpetuo, una coreografía muy coral -aunque también ofrece hermosos tríos-, secundada por la música electrónica de 48nord, que se caracteriza por un dinamismo apabullante. Neoclasicismo de inspiración béjartiana para un brillante y aplaudido final.

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