"La verdad de Iraq rompió la confianza entre pueblo y gobierno"

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Paul Greengrass dirige un 'thriller' sobre la Guerra de Iraq y el descubrimiento de la falacia de las armas de destrucción masiva

"La verdad de Iraq rompió la confianza entre pueblo y gobierno"
"La verdad de Iraq rompió la confianza entre pueblo y gobierno"
E. P. / Madrid

11 de marzo 2010 - 17:27

"Cuando se supo la verdad sobre Iraq se rompieron los vínculos de confianza entre la población y el Gobierno de Estados Unidos, al igual que ocurrió en los años 70 con Vietnam", afirma el director de Green Zone. Distrito Protegido, Paul Greengrass.

En este filme, un thriller ambientado durante los primeros días de guerra de Iraq, el subteniente Roy Miller -interpretado por Damon- y su equipo de inspectores tienen la misión de recorrer el desierto en busca de armas de destrucción masiva. Sin embargo, descubren un plan que desmonta el motivo de su búsqueda y deciden buscar respuestas.

El director explica que parte de la oposición a la Guerra de Iraq estaba dentro de la propia CIA, en relación con la diseminación de la inteligencia. Según asegura, antes de la guerra lo que necesitaba Estados Unidos era la excusa de las armas y la inteligencia para continuar con la invasión. Normalmente es la CIA y otras organizaciones las que analizan y asesoran acerca de la información que obtienen, y poseen unos filtros muy sofisticados para evitar que lleguen datos falsos o equivocados a las esferas más altas de la política. Sin embargo, según añade, lo que paso antes de esta guerra fue que varios grupos montaron una inteligencia alternativa y lo enviaron directamente a la Casa Blanca, y "así es como la inteligencia mala y engañada llegó dentro del sistema".

Así, por esta razón, señala que "mucha gente dentro de la CIA estaba en contra porque veían lo que pasaba, y la lucha que existía en Washington luego se replicó en quienes llegaron a la zona verde, sobre lo que había que hacer una vez estaban allí". "Lo que quería hacer la CIA era llegar a algún tipo de acuerdo pragmático, y no habría sido muy popular", indica Greengrass.

El director afirma que cuando da clase a los estudiantes de cine les transmite que "lo que importa es contar tu propia historia y cantar tu propia canción". Por ello, y en este caso, declara que de lo único que se acuerda es de la "sensación de furia" que sintió cuando se dio cuenta de que no había armas de destrucción. "Es lo que he querido contar con esta historia", dice.

Considera que es esencial que la población vea esto, y cree que, aunque se trata de un tema complejo y difícil, se pueden llevar al público ideas y conceptos complicados si lo presentas de una forma cinematográfica que pueda aceptar, como ha pasado en el caso de Avatar o Dark Knight. En esta ocasión, al igual que hizo en la trilogía de Bourne, ha decidido llevar a cabo una película de acción, comercial, al mundo real, y colocarla ahí, junto a todo lo que estaba ocurriendo y la controversia moral que rodea este asunto, y dejar a un lado la ciencia ficción. "Cuando estaba realizando El ultimátum de Bourne tenía claro que el mundo exterior estaba constantemente llamando a la puerta para entrar por la ventana y todos los acontecimientos estaban exigiendo entrar", señala.

Respecto a la intención de la película, subrayó que él "no es político", y decir que esta película lo es significaría que realiza "propaganda". A pesar de que no evita etiquetas, afirma que no acepta esta denominación, porque ha realizado la película desde su propia experiencia. "Hago las películas para dar sentido a las cosas que veo, enseño el mundo como es, con pasión", indica Greengrass.

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