El heroico conjunto vocal sevillano A5 Vocal Ensemble ha conseguido culminar un viaje paralelo al que Kavafis deseó para Ulises en su retorno a la patria. No diez, pero sí seis años les ha llevado completar el periplo por los ocho libros de madrigales de Claudio Monteverdi. No hubo lestrigones, ni cíclopes ni el colérico Poseidón, pero sí los problemas de espacio que les llevaron a cantar en conventos e iglesias hasta otear el buen puerto del Espacio Turina. Y hubo que evitar los embates furiosos de la enfermedad.

Pero, como bien dice el poeta griego, lo importante ha sido el viaje, el entrar en “puertos nunca vistos antes”, esto es, en esos remansos de tranquilidad y belleza que son los madrigales del genial cremonense, a través de los cuales y gracias a los cuales el grupo ha ido creciendo, madurando en su concepción de esta música, aprendiendo a transitar desde la polifonía tardía de los primeros libros al stile rappresentativo del último de ellos, guerreros y amorosos a la par.

Para la ocasión se contó con la participación instrumental de dos violines (esenciales para balli y piezas concertadas) y un continuo de viola da gamba y clave que supieron arropar las armonías y marcar apropiadamente los ostinati de piezas como Chiome d’oro o el Lamento della ninfa.

Comenzaron frías las voces, con falta de empaste entre las femeninas y problemas de resolución de los pasajes agudos de los tenores. Pero a partir de Tu dormi apareció esa capacidad de matizar el sonido y de embeberse de la retórica de los afectos que les llevó a firmar momentos de gran intensidad. Para el recuerdo ese lamento en el que Pacheco paladeó las frases sin excederse en la acentuación, con el etéreo y acaricienate colchón sonoro de las voces masculinas.