Muchachito, en solitario y sin Bombo Infierno
El hombre-orquesta catalán presenta mañana en la Sala X sus nuevas canciones tras un parón de cinco años.
Se llama Jairo Perera, tiene 40 años y un azogue en el cuerpo que lo empuja a hacerlo todo torrencialmente, ya sea tocar la guitarra, moverse o hablar de sus próximos proyectos. El mundo lo conoce como Muchachito Bombo Infierno, aunque para su última aventura él ya ha prescindido de los apellidos, que son su propio grupo, y ha decidido saltar solo al vacío, sin red, sin miedo y sin guión. Reinventando los modos del oficio. Hace algunas semanas inició en Barcelona una gira que lo mantendrá en las carreteras de España hasta poco antes de la Navidad. Presenta, y regala, la maqueta de adelanto del disco que publicará en la primavera de 2016. Cuando salga hará otra, que quién sabe cómo enfocará. Algo se le ocurrirá, porque Muchachito no para quieto. Serán sus primeras canciones nuevas después de cinco años de silencio como Muchachito, por más que haya estado ocupado con sus compadres en G-5. Mañana recala en Sevilla, en la Sala X, donde ofrecerá un concierto muy especial convertido, más aún de lo habitual, en hombre-orquesta. Y como se ha propuesto desprenderse de todo lo superfluo se ha fabricado un artilugio que le permite tocar la batería con los pies -caja en el pie derecho, y bombo en el izquierdo- hecho a base de metacrilato, gomaespuma y vaya usted a saber qué más, y al cual hay que golpear con un zapato de claqué. Así le quedan las manos para tocar la guitarra y el bajo en un solo instrumento que ha modificado para que así sea: unas cuerdas a un ampli, otras a otro. Uno de válvulas, otro de transistores. A grandes males, grandes remedios.
-El procedimiento habitual en la industria musical es primero la publicación del disco y después la gira de presentación. Usted ha invertido el orden. ¿Se ve a sí mismo como un pionero, que cambiará los usos y costumbres de la promoción?
-No creo que sea un pionero, intento hacer las cosas que me vienen bien alterando siempre el orden. El último disco lo presenté sin disco y con un videoclip, hoy en día no hay formas establecidas para presentar los trabajos y cada proyecto es un mundo, es necesario verlo así para sacar fruto a las cosas.
-Además, ha prescindido de Bombo Infierno. ¿Algún motivo confesable? ¿Tal vez no podían seguir su frenético ritmo? ¿O en tiempos de crisis es mejor cuantos menos sean a repartir?
-No tuvo que ver la crisis, de hecho cuando avisé a mis compañeros dos años antes de parar, tampoco la había de esta manera. Cierto es que ahora las bandas numerosas están sentenciadas aquí, pero como una infinidad de cosas. Aun siendo autogestionado, no era libre, no me sentía libre, ese era el principal motivo. Nadie tenía exclusivas conmigo ni las he querido nunca, pero yo estaba sometido a mil horas de oficina y tenía poco tiempo para tocar. En esta gira la gente va al concierto y me encuentra a mí en el escenario con un montón de cacharros e inventos, con los que voy a ir desmenuzando canciones, nuevas y antiguas, contando historias de los temas y tocando la que me pidan también. Hay que avisar: no es un concierto ni corto ni suave...
-Escuchando La maqueta, no se detectan grandes cambios respecto a sus anteriores entregas. Sigue con esa irresistible y torrencial manera de rumbear como si no hubiera un mañana, para contar sus historias callejeras. Aunque las seis canciones del disco suenan como inacabadas, efectivamente, a maqueta. ¿Aparecerán en el próximo álbum un poquito más maqueadas?
-Claro, una maqueta es una maqueta y he tocado todos los instrumentos yo, sin editar y sin adornar, y con la instrumentación que llevo en directo, eso es clave, el bombo no es un bombo, el bajo no es un bajo y la caja no es una caja, incluso cuando suena una batería normal está tocada con los pies, menos una pista de refuerzo en redobles y platos. Para el disco contaré con compadres de antiguas bandas, de la Bombo Infierno, por supuesto, y con mis compadres el Ratón y Santos también. Eso es lo que puedo avanzar.
-Pasará el otoño de gira por España, ¿el Charco lo cruza después de Navidad o espera a tener el disco en la mano?
-No, en diciembre voy para Argentina y Chile, hay que llevar la maqueta personalmente.
-¿Cómo piensa explicarles a los de aduanas que es usted un hombre-orquesta y que necesita válvulas, transistores, cojines, gomaespuma y metacrilato? Mire que la cosa se está poniendo muy mal...
-Es difícil, me han llegado a requisar las cuerdas de guitarra. Espero que su hijo aprenda bien, señor agente... Por suerte, lo que llevo cada vez se parece menos a instrumentos y todo lo que no sean instrumentos es más fácil y barato de transportar.
-Ha usado la palabra "triunfanding" para decir que no le gustan los patrocinadores...
-El triunfanding es tener salud para sudar, para cambiarlo por pilas y pan, las demás alternativas no me convencen.
No hay comentarios