Muere Gurlitt, el hombre que atesoró arte expoliado por los nazis

Cornelius Gurlitt, el coleccionista alemán que durante décadas guardó en su casa de Múnich más de un millar de obras de arte (1.280), muchas de las cuales fueron en su momento expoliadas por los nazis, murió ayer a los 81 años. El fallecimiento llega semanas después de conocerse el acuerdo alcanzado por sus representantes legales con el Gobierno alemán y las autoridades bávaras para la inspección y eventual restitución de las piezas a sus legítimos propietarios.

Gurlitt deja una colección llena de interrogantes. Aún no está claro quién la heredará ni muchos menos qué cuadros pertenecían legítimamente al coleccionista y cuáles deberán ser devueltos. El primer paso será determinar si hay herederos o un testamento (el anciano no tuvo hijos y su única hermana tambien murió, aunque sí tenía parientes lejanos) o si la colección pasará a ser propiedad del Estado.

El caso de Gurlitt salió a luz pública el pasado mes de noviembre, cuando se reveló que este hombre había atesorado durante gran parte de su vida obras de Picasso, Chagall, Matisse, Beckmann y Nolde, algunas de las cuales eran incluso desconocidas. El coleccionista era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen de Hitler para tratar con obras del así llamado por los nazis arte degenerado, que fueron retiradas de los museos alemanes.

Gurlitt (hijo) se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich y Salzburgo, hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas pesquisas por posible evasión fiscal. Los investigadores sospechan que muchas de las obras que obraban en poder del coleccionista llegaron a manos de su padre después de que sus propietarios judíos se vieran obligados a venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.