"Orobroy' es una obra que está viva. Ya no es mía, es del pueblo"
El pianista flamenco Dorantes inaugura mañana la nueva temporada del teatro Riberas del Guadaíra de Alcalá.
Se inició en la música acariciando las cuerdas de una guitarra hasta que, a los 10 años, David Peña Dorantes (Lebrija, 1969) quedó fascinado por las posibilidades del piano flamenco. Hoy, tres décadas después, decenas de proyectos y una carrera llena de coherencia y búsqueda representan el tesón de un músico empeñado en crear nuevas formas en el flamenco "pegado a las raíces pero en un mundo sin fronteras". Bajo el título de Dorantes en concierto, el de Lebrija ofrecerá mañana, en la inauguración de la temporada del Teatro Riberas del Guadaíra de Alcalá, una selección de sus dos primeros discos -Orobroy (1998) y Sur (2008)- y avanzará algunos de los movimientos incluidos en el álbum que tiene en capilla, Sin Muros (previsto para la próxima primavera en el sello Universal), además de "mucha improvisación", explica el intérprete sobre el concierto de "pura música" que ofrecerá junto a tres músicos más: bajo, saxo y batería.
Es el directo, no en vano, la primera razón de su carrera. "En mi escala de valores el disco no está arriba. Es algo que suelo hacer cuando me apetece, porque a mí lo que de verdad me gustan son los directos, es cuando disfruto con mis cosas, con mis colaboraciones con Noa, con Renaud García-Fons... y al final el disco siempre lo dejo para lo último". En cualquier caso, su obra Orobroy (pensamiento en caló), su debut discográfico, es hoy un clásico y el tema que dio nombre al disco una de las melodías más populares del flamenco de la última década. "Cuando se publicó, no pegó ese pelotazo. En realidad, ha ido creciendo poco a poco. Y hoy Orobroy es una obra viva y ya no es mía, es del pueblo, de quien la escucha", dice sobre un tema -todo un himno para el pueblo gitano- que continúa vivo en ballets, en conciertos contemporáneos e, incluso, en las melodías de los móviles. "Para cualquier compositor, el que su obra sea usada, es lo mejor del mundo", confiesa.
Esquivo -con toneladas de humildad- a la hora de valorar su papel en el impulso del piano flamenco, Dorantes sí concede espacio en su discurso para recordar sus comienzos: "Cuando empecé quedaba una parcela por edificar y aunque estudié piano clásico, en el piano flamenco soy completamente autodidácta porque me tuve que buscar la vida para llevar aquello que estaba aprendiendo en el conservatorio a lo mío". Un testigo que recoge ahora la nueva generación: "Cuando a los chavales de los conservatorios se les saca de tocar clásico y se acercan al piano flamenco se ven con libertad", dice quien, según figura en su biografía, fue el primer gitano en realizar una formación académica musical. "Fui autodidacta en el piano flamenco pero estudié la gramática de la armonía y la composición. Estudiar la técnica no resta la impronta, la improvisación, el sabor... Pasa, por ejemplo, con los músicos de jazz: tienen una preparación muy fuerte a la hora de escribir y de analizar las armonías pero es una música que improvisa, que está muy viva. El flamenco, lo mismo. Cuando yo empecé, hubo debate sobre si estudiar iba a restar pellizco, pero eso está superado", defiende quien pertenece a una estirpe flamenca en la que se cruzan las sagas, añejas y sabías, de Lebrija y Utrera.
La cita de mañana, en Alcalá, se enmarca dentro de la gira europea de invierno que llevará a este músico por París, Estambul y Antalya, entre otras grandes citas que afronta como quien crea una casa piedra a piedra: "Esto es una carrera de largo y llevo ya mucho años intentando salir fuera. Cuando me llaman para festivales grandes me siento alegre, me siento realizado".
Dorantes en concierto. Teatro Riberas del Guadaíra. Mañana, a las 21:00. De 15 a 25 euros. www-servicaixa.com.
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