ROSS. 11º de abono GS | Crítica

Tensiones y lirismo en Mahler

La 3ª de Mahler de la ROSS en el Maestranza.

La 3ª de Mahler de la ROSS en el Maestranza. / Marina Casanova

Ocho conciertos de abono después, volvió la ROSS al Gran Sinfónico del Maestranza con un Mahler colosal, el de esa 3ª Sinfonía que dura casi dos horas y requiere unos 150 intérpretes en escena, esa sinfonía en la que el compositor austriaco hace representar su peculiar visión de la Creación, sostenida en un panteísmo que es a la vez consolador y magnificente.

Soustrot cargó en el arranque las tensiones con unas trompas y unos contrabajos que marcaron extraordinariamente los acentos, dejando desde el principio la sensación de que asistiríamos a una interpretación de extremados y acerados contrastes, con unos metales refulgentes que dieron a ese extensísimo primer movimiento un aire de impetuosa marcialidad, que será la que acabe imponiéndose en el final, aunque entre medias haya espacio para un lirismo delineado casi a plumilla, con excelentes participaciones solistas. El aire de pastoral del segundo movimiento fue construido a partir de la melodía inicial del oboe y en el tercero la agitación del final resultó compatible con una claridad admirable y un juego misterioso y sensual con la trompa de postillón colocada fuera de escena. La mezzo noruega Astrid Nordstad mostró una pasta oscura y un fraseo delicado y maravillosamente proyectado. Impecables los coros. El Adagio final, una de las cumbres de todo el arte mahleriano, se levantó con precisión desde la profundidad de la cuerda (muy cálidas y presentes las voces medias) hasta el liberador crescendo final.

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