TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

ROSS in Camera 3 | Crítica

Barrocos de fin de semana

La ROSS en formación camerística tocando Mozart en el Espacio Turina.

La ROSS en formación camerística tocando Mozart en el Espacio Turina. / Guillermo Mendo

Es cada vez menos frecuente que los conjuntos sinfónicos afronten obras del Barroco (grandes piezas corales al margen, que también tocan muy de cuando en cuando) y resulta hasta raro ver un concierto para violín con un director que no sea el mismo solista desde el puesto de concertino. Este fin de semana la ROSS se ha hecho barroca por dos días. En el Espacio Turina Marc Soustrot se ha puesto al frente de un conjunto camerístico para afrontar un repertorio que, en cualquier caso, ya no es extraño a las generaciones más jóvenes, y ello lo mostró a la perfección Alexa Farré, la concertino del conjunto, que tocó como solista en los dos conciertos de L’Estro Armonico de Vivaldi  y en el de Brandeburgo de Bach que formaban parte del programa.

(Y de programas también hay que hablar. En decisión lamentable y gravosa para el aficionado, la ROSS ha decidido no hacer programas de mano para este ciclo. Con una falta de cortesía hacia sus propios profesores en verdad incomprensible ni en la web ni en ningún otro sitio facilitó el listado con el nombre de los intérpretes que participaron en la sesión, ni siquiera el de los solistas de los conciertos. En la ficha los tienen.)

Decía que Farré mostró que está perfectamente puesta al día de la interpretación barroca. Sus prestaciones fueron en todo momento ajustadas a estilo (eso sí, en el concierto de Bach no usó el violino piccolo que pide el compositor) en articulación, fraseo, control del vibrato y ornamentación, en lo que fue bien seguida por sus compañeros. A esa obra maestra absoluta que es el Op.3 nº10 de Vivaldi le faltó quizá un violonchelo de mayor presencia y agilidad y un bajo continuo algo más sutil. Mejor resultó la cosa en el Op.3 nº3, en el que la solista catalana lució un bello sonido, una línea perfecta y una limpieza articulatoria muy notable, por más que el acompañamiento (diez violines, cuatro violas y un continuo con dos cellos, un contrabajo y un clave) pudiera parecer algo excesivo y no siempre resultó igual de lucido ni ligero. Soustrot manejó en cualquier caso bien las dinámicas.

La ROSS creció de todas formas con la Maurerische Trauermusik de Mozart, tanto en número de intérpretes como en la profundidad de un sonido que, además de bien empastado, se hizo especialmente expresivo en su carácter doliente. En el 1º de Brandeburgo, más allá de una tímbrica que a alguno hoy puede resultar ya algo chocante en estas músicas (sobre todo, por oboes y trompas), el conjunto ofreció una visión de tempi rápidos y articulaciones ágiles.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios