Cultura

Tensión frente a melosidad

Guitarra: Vicente Amigo, Añil Fernández. Cante: Rafael de Utrera, Antonio el Negro. Percusión: Paquito González, Patricio Cámara. Flauta: Agustín Carrillo. Violín: Alexis Lefebre. Bajo: Juan Manuel Ruiz. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: 26 de octubre. Aforo: Casi lleno.

Para su presentación en Sevilla, Vicente Amigo ha minimizado la presencia de su último disco, Tierra, en el que propone un diálogo entre el flamenco y la música celta. Buena parte del concierto giró en torno a su repertorio clásico, incluyendo Mensaje, los deliciosos fandangos de su segundo disco, o la canción por bulerías Autorretrato, del disco Paseo de Gracia. Fue, junto a tarantas y soleares, lo mejor del concierto. Vicente Amigo es un gran melodista y su repertorio celta no puede ser sino amable, elegante y edulcorado. Sin embargo, en el ámbito de lo jondo tiene mucho que decir. Por eso, cuando hablo de clásicos más arriba me refiero a clásicos de lo jondo, así en general. Su revolución no consistió en una pofunda aportación armónica o rítmica. Simplemente, ofreció una visión muy personal de los elementos flamencos de su tiempo, especialmente de los contratiempos y las disonancias. Y por ello, goza de un lugar de honor en el Olimpo jondo desde hace más de dos décadas.

Aunque resulten menos originales que las del pasado, las nuevas composiciones de Amigo fueron bien recibidas anoche en Sevilla. La réplica melódica corrió a cargo del imaginativo violín de Alexis Lefebre y la flauta de Agustín Carrillo, que sólo en algunas fases del recital se movieron en ámbitos musicales brumosos, nórdicos, dando así muestra de su versatilidad. Rafael de Utrera brilló especialmente en Autorretrato, resultando íntimo y vibrante. Por supuesto que cuando Vicente Amigo se queda solo en la escena, el recital gana intensidad, épica y hasta fiereza, mientras que con el grupo, en especial con su nuevo repertorio, resulta más convencional.

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