Librerías

Última página de una librería

  • Julio Reguera, que empezó como librero en 1973, cierra definitivamente el próximo día 27 de febrero junto a Santa Catalina, aunque el local seguirá vinculado al mismo gremio

Julio Reguera, frente a su histórica librería.

Julio Reguera, frente a su histórica librería. / Juan Carlos Vázquez

Al menos Julio Reguera ha atendido el deseo que le expresó su hijo Pablo: “Papá, no se te ocurra que allí pongan un chino”. Y así será. La librería Reguera, una institución entre el bar El Tremendo y la iglesia de Santa Catalina, cesará su actividad el próximo 27 de febrero por jubilación de Julio Reguera (Sevilla, 1953), pero le tomará el relevo La Botica de Lectores.

La de Reguera es una historia tan apasionada como apasionante. Una librería de una sola generación y de un solo librero. Julio se va con las bodas de oro bien cumplidas, porque empezó en 1973 cuando se puso a trabajar en la papelería que al acabar el bachillerato abrieron sus hermanas en la antigua Posada del Lucero en la que su padre regentaba una pequeña tienda de comestibles. Un espacio en el que la papelería, que Julio iría convirtiendo en librería, convivía con una carpintería, un taller, una quincalla y con los inquilinos fijos o de paso del hostal.

En 1977 se instala en el local que ahora cierra sus puertas. Junto a los cinco compañeros que en las diferentes etapas le han acompañado en la aventura (Carmen, Manuela, Carlos, su hermano Guillermo y Yolanda, que llega a este fin de ciclo) le da las “gracias infinitas” al barrio de Santa Catalina. Su Parnaso particular. Nació en la calle Imagen “antes del Ensanche” unos meses antes de la nevada de febrero de 1954; vivió en la calle Carrión Mejías cuando el actual instituto Velázquez era el cine de verano Gran Almirante y se va a jubilar como vecino de Escuelas Pías. “Me cogeré una sillita como las de Semana Santa para ver desde fuera a la gente entrar a la librería”.

Su jubilación es morir de éxito. Estos días no deja de entrar gente a comprar libros, a felicitarle por lo vivido y desearle lo mejor para lo por vivir. Se despide del librero Javier Rodríguez Barberán, profesor especializado en los cementerios civiles. José Luis Escañuela, abogado que presidió la Federación Española de Tenis, se lleva tres libros, uno de ellos firmado por su autor. Entra Joaquín Caro Romero, pregonero de la Semana Santa en 2000 y premio Adonais en 1965. “Todos los libros de Joaquín los tengo agotados”.

En 1991, el librero viajó a Cartagena de Indias para un acto de Plaza y Janés. Allí conoció a Luz, colombiana de Medellín, con la que ha compartido las tres últimas décadas. De esa ciudad llegó a Sevilla Yolanda González en 1992, el mismo año que su compatriota Gabriel García Márquez presentó en la Expo sus ‘Doce cuentos peregrinos’. No hay relevo generacional. Pablo es veterinario en Valencia e Irene socióloga en Madrid. En cuanto a los hijos de Luz, Daniel es instructor de windsurf en El Palmar y Mariana, la única que tenía actitudes para hacerse con la librería, regresó a Medellín.

El librero recuerda grandes éxitos de ventas, ‘El Padrino’, de Mario Puzo, a rebufo de la película de Coppola, o ‘Y al tercer año resucitó’, de Vizcaíno Casas, “se vendió como rosquillas”. Como todo lo que publicaba Gala, los libros prohibidos (León Felipe, Celaya, Blas de Otero, Miguel Hernández, Alberti…) y títulos de pedagogía de Paulo Freire, Montesori, una disciplina que en España estaba relacionada con editoriales religiosas.

Se le acumulan los recuerdos. La vida está en los libros y viceversa. “En la calle Carrión Mejías había unos futbolines cuyo encargado, Ramón, era el portero del cine Santa Catalina. A los niños del barrio nos dejaba entrar a la segunda sesión. Ahora que acaba de morir, recuerdo el impacto de mis doce años viendo a Raquel Welch emergiendo de las aguas en ‘Hace un millón de años’”.

Entra un cliente muy especial, un ilustre vecino. Don José Ferrer, a sus lustrosos 91 años (nació el último día de enero de 1932), fue profesor de Julio en el san Francisco de Paula. “Menos Griego, he enseñado de todo”. Daba Formación del Espíritu Nacional, una de las tres marías. Puede que le inculcara a Reguera la pasión por los libros. “Todos los días nos leía en clase una página de El Libro de la Selva de Kipling”.

En 2021 murió Almudena Grandes; en 2022, Javier Marías; en 2023, cierra Reguera. Malos tiempos para la lírica. “Con Almudena compartí mesa y mantel en Becerra cuando vino a presentar ‘El lector de Julio Verne’. Le conté que mi madre el verano de 1936 se fue a Madrid a visitar a una hermana mayor cuando estalló la guerra y se quedó tres años en Madrid”. Fue uno de los tres libreros sevillanos que viajó a Madrid para compartir la presentación en un restaurante de ‘Berta Isla’, la penúltima novela de Javier Marías.

Le desea lo mejor Jesús Palomero, catedrático de Historia del Arte de la Universidad. La librería Reguera, con uno de los mejores escaparates sobre libros de cine, pasará pronto a ser tan historia como el cine Santa Catalina y su selecta nevería. Busca algún título Alberto Álvarez Pérez, diácono de San Vicente. El librero recuerda a su profesor de Religión, “era el párroco de san Pedro, un cura tan ilustrado como desaliñado de Cañete la Real, el pueblo de mi madre. Bautizó a mi hija en la pila donde bautizaron a Velázquez”.

En el mostrador, dos libros por los que siente especial aprecio, ‘Sevilla en clausura’, textos de Ismael Yebra y fotografías de Antonio del Junco, y ‘Rock Español Progresivo’, de Luis Clemente. Julio cumple en octubre 70 años. Como los rockeros, los viejos libreros nunca mueren. El sábado 25 la bibliografía será con cervecita en El Tremendo. El 28-F, Julio Reguera estrenará su personal estatuto de autonomía. “El 23-F me enteré del golpe de Tejero en la radio de la quincalla de Saluita. Volví a la librería, donde atendía a un sobrino de Fraga alumno del san Francisco de Paula”.

Cada cierto tiempo, se ven pasar de dos en dos a las hermanas de la Cruz camino de sus afanes. “En el colegio subíamos a la azotea para hacer gimnasia y veíamos a las monjas restregando y lavando la ropa en el lebrillo”. Cierra el mismo día del Vía Crucis de los Javieres. Entre los libros, ‘Cofrades de Leyenda’. La iglesia de Santa Catalina volvió a abrir. Reguera también lo hará, pero con otro nombre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios