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Anabel Veloso I Bailaora

“El flamenco no es cuestión de sangre”

La artista ensayando en su estudio para su estreno en la Bienal.

La artista ensayando en su estudio para su estreno en la Bienal. / José Ángel García (Sevilla)

Aunque como ella misma advierte “el apellido me delata”, ha sido ahora cuando la bailaora Anabel Veloso, invadida por la nostalgia de tener lejos a los suyos, ha sentido la imperiosa necesidad de profundizar en sus raíces lusas y buscar en sus recuerdos y experiencias las similitudes que existen entre el fado y lo jondo.

El resultado de este proceso es Oro sobre azul, expresión que los portugueses usan para expresar que algo es perfecto y que da nombre a su último espectáculo, que estrena este jueves día 10 en el Teatro Central, junto a Javier Patino, Diego Villegas, Pablo Suárez, Naike Ponce y Juan de Marinera, “con los que me siento en familia y de los que me siento profundamente orgullosa”. comenta.  

Aquí Veloso cierra una trilogía íntima y personal, que inició con Delicatessen (2017) y Quilates (2019), invitando a los espectadores a pasear por el distrito de la Alfama en Lisboa y adentrarse de lleno en la cultura de su país y sus tradiciones.

-¿Por qué la necesidad de profundizar en sus raíces justo ahora?

-Desde hace tiempo sentía la necesidad de reivindicar mi mitad portuguesa porque, además, curiosamente todavía hay quien se sorprende cuando se entera. Quería contar que cantar, bailar o tocar no es una cuestión de sangre, sino que le pregunten a Paco de Lucía hijo de madre portuguesa, al maestro Granero o a la familia Greco... Aunque, desde luego, para mí criarme en esta tierra ha sido definitivo para impregnarme de la cultura flamenca. De todas formas, es verdad que ahora, tras la maternidad y después de mucho tiempo sin poder visitar a mi familia, aún tenía más ganas de rendirles este pequeño homenaje y reunirlos a todos en Sevilla.

-¿Qué ha encontrado en común entre la ‘saudade’ (nostalgia) portuguesa y el flamenco?

-Mucho. Siempre que he disfrutado del fado en el barrio alto de Lisboa he sentido una emoción muy similar a la que me produce el flamenco. Así como hay otras músicas que exaltan la alegría, el flamenco y el fado cantan de forma muy parecida a la pena, a la nostalgia... Eso sí, el fado no se baila y en este sentido el reto ha sido intentar darle plasticidad y movimiento con mi cuerpo.

-De hecho, en sus obras es muy importante la estética, ¿cómo ha trabajado en ese sentido?

-Me apasiona aprovechar la magia de las luces, la escenografía, el diseño sonoro... para trasportar al espectador a otro lugar. Por eso trato de cuidar los detalles y que la puesta en escena no sea solo un decorado, sino un hecho artístico en sí. Además, para que encaje en mi cabeza necesito que esté justificado y documentado, algo a lo que me han ayudado los investigadores Norberto Torres y Luis García Yépes hilando estampas que tenía en mi cabeza desde la infancia y dándome las referencias históricas precisa. En Oro sobre Azul hay un viaje a muchas cosas que están en mi recuerdo, como mi Avó (abuela) a la que le dedico una nana, y también un guiño político al paso de la dictadura a la democracia con un homenaje a la Revolución de los Claveles, que cambió la historia reciente del país de mi padre.

"En este momento tan delicado el Instituto Andaluz del Flamenco debería estar más representado que nunca para poder atender, escuchar, alentar y desarrollar programas, ayudas y proyectos para el sector", defiende Veloso

-Además de bailaora, es una artista comprometida y con ideas (se presentó a la dirección del Instituto Andaluz del flamenco). ¿Qué necesita el flamenco con más urgencia?

-¡Muchísimas cosas! Y ya no tanto el flamenco como arte, que desde su declaración por la Unesco está más protegido, sino los artistas, que son los que lo producen y lo sostienen y los más frágiles, como se está viendo ahora con la pandemia. Estamos en un momento muy delicado en el que, por cierto, una institución como el Instituto Andaluz del Flamenco debería estar más representada que nunca para poder atender, escuchar, alentar, desarrollar programas, ayudas, proyectos, diversificar, internacionalizar y servir de sostén del sector.

-Porque, en las circunstancias actuales, ¿cómo se mantiene una compañía propia?

-Con muchísimo trabajo, esfuerzo y riego. Da vértigo pensar que, si no soy capaz de sostener la estructura no seré yo sola la que se deje sin trabajo. Considero que, como en otros sectores, reinventarnos va a ser la única salida para seguir a flote mientras no se abran las fronteras y nos dejen llenar los teatros.

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