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Capilla ardiente Salvador Távora

Távora, el creador admirado, el hombre querido

  • Los asistentes a la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Sevilla recuerdan a un artista único y comprometido que también destacaba por otro rasgo, la bondad 

La capilla ardiente de Salvador Távora en el Ayuntamiento de Sevilla

Casi medio siglo después del estreno de la obra -en unos días, el 15, se cumplirán los 47 años- que tomaba ese concepto como título, Andalucía entona hoy un Quejío. Y lo hace por el responsable de ese mítico espectáculo y por uno de los creadores más grandes que ha dado la región: Salvador Távora. El dramaturgo y director fue despedido este sábado con una capilla ardiente y un emotivo acto en el Ayuntamiento de Sevilla, en el que la Banda de las Tres Caídas y numerosos amigos acompañaron al genio en su marcha. Representantes del flamenco como Antonio Canales, Cristina Hoyos, Pepa Montes o Ricardo Miño, políticos como Alejandro Rojas-Marcos o Antonio Maíllo rindieron homenaje con su presencia al fundador de La Cuadra de Sevilla, un artista único admirado también por su calidad humana.  

Un multitudinario adiós en el que se sucedieron las anécdotas y los recuerdos: sus compañeros en el Teatro Estudio Lebrijano Ángela Mendaro y Pepe García recuerdan "cuando apareció Salvador por Lebrija, en el año 71". El entonces cantaor Távora venía de la mano de José Monleón y Paco Lira. El primero había aconsejado que a ese espectáculo "duro, violento, del sentimiento andaluz" que era Oratorio "le faltaba algo" y se reforzaría con el desgarro del flamenco. Tras probar otras voces, los integrantes de la compañía apostaron por Távora, que "se integró como uno más. No quería hacer el cante y salirse. Él participaba como actor y si en una escena latigaban a alguien a él lo latigaban también", evocan sobre los comienzos del dramaturgo. 

El sector de las artes escénicas daba su último adiós a un maestro al que también había tenido como compañero de viaje. Creadores y directores de teatro como Pedro Álvarez-Ossorio, de La Fundición, José María Roca, de La Imperdible, Ricardo Iniesta, de TNT-Atalaya, o Maite Lozano y Jorge Cuadrelli, de Viento Sur, despidieron a Távora, a quien en 2012 la asociación Escenarios de Sevilla dedicó un homenaje en el Teatro Central con el que se inauguraba ese año el Festival Internacional de Artes Escénicas (Fest). Entonces se reivindicó su trayectoria como un ejemplo de "resistencia y compromiso con el teatro y su entorno social, que se mantiene más allá de los nada favorables vientos que soplan para el arte y la cultura en nuestro país". "Hoy se podría decir lo mismo", aseguró Roca, que habló en nombre de los profesionales de la escena en el acto que acogió el Ayuntamiento. 

Ricardo Iniesta aún se asombra ante la humildad que mostraba Távora cuando lo conoció personalmente, en 1986, un día que el creador del Cerro asistió a una función de Así que pasen cinco años. "Un hombre reconocido internacionalmente como él fue a saludarnos, cuando éramos todavía una compañía emergente", señala el director, que se siente afín a ese "tomar parte por los desheredados" y su rechazo "al poder, a lo oficial" que caracterizaban al director de La Cuadra.   

El alcalde de Sevilla planea una escultura que recuerde al dramaturgo en su barrio, el Cerro del Águila

Por la capilla ardiente pasaron también actores que se habían puesto a sus órdenes. Carlos Cabra lo hizo en varios montajes, entre ellos en Las bacantes o Rafael Alberti, un compromiso con el pueblo. El intérprete valora que "tenía muy claro su lenguaje, no en vano inventó uno nuevo. Era muy meticuloso en la geometría, en el compás. Tenías que adaptarte a su universo", detalla. Otra actriz, Mila Fernández, no trabajó con el veterano, pero agradece haberlo tenido "como espectador en las obras que interpretaba", dice, antes de destacar la curiosidad y el interés que demostró Távora por las generaciones que iban tras él. "Asistía a todo lo que se hacía", celebra Fernández.   

El antropólogo Isidoro Moreno prefiere pensar que Távora "seguirá vivo" y se incomoda ante la perspectiva de que adquiera la categoría de mito. "Hay que tener cuidado con los mitos y los símbolos, porque acaban siendo referencias-florero, y a Salvador no le gustaría ser florero de nada", opinó el catedrático. "Se ha muerto un grande, como cuando murió Carlos Cano", añadió el especialista, que cree que si La Cuadra conmovió al mundo entero se debió a que Távora labró su imaginario desde las raíces. "Chéjov decía que si querías ser universal hablaras de tu aldea. Y eso es lo que Salvador hizo", comentó. 

Para Isidoro Moreno, "los mitos acaban siendo referencias-florero. Hay que tener cuidado porque a Távora no le gustaría ser eso"

Las nociones de genialidad y compromiso asomaban constantemente en las declaraciones que se hacían. Para Alfonso Guerra, una de las muchas personalidades que visitaron el Ayuntamiento de Sevilla para mostrar respeto al creador, el responsable de montajes emblemáticos como Quejío o Andalucía amarga "era un artista, tenía un sentido plástico extraordinario, y él, además, concebía el teatro como un comando social. Luchaba por sus ideas y las trasladaba al escenario, pero además lo hacía muy bien. Cogía expresiones artísticas populares convirtiéndolas en alta cultura. Y así tuvo un éxito fantástico en España, pero sobre todo en Europa".

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, no faltó al Consistorio pese a que la víspera había acudido también al tanatorio. "Admiro la valentía de su compromiso y su grandeza como persona", expresó sobre "un hombre de espíritu renacentista que supo bordar todas las disciplinas del arte", consideró. 

De este "creador único" que "nos hizo ver lo importante que es el orgullo por nuestras raíces", el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, destacó además otra virtud: que era "una persona cordial, que transmitía bondad". El primer edil acompañó al director a Valencia, en 2017, cuando le concedieron el Premio Max de Honor. "Seguía siendo un activista, alguien que debía movilizar conciencias. Muchos de los mensajes y ese proyecto de vida que tuvo van a continuar vigentes. Trabajaremos para que su recuerdo esté presente. En forma de una escultura en su barrio del Cerro o a través de otros homenajes, así lo haremos", prometió Espadas.   

Hablar de Távora es, inevitablemente, hablar de Andalucía y de su sentimiento de pertenencia

El delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, se sumó al duelo y admitió tener "un cariño especial a Távora que proviene de mi etapa en el Ayuntamiento de Sevilla, cuando trabajamos con él para poner en marcha su teatro en el Cerro del Águila", expuso. 

La amplia presencia institucional contrasta sin embargo con un hecho que remarcó con dolor el líder ecologista y amigo del desaparecido Paco Casero: que Távora se va sin ser "hijo predilecto de esta tierra" ni "doctor honoris causa" en la Universidad de Sevilla. 

Hablar de Távora es, inevitablemente, hablar de Andalucía. Tanto el ex Defensor del Pueblo Andaluz José Chamizo como el director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez, resaltaron el fuerte sentimiento de pertenencia que vinculaba al autor a su tierra. "Luchó durante el franquismo para señalar al pueblo que la resignación no era un buen camino para lograr una Andalucía democrática. Y después de llegar la democracia ha seguido espoleando las conciencias, diciendo que Andalucía se había dormido. Ése es su legado, más allá de su estilo, su forma de teatro", defendió Chamizo. Téllez, por su parte, definió como "esencial" su "vocación de ciudadanía andaluza. En un tiempo en el que algunos quieren abolir el andalucismo por decreto, él representaba un momento en el que la bandera andaluza no colgaba de los balcones sino de las solapas de los hombres y las mujeres que creían en ella. Y ahora no está Salvador, pero tampoco están las banderas".

Una certeza sobrevolaba su despedida: además de un creador genial, Távora fue un buen hombre

Más allá de su talento revolucionario y de su compromiso político, la despedida a Távora sirvió para reincidir en la enorme humanidad del artista. Su hija, Pilar Távora, paralizada por la emoción, no podía hacer valoraciones sobre su trayectoria. "Yo lo veo ahora como mi padre, no lo puedo ver de otra manera. Conozco la trascendencia, la importancia de lo que nos ha dado como persona y como artista, su coherencia y su conciencia, pero hoy no puedo ser sin embargo más que su hija, una hija a la que se le ha ido su padre". Su productora Lilyane Drillon aplaudió la lección que dejaba el homenajeado, la de amar tus raíces sin perder el sentido crítico y dejar de apreciar toda la diversidad que reserva el mundo. Gracias a todos los países que visitaron en sus giras, explica Drillon, "muchos de los que han pasado por La Cuadra dicen que esa vivencia les cambió la vida". Una certeza sobrevolaba su despedida: Távora fue, además de un creador genial, un buen hombre. Un amigo suyo, Paco López, tomó el micrófono para verbalizarlo ante el féretro que contenía sus restos: "Fuiste una gran persona. Y por eso te quería la gente".

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