La catequesis de los muros y las bóvedas
Enrique Valdivieso, Magdalena Illán, Lina Malo y Antonio Santos publican su investigación sobre la pintura mural sevillana del siglo XVIII, un fenómeno sin parangón en el resto de España
A partir de 1700 Sevilla dio un impulso extraordinario a la decoración de los muros y bóvedas de los interiores de las iglesias para, desde allí, lanzar mensajes espirituales a los fieles. Pintores como Lucas Valdés, Domingo Martínez y Juan de Espinal se contaron entre los más creativos a la hora de abordar estas coloristas catequesis que trataban temas devocionales, de penitencia y arrepentimiento. "En Sevilla se empleó siempre la técnica de la pintura al temple para revestir los templos con repertorios iconográficos que, además de propagar la fe, lograban espléndidos efectos decorativos", explica el catedrático de Historia del Arte Enrique Valdivieso, autor junto a los profesores Magdalena Illán, Lina Malo y Antonio Santos de la monografía Pintura Mural Sevillana del siglo XVIII que acaba de publicar en edición no venal la Fundación Sevillana Endesa. El libro recoge la intensa investigación acometida desde 2009 por los cuatro estudiosos gracias a una beca I+D.
Los datos e imágenes que han recopilado permiten valorar y hacer justicia a este singular proceso artístico que, hasta su extinción en torno a 1780, revolucionó la capital y la provincia (Juan de Espinal, por ejemplo, hizo maravillas en la iglesia de San Francisco de Utrera). "El auge de la pintura mural en la Sevilla del XVIII fue un fenómeno sin parangón en el resto de España, al menos en cantidad de creaciones", defiende Valdivieso.
Entre esas obras maestras figuran las pinturas murales de Lucas Valdés para la iglesia del Hospital de los Venerables (cuya ejecución comenzó su padre, Juan de Valdés Leal) y para la cúpula de San Luis de los Franceses, y también las creaciones de Domingo Martínez para la capilla doméstica de San Luis -con sus alegorías de la sabiduría de la orden jesuítica- y para San Telmo, donde se explayó en motivos marinos alusivos a las enseñanzas que allí se impartían como sede del colegio-seminario de la Universidad de Mareantes. La tendencia descuella igualmente en el camarín de la Virgen de las Aguas de la iglesia del Salvador que pintó Francisco Miguel Ximénez, en la antigua capilla del Dulce Nombre de Jesús y la iglesia de San Pedro de Alcántara (en la actual calle Cervantes), así como en los efectos de perspectiva aérea que Espinal creó para la capilla del convento de Santa Rosalía y la cúpula de la escalera del Palacio Arzobispal.
Los autores analizan además el estado de conservación de estas obras, "que en muchos casos es bastante precario debido a que, con el paso del tiempo, la cola que se empleaba como aditamento provoca que la pintura al temple se descascarille y desprenda fácilmente", alerta Valdivieso, que ya publicó con Endesa sus apreciados estudios sobre Pedro de Campaña y la pintura romántica sevillana.
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