Chucho Valdés: “Podrías vivir 2000 años y seguirías aprendiendo; la música es una espiral que no termina”
CHUCHO VALDÉS | Músico
A sus 83 años, recién coronado con su 14º Grammy y reconocido como NEA Jazz Master 2025, Chucho Valdés llega a Sevilla con su Royal Quartet para presentar ‘Cuba & Beyond’ en el festival Insólito. El pianista cubano habla de su legado, de la raíz común que une al jazz, al flamenco y a las músicas afrolatinas, y de un futuro creativo que —dice— sigue tan abierto como el primer día
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Cuando hablé con Chucho Valdés hace unos días tenía en su poder 13 Grammys. Hoy, que se publica la entrevista, ya tiene 14 porque en la noche del jueves al viernes le concedieron en Las Vegas el Premio Latin Grammy 2025 al Mejor Álbum de Jazz Latino por su disco Cuba & Beyond, grabado con su formación de Royal Quartet, que es precisamente el que viene a presentar a Sevilla el próximo día 24 en el Cartuja Center, dentro de la programación del festival Insólito.
Con una trayectoria que abarca más de seis décadas, es una institución viva de la música. Heredero de una saga familiar encabezada por su padre, el legendario Bebo Valdés, Chucho ha sido el arquitecto de un sonido propio que funde con maestría inigualable el jazz, la tradición clásica y las raíces afrocubanas. Fundador del seminal grupo Irakere, con el que revolucionó la escena musical en los años 70, su nombre es sinónimo de virtuosismo, innovación y la máxima calidad artística. Valdés encarna la esencia de un músico total, un creador insaciable cuya curiosidad no conoce límites y cuyo piano sigue dialogando, con la misma pasión del primer día, con todas las músicas del mundo.
Pregunta.-Chucho, su biografía comienza con una genealogía de pianistas: su padre, Bebo Valdés; su madre también pianista. Usted ya tocaba de oído a los 3 años. ¿Cuándo dejó de ser el hijo de para convertirse en usted mismo, y cómo vivió ese pasaje?
Respuesta.-Realmente, cuando uno comienza —que para mí era como un juego—, la guía es quien te enseña. En mi caso, era mi padre, que era también mi maestro, mi amigo, todo a la vez. Todo fue muy fluido. En las primeras etapas, uno aprende con los ojos de su padre. Pero un día, papá me dijo: Oye, te sabes toda mi música y estoy orgulloso, pero en un futuro tienes que buscar tus propias cosas. Con el tiempo, me encontré a mí mismo a partir de mis propias ideas. Creo que fue cuando compuse Mambo Influenciado, que tendría unos 22 años. A partir de ese tema nació Chucho. Pero siempre digo que ese proceso es continuo.
P.-En su estatus de leyenda viviente, ¿qué espacio queda para la sorpresa, la duda, el error, para seguir sintiéndose aprendiz?
R.-Me siento aprendiz todo el tiempo. Uno sigue investigando, encontrando cosas nuevas. Nunca se termina de aprender. Podrías vivir 2000 años y seguirías aprendiendo, porque la música es como una espiral que no termina. Siempre salen cosas nuevas, es como la medicina. Si usted sigue el camino, no para nunca.
P.-La música cubana, el jazz, la clásica, el rock, conviven en su universo creativo. ¿Cómo logra que esas lenguas tan distintas hablen entre ellas sin que una pierda su acento propio?
R.-Porque todas son compatibles. Todos esos géneros tienen una raíz común, que es la influencia africana en América. Todo el rock, la música caribeña, incluso la de Sudamérica, tiene mucha influencia de África. Hay una raíz común a partir de la cual todo tiene una relación, más cercana en unos que en otros, pero que al final les sirve para dialogar y entenderse.
P.-¿Qué le queda por explorar?
R.-¡Mucho! Ahora estoy inmerso en el proyecto Chucho Valdés Sinfónico. Es una serie de obras que he compuesto para orquesta sinfónica con mi cuarteto, con raíces en el jazz, el blues y la música afrocubana de todos los tiempos. Es un proyecto fantástico que me tiene muy ilusionado.
P.-Precisamente, viene usted a Sevilla con su cuarteto: El Negro, Gola y Vizcaíno, con los que forma el Royal Quartet. Sobre la base de su disco Cuba and Beyond, ¿va a rescatar algo especial: un tema viejo que no ha tocado en años, un nuevo reto que presentar?
R.-Es cierto que trabajamos sobre la base de ese disco, pero siempre incorporo temas nuevos. Los voy probando para ver cómo funcionan con el público y a nivel musical. Así que en el concierto habrá de todo, es la magia del directo.
P.-En directo, ¿cómo decide entre lo escrito y lo libre, entre la estructura y la improvisación? ¿Cuál es el momento del show donde se siente libre y cuál en el que reivindica ser disciplinado?
R.-La parte disciplinada es cuando tocas el tema, que hay que respetarlo. Pero el tema es, como decimos los cubanos, un bien forzado: es el libreto que te da la base para empezar a abrir tu mente e improvisar. Ahí es donde comienza el trabajo de la imaginación de cada músico. Diría que hay un 90 % de improvisación sobre el 10 % que es el tema base. Y lo más bonito es que ningún concierto es igual.
Duke Ellington, Paco de Lucía, Chopin; todo es parte de mi trayectoria"
P.-Acaba de ser distinguido con el NEA (National Endowment for the Arts) Jazz Master 2025, el mayor honor que Estados Unidos concede a músicos de jazz. ¿Cómo lo asume un artista que viene de otra cultura, de otra tradición?
R.-Para mí fue increíble. El jazz es música afroamericana y mi raíz es afrocubana, por lo que hay un punto de partida que se comunica muy bien. Este es el premio más importante, sí. Ver que ahí están leyendas como Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Duke Ellington, Miles Davis, Keith Jarrett... lo más grande de la historia. Recibir un reconocimiento de ese tipo, el máximo, fue muy emocionante. No me lo podía creer.
P.-Cuando alguien dice afrocubano, muchas veces lo asocia a cliché o exotismo. Usted ha vivido esa categoría desde dentro, ¿cómo la redefine, la subvierte, la hace suya?
R.-Es un término de identidad, pero a veces se olvida que nosotros también tenemos raíces eurocubanas. Somos descendientes de españoles, y el flamenco, por ejemplo, está en Cuba. No estamos limitados solo a lo afrocubano. Mi padre ya grabó Lágrimas Negras con Diego el Cigala, que es flamenco. Siempre he hablado también del eurocubanismo. Y muy pocas personas conocen que grandes músicos españoles fueron profesores en Cuba y que enseñaron mucho. Hubo también profesores franceses, holandeses, en los siglos XVIII y XIX. Conozco y abrazo también toda esa herencia.
P.-Para terminar, ¿qué melodía le ronda ahora mismo por la cabeza?
R.-¡Oh, esa pregunta es difícil! Me rondan muchas cosas. No soy un músico atado a una sola cultura. Estudié piano clásico. A veces pienso en Duke Ellington, otras en Paco de Lucía y otras en Chopin. Todo es parte de mi trayectoria. Ahora, con el proyecto sinfónico, el campo está más abierto que nunca. La espiral continúa.
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