Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

La brigada de la cocina | Crítica

Las mismas habas cocidas

Una imagen del filme 'La brigada de la cocina'.

Una imagen del filme 'La brigada de la cocina'.

Lo veíamos hace una semana en la española Llenos de gracia: una monja tan cascarrabias como entrañable redimiendo a una pandilla de huerfanitos a golpe de balón, empatía y motivación. Desde Francia, La brigada de la cocina sigue una misma fórmula estándar de comedia de buen rollo y mensaje social cambiando a esos huérfanos por inmigrantes menores no acompañados y el fútbol por la nouvelle cuisine, ahora bajo los mandos de una chef malhumorada (Audrey Lamy) que ha dejado el mundo de las estrellas Michelín para hacerse cargo de la cocina de un centro de acogida donde tomará conciencia de la realidad e impulsará un curso que ofrezca un oficio y un futuro a los chavales.

La cinta que dirige Louis-Julien Petit (Las invisibles) sigue así su trayecto teledirigido en el trazo amable de sus criaturas, con las aristas de lo real siempre bien pulidas para que nada moleste demasiado, y en esa escalada de buenos propósitos, didactismo y mensaje pro-multicultural que hará las delicias de la progresía o servirá de azote al discurso racista de la ultraderecha a golpe de lecciones de cocina exprés como método de integración y, ya de paso, con unos apuntes satíricos a propósito de los concursos televisivos entre fogones.