Las manos que (se) hablan

Las letras de Jordi | Estreno en Márgenes

Una imagen del documental 'Las letras de Jordi', disponible desde hoy en Margenes.org
Una imagen del documental 'Las letras de Jordi', disponible desde hoy en Margenes.org

Ficha

**** 'Las letras de Jordi'. Documental, España, 2019, 71 min. Dirección: Maider Fernández Iriarte. Guion y montaje: Maider Fernández Iriarte, Virginia García del Pino. Fotografía: Maider Fdez. Iriarte y Carlos Muñoz. Con: Jordi Desquens, Maider Fernández Iriarte.

Jordi tiene 51 años, nació con una parálisis cerebral que lo mantiene postrado en una silla de ruedas y le impide hablar con claridad. Con todo, se comunica con su madre o habla por teléfono en la residencia donde ahora vive. Para hacerse entender, utiliza una tabla con las letras del alfabeto, los números y los signos con los que construye palabras y frases señalándolos con el dedo.

Maider Fernández Iriarte se acerca a él desde esas manos que señalan, filmándolas de cerca en sus esforzados movimientos, que ella ha conseguido descifrar y sintetizar sin necesidad de que complete cada palabra. Se asienta así el dispositivo sobre el que este documental va construyendo poco a poco un hermoso diálogo, una amistad, quién sabe si una pequeña historia de amor, una relación entre preguntas y respuestas en la que la cineasta espera siempre paciente el tiempo necesario para completar el sentido. Bajo sus torpes gestos, aflora un Jordi sensible que ha perdido la fe y ve películas religiosas esperando una señal, un hombre autoconsciente de su enfermedad y de la carga que supone para sus padres y que aún confía en la virgen de Lourdes para recuperar su vínculo con Dios.

Y a Lourdes vamos con él, con la cámara en el sitio preciso, justo y respetuoso para esperar la revelación, para acompañarlo en su esperanza, en su trance de fe o quién sabe si en su pequeño éxtasis. Al regreso a la residencia así lo cuenta, con las palabras justas, con sus manos. El dispositivo seguirá funcionando en casa de la madre, o en la habitación de la cineasta, en una reveladora y emocionante conversación telefónica.

Variaciones sobre una misma idea de puesta en escena y paulatina ampliación del marco que sirven como puerta de acceso a un personaje que no veremos ni oiremos ya más como un ‘discapacitado’ sino como un hombre con la misma necesidad de comunicación y afecto que cualquier otro, un hombre para quien descender una ladera esquiando entre gritos de felicidad tal vez sea el más grande de los milagros.

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