Virginia Maestro. Cantante y compositora

"Me veo como una intermediaria entre una canción y sus oyentes"

  • La intérprete presentará su próximo disco, 'Del Sur', en el Riofest.

  • En el álbum, grabado en Nashville, la jiennense viaja desde sentimientos "viscerales" hasta su lado "más amable" 

Virginia Maestro (Linares, 1982).

Virginia Maestro (Linares, 1982). / Belén Vargas

Virginia Maestro presentará el 28 de septiembre, dentro del Riofest de San Juan de Aznalfarache, su quinto álbum de estudio, Del Sur, el trabajo más minimalista de la cantante hasta la fecha. Un disco que saldrá a la venta el 4 de octubre –antes, el próximo día 6, se conocerá el single de adelanto Disparando– y en el que Maestro, que grabó en un lugar tan icónico como Nashville, desgrana un repertorio íntimo con ecos de blues, soul y otras manifestaciones sureñas.

–Ahora que las redes sociales parecen casi foros para el enfrentamiento entre unos y otros, a usted le ayudaron, sin embargo, a entrar en contacto con el productor Colin Linden.

–Yo le seguía desde hace tiempo porque es el productor de varios discos que me gustaban y el director musical de la serie Nashville. No podía imaginarme que por un like que le puse él entraría en mi web y escucharía Roots, el epé que publiqué el año pasado. Que a una persona de su experiencia le llamara la atención lo que yo hacía fue muy halagador. Una semana más tarde hablábamos por vídeollamada, le decía que estaba terminando de componer un disco y que mi sueño era trabajar con él. Y Colin me respondió: Ok, let’s do it [De acuerdo, vamos a hacerlo].

–Linden afirma que le conmovió su forma "humilde" de interpretar, que usted se ponía "al servicio de las canciones".

–Me emocionó mucho que dijera eso, porque yo siempre he creído que un cantante no tiene que darse protagonismo, siempre me he sentido como una especie de canal, de intermediaria, entre una canción y los oyentes. Colin es también muy sencillo, muy amable, no se da importancia.

–Ha grabado el disco en un escenario tan mítico como Nashville. ¿Respondió a las expectativas?

–Había ido dos veces antes a tocar. Hay un clima maravilloso: los músicos y compositores entienden que para enriquecerse hay que compartir con otros compañeros, la gente es abierta y generosa. Y con eso de estar en otro lugar sentía que empezaba de cero, que podía ser yo sin nada marcado de antemano. Allí me despertaba pensando que cualquier cosa podía suceder, como cuando eres niño.

–Hace unos años confesaba que le daba pudor componer en castellano. Pero en este álbum opta por su lengua materna en diez temas.

–Yo había construido mi carrera desde la música en inglés, y parte de ese pudor se debía a que yo misma no tenía muy claro cómo me expresaría en español. Son sonoridades, acentuaciones distintas, y no sabía si podría hacerlo. En la misma medida que ese reto me daba reparo también me atraía. Sentarme con mi libreta y mi guitarra y buscar qué quería contar me estimulaba. Empecé a mezclar esas influencias de la música americana con lo que oía de pequeña, como Los Panchos o Antonio Machín. Y, ya puestos, lo mezclé como en una coctelera con Gaby Moreno, Coque Malla, Natalia Lafourcade... Son autores que tienen como denominador común la sencillez y la elegancia. Para mí era importante que cada letra fuera directa y honesta. Buscaba comunicarme con una canción de la misma manera en que hablo en una entrevista, en una conversación.

"Tras todo lo vivido, tengo muy claro dónde quiero ir. Saberlo exige renuncias, pero no hago una lectura negativa"

–¿Qué historias salieron en ese proceso creativo?

–En las letras hay dos partes bien diferenciadas. En la primera mitad hablo de sentimientos más viscerales como la melancolía, la rabia, asuntos pendientes que incluso no me había confesado a mí misma. Ha sido muy liberador explorar eso. Y luego viene una parte más tierna, más dulce, más mimosa, que conecta con emociones más positivas. No lo pensé, pero se da un desarrollo coherente en el conjunto. Veo el disco como una historia de superación, la de alguien que deja atrás los miedos, sigue adelante y conecta con su lado más amable.

Virginia Maestro, con su guitarra. Virginia Maestro, con su guitarra.

Virginia Maestro, con su guitarra. / Belén Vargas

–Entre la dicotomía entre industria y música, usted es el ejemplo de que se puede renunciar a los cantos de sirena del mercado y escoger la independencia...

–Cuando empecé era muy niña, muy inocente. Tuve que construirme, y en ese sentido me ayudaron mucho los discos: no sólo en lo musical, sino a nivel personal. Cada uno corresponde a una etapa vital muy marcada. Y hoy, después de todo lo vivido, tengo muy claro adónde quiero ir, por qué voy a unos sitios y no a otros. Saberlo cuesta muchas renuncias, pero no hago una lectura negativa de ello. La clave es encontrar tu sitio, estar a gusto contigo. Ahí estoy yo ahora. Si te encuentras en ese estadio, puedes contarle lo que sea al que te escuche.

–Ha hablado varias veces de la comunicación con el público, algo que a usted le importa especialmente.

–Adoro romper esa barrera imaginaria entre la artista, que en este caso soy yo, y los espectadores. Tras 11 años creo que tengo un público muy fiel: prueba de ello son los crowdfundings que he emprendido. Cuando alguien te compra un disco que aún no ha escuchado, no hay prueba de fe, de confianza más grande que ésa. Que respalden tu proyecto no es sólo una cuestión económica, es un apoyo que va más allá de lo material.

–¿Qué tiene pensado para su actuación en el Riofest?

–Me voy a subir al escenario con una banda con la que no había coincidido todavía, con sección de viento, coristas, cuatro músicos... Presentaremos el nuevo disco pero también haremos viejos temas. Coincidir con Luz Casal, Raimundo Amador, Tequila, intérpretes y grupos que forman parte de la banda sonora de mi vida, y que eso ocurra en San Juan de Aznalfarache, en mi tierra, me hace estar ya contando los días que faltan...

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