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La excusa gallega

Una ñoña e insustancial historia de supuestos excéntricos.
Manuel J. Lombardo

25 de mayo 2008 - 05:00

El cartel promocional de Abrígate nos pone sobre aviso. A falta de rostros conocidos y con un director debutante tras la cámara (el gallego Ramón Costafreda), la película nos vende a su guionista, Fernando Castets, autor del argumento de El hijo de la novia, de Juan José Campanella, gran éxito popular del último cine argentino y muestra condensada de un cierta manera de entender la eficacia del oficio sin freno para el sentimentalismo y las buenas intenciones.

Muy lejos de los logros de aquella cinta, Abrígate se sitúa en ese peligroso y resbaladizo terreno universal de la comedia poética con toques mágicos (sic), en este caso al servicio de una ñoña e insustancial historia de excéntricos (ojalá) personajes perdidos y hallados (una viuda, el hijo de su pareja, la vecina peluquera, etc.) que reivindican lo gallego (incluida la acepción argentina que se identifica con español) a través de la habitual y recurrente palabrería transoceánica, un torpe y disperso sentido de la narración y una puesta en escena a la que no nos atreveríamos a calificar ni de funcional.

A falta de mejores argumentos, y consciente de su innegable belleza, Costafreda se dedica a fotografiar con deleite a su protagonista, Manuela Pal, quien luce un variado vestuario de primavera-verano y ofrece interesantes poses de cara a la galería.

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