Festival de Cine de Sevilla

La "película en marcha" de Jonás Trueba

  • El cineasta presenta 'Sólo somos' y 'Si vamos 28, volvemos 28', dos piezas de un singular proyecto con jóvenes que "no habla de la adolescencia, sino de cosas que me representan"

El director Jonás Trueba.

El director Jonás Trueba. / Juan Carlos Vázquez

Tras acabar su estupenda La reconquista (2016), a Jonás Trueba le quedó la sensación de estar cerrando una etapa en su filmografía y se preguntó cuál podría ser la inspiración que lo llevara por nuevos caminos. "Me apetecía seguir haciendo cine, pero no sabía cómo", asegura el director sobre esa repentina impresión de agotamiento que le asaltó. La respuesta a sus dudas, paradójicamente, estaba en la película de la que se estaba despidiendo, más concretamente en la amistad que había entablado durante el rodaje con los jóvenes actores Candela Recio y Pablo Hoyos, que interpretaban a los personajes de Francesco Carril e Itsaso Arana de adolescentes.

"Me compré una cámara doméstica y decidí rodar con estos chicos", cuenta Trueba. Pero en la nueva colaboración con los intérpretes la dinámica sería distinta: no impondría él un guión. "Quería que me hablaran ellos, que me propusieran cosas", aunque esa idea intimista y modesta fue tomando mayores proporciones con el tiempo. "Me presentaron a amigos suyos, después empezamos a ir a institutos y a plantear conversaciones...", expone el director, que de improviso reunió un abundante material entre "testimonios y pequeñas ficciones" y se enfrentó a una propuesta "monstruosa" en sus dimensiones. Un proyecto sobre la adolescencia que responde al título de Quién lo impide –una letra de la canción de Rafael Berrio que cerraba La reconquista– y que está dividido en cuatro películas que el propio Trueba aún no atina a definir: "Ni siquiera yo sé si llamarlas películas, diría que el conjunto es una película en marcha, una película abierta", defiende.

Trueba, que también es este año miembro del jurado de la Sección Oficial, presenta este viernes dos de las obras surgidas de ese experimento: Sólo somos (que se proyecta en el Nervión Plaza a las 17:30), donde un grupo de adolescentes empiezan a verse como personajes de ficción y a construir una película futura, y Si vamos 28, volvemos 28 (también en el Nervión a las 19:45), el retrato del viaje de fin de curso de una clase de Bachillerato. Las cuatro piezas que conforman Quién lo impide se programaron en una velada en junio en las Naves Matadero Madrid que Trueba rememora como "uno de los días más felices" en su vida.

"Nos planteamos el reto de la normalidad. Los jóvenes se quejaban de que el retrato de la adolescencia en el cine era tremendo", dice Trueba

En la aventura de Quién lo impide, Trueba alcanzó, dice, algunos "descubrimientos". Entre ellos, que pese a acercarse a las preocupaciones e intereses de los jóvenes, el proyecto "no habla en realidad de la adolescencia, sino de cosas que me representan. La amistad, el amor, la forma de estar en la sociedad, la política o el sexo, los temas que nos atañen a los adultos", revela el cineasta, que en un encuentro con los periodistas estuvo acompañado ayer por el historiador y documentalista Luis E. Parés, uno de los actores de su filme Los exiliados románticos.

Entre los retos que se marcaron Trueba y sus colaboradores estuvo el decantarse por la "normalidad. Me decían que el cine siempre retrata la adolescencia desde un punto de vista tremendo, se quejaban de que los personajes se querían suicidar o matar a su padre y no sentían que se reflejaban sus vidas en esas películas".

Con la libertad de un proyecto que no se atenía a pautas marcadas de antemano, Trueba ha recobrado la ilusión y promete "más piezas: tenemos aún mucho material y voluntad de seguir filmando. Y con todo esto haremos una película futura que se llamará, sí, Quién lo impide".

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