La “habitación propia” de Concha Ybarra
El Espacio Santa Clara acoge una muestra donde se recorren los últimos 25 años del trabajo artístico de la sevillana Concha Ybarra que se podrá visitar hasta febrero de 2026
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La ficha
‘Una habitación propia. Concha Ybarra’. Concha Ybarra. Espacio Santa Clara (calle Becas S/N, Sevilla). Hasta el 22 de febrero de 2026.
Una habitación propia. Concha Ybarra, aludiendo a la conocidísima obra de Virginia Woolf, plantea un recorrido más temático o atmosférico que cronológico por los últimos 25 años del trabajo de la artista Concha Ybarra (Sevilla, 1957). La exposición ha sido comisariada por Cristina García y ocupa la planta baja y el cuarto alto del Espacio Santa Clara. Con esta exposición y tras las muestras de José Luis Mauri (Sevilla, 1931) y Curro González (Sevilla, 1960), la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla sigue poniendo en valor las trayectorias de artistas sevillanos con carreras consolidadas en este espacio histórico cercano a la Alameda de Hércules.
En la muestra se recogen trabajos pictóricos, en papel, cerámicas, piezas textiles e incluso bocetos, divididos en ocho secciones. En ‘Instantes cotidianos’ aparecen las obras más tempranas presentes en la muestra (anteriores al 2000) y evidencian una gran primera evolución: de los bodegones naturalistas presentes en su primera exposición (en la galería Félix Gómez), a una pintura que entre 1999 y 2002 va engendrando un lenguaje más personal, más onírico, donde una pincelada más libre, de algún modo, desdibuja las fronteras entre la figuración y la abstracción. En esta sección la pintura aparece como un ejercicio casi lúdico, donde la propia búsqueda constituye un cuerpo narrativo en la obra de Concha Ybarra.
‘Horizontes y recorridos’ plantea la influencia del paisaje y los viajes en su obra y cómo la memoria y lo simbólico hacen transitar la pintura entre lo externo y lo interno. ‘Presencia y gestos’ es una de las secciones más peculiares de la muestra en tanto que reúne obras donde la figura y el retrato prevalecen sobre el resto de elementos (algo bastante excepcional en el trabajo de Ybarra). Dichos retratos emergen desde una intención más emocional o afectiva más que representativa. En ‘Secuencia variable’ se muestra una serie de serigrafías intervenidas pictóricamente, poniendo de manifiesto la capacidad de transformación a través de la pintura.
En la obra de Concha Ybarra, lo orgánico es la forma de insinuar, de dejar intuir una cadencia habitada por el silencio y la memoria, los afectos y las ensoñaciones.
En ‘Memorias de transformación’ aparecen los trabajos textiles, donde lo artesanal y lo artístico convergen a través de lo ritual o la tradición. En esta sección se aprecia cómo la artista incorpora en sus trabajos elementos encontrados, lo cual evoca a su vez la memoria colectiva de la que emergen la tradición y el rito. En ‘La pintura como refugio’ vuelve a materializarse otra de las grandes evoluciones en la obra de Concha Ybarra, una serie de cambios que le han acercado a su trabajo actual. En esta etapa, vinculada a la pandemia de Covid y el confinamiento, la artista logra una pintura muy equilibrada y poética en los formatos pequeños, mientras que en los formatos más grandes, el simbolismo y la geometría estructuran el desarrollo pictórico. En ambos casos la pintura aparece de un modo más calmado y meditado.
En ‘Lo esencial’ se presentan los últimos trabajos pictóricos de la artista. En esta etapa, la pintura calmada de la etapa anterior se desarrolla de un modo más libre, las composiciones, siendo más abiertas, se sostienen en el equilibrio casi poético que le otorgan el ritmo y el color latentes en la obra. La figuración se desdibuja casi por completo, dando peso a la propia narrativa que se engendra en la armonía entre composición, color y ritmo de la propia pintura. Por último, ‘De barro: transformaciones y fragmentos’ atiende a la obra cerámica de Concha Ybarra, obra que ha estado muy presente en la última década en el trabajo de la artista. En su cerámica no sólo se sintetizan ciertos elementos presentes en su pintura, sino que dichos elementos se apoderan del espacio, lo habitan de un modo peculiar. En alguna de estas piezas conviven las memorias del objeto creado y del objeto encontrado, generando una narrativa donde vuelve a aparecer la idea de lo ritual y del arte como convergencia entre lo externo y lo interno.
Una habitación propia. Concha Ybarra es una invitación a adentrarse en ese espacio íntimo, pero no hermético, desde donde la artista ha ido desarrollando su obra. Una obra que sin buscar el refinamiento de la pincelada, halla lo poético desde lo orgánico; una obra donde lo orgánico no sólo se manifiesta en la materia, sino en cómo esta se estructura a través de una composición y un uso del color que hacen vibrar la pintura a un ritmo calmado pero expresivo, lírico. En la obra de Concha Ybarra, lo orgánico es la forma de insinuar, de dejar intuir una cadencia habitada por el silencio y la memoria, los afectos y las ensoñaciones.
Así, la muestra propone al espectador transitar la obra de Concha Ybarra a través de un recorrido marcado por el propio carácter evocador y onírico de la obra, permitiendo una mirada que va hacia atrás y hacia delante, hallando aquellos elementos (formales o técnicos) que aparecen, desaparecen o permanecen a lo largo de la trayectoria de la artista.
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