Javier Gilabert, Premio Rafael de Cózar Universidad de Sevilla de Poesía
El jurado elige por unanimidad 'El magisterio de los árboles' por su "madurez" y "sensibilidad".
El autor granadino Javier Gilabert ha ganado el Certamen de Letras Hispánicas de la Universidad de Sevilla Rafael de Cózar, en la modalidad de poesía, con su obra El magisterio de los árboles. Un jurado compuesto por Luis R. Méndez Rodríguez, director general de Cultura y Patrimonio de la Universidad de Sevilla, la editora Christina del Castillo-Valero, el poeta Jacobo Cortines Torres y el jefe de Servicio de la dirección general de Cultura y Patrimonio de la Universidad de Sevilla, José Antonio Fernández Cruz, eligió por unanimidad un libro que, según el fallo, "refleja una gran madurez, muestra sensibilidad y delicadeza y la métrica empleada está bien elaborada". El galardón tiene una dotación económica de 3.000 euros e incluye la publicación del poemario en Espuela de Plata, sello que pertenece al grupo de Editorial Renacimiento.
Javier Gilabert (Granada, 1973) es maestro Avemariano. Ha publicado dos libros de poemas en solitario, En los estantes (2019) y Todavía el asombro (Premio Blas de Otero-Ángela Figuera, 2023), y Sonetos para el fin del mundo conocido (2021) y Bajo el signo del Cazador (2021) junto a Diego Medina Poveda y Fernando Jaén, respectivamente. Es copromotor de Granada no se calla (2018) y coeditor de Versos al amor de la Lumbre (2020) y de Para decir amor, sencillamente, antología-homenaje a Rafael Guillén (2021), El tiempo, lo soñado y lo real. Homenaje a José Ignacio Lapido (2023) y Orillas de los ríos. Antología poética 2004-2024 de Tomás Hernández Molina, entre otros. Sus poemas aparecen en varias antologías y revistas. Ha recibido premios como el Blas de Otero-Ángela Figuera, el Isabel Ovín o el Ángel García López. Colabora en las revistas Efe Eme y Culturamas.es y es creador y coordinador del Premio de Poesía Ciudad de Churriana, Paraíso de la Vega y de su festival, el Vegapoética.
El magisterio de los árboles es, según explica su autor, un poemario que explora, desde una voz íntima y reflexiva, el vínculo entre la figura paterna y la naturaleza, erigiendo al árbol como símbolo de la memoria, la transmisión y la resiliencia. El libro se adentra en el dolor de la pérdida del padre, abordando la paternidad y la masculinidad desde una perspectiva renovada y positiva, alineada con las nuevas masculinidades. A través de la contemplación de los árboles y su magisterio silencioso, el poemario invita a una reflexión sobre la vida, la muerte, la transmisión generacional y el cuidado del entorno.
La obra, de lenguaje sencillo y directo pero de alto vuelo lírico, pretende ser accesible a todos los lectores sin renunciar a la calidad poética. La naturaleza y el cuidado del medio ambiente se convierten en protagonistas de la intrahistoria del libro, promoviendo una conciencia ecológica y una ética del cuidado. Asimismo, la presencia de elementos del pensamiento oriental y la filosofía zen -explícitos en haikus y otros poemas, e implícitos en la actitud contemplativa y en el tono del libro- refuerzan un mensaje de autoconocimiento, lentitud y aceptación de la existencia y sus adversidades.
El poemario se organiza en dos grandes capítulos, abiertos de manera especular por los poemas Magisterio y El primer árbol. El primero aborda la pérdida del padre y la importancia de la figura paterna en la formación del individuo, mientras que el segundo se centra en la naturaleza y el árbol como metáfora de la vida y la transmisión. Esta estructura propone una secuencia temporal implícita, que remeda el ciclo vital, del nacimiento a la muerte, y subraya la continuidad entre generaciones y la naturaleza.
La disposición de los poemas, "sin ceñirse a una estructura estrófica fija, favorece el versolibrismo y la libertad formal, pero cada texto está cuidadosamente trabajado en su métrica y ritmo, dotando a la obra de una música interna reconocible. La alternancia de poemas extensos y composiciones breves -algunas de ellas haikus o inspiradas en la poesía japonesa- refuerza la variedad y el carácter meditativo del conjunto", comenta Gilabert sobre El magisterio de los árboles.
Algunos poemas de El magisterio de los árboles
El primer árbol
Un padre es como un árbol. A sus ramas
trepamos por primera vez e hicimos
un nido en el que aún nos cobijamos.
Magisterio
No hay cosa que los árboles no sepan,
ni nada que no enseñen si se atiende,
partiendo del asombro, a su dictado.
De nuevo en esta sala
De nuevo en esta sala en pocos meses,
sentado en otra silla, pero cerca
de un ataúd idéntico, sencillo,
como la ceremonia que hoy oficia
un párroco que suena igual de triste.
Las flores son distintas, aunque ocupan
la misma posición y lucen orlas
de idéntico mensaje: De tus hijos,
tus nietos no te olvidan.
La gente es similar, las mismas caras,
la pesadumbre exacta se repite.
Se calcan las palabras: Dios lo guarde,
qué desgracia, descanse en paz, lo siento,
nos queda su recuerdo para siempre.
De nuevo en esta sala en pocos meses,
apenas soy capaz de distinguir
si acaso no soy yo a quien despiden.
Estelas
Al volar, cada pájaro
va dejando una estela
que empuja levemente al que le sigue.
Es como abrir caminos en el aire.
Los padres, sin saberlo,
tratamos de imitar
esa costumbre.
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