"Nunca he sabido vivir como los demás, y eso te hace sentir solo"
Nach | Rapero
El popular 'mc' publica 'Silencios vivos', su segundo libro, un desahogo íntimo en el que habla sin tapujos de sus mayores temores e insatisfacciones
Rapero de los adentros y las introspecciones que goza de un formidable éxito a ambas orillas del Atlántico donde es seguido por un público fidelísimo, Ignacio Fornés Olmo (Albacete, 1974), más conocido como Nach, se había convertido en un letrero de neón andante. Al menos para todas esas editoriales –son legión– que en los últimos tiempos se han echado en brazos de variopintas figuras de gran popularidad en otras artes o con followers en redes sociales contados al peso para cuadrar los números de sus colecciones de poesía. Tras estrenarse con Hambriento (2016) el músico regresa ahora a las librerías con Silencios vivos (Planeta), un libro en el que, bajo el influjo aún de una agudísima crisis de los 40 que no amaina, da rienda suelta a sus temores y anhelos insatisfechos.
–El paso del tiempo, eso sí que da miedo, ¿no?
–Ya te digo. Ese tema sigue muy presente, y es lógico porque es algo inherente a mí, va siempre conmigo. Aunque diría que, a diferencia del primer libro, en este caso he tenido una sensación de calma a la hora de escribirlo, y eso me ha servido, supongo, para ver las cosas no sé si con más lucidez, pero sí con más claridad.
–Contaba ToteKing que hay tantísimo texto en una sola canción de un rapero, que al mirar atrás es fácil arrepentirse de algo o no reconocerse en casi nada. ¿Le pasa a usted esto?
–Claro, y acepto esos momentos en los que no me reconozco porque entiendo el contexto y la persona que yo era. Es más, me parece bueno que, al ver el recorrido de un artista, se aprecien esos cambios. Lo preocupante sería seguir siendo siempre el que uno era a los 25 años, ¿no? Uno en la vida evoluciona, crece e incluso, por qué no, al contrario, va para atrás, que también es muy humano eso.
–¿Cree que está llegando a un público ajeno al rap o más bien predicando entre conversos?
–A mí me gustaría que el libro llegara a gente de todo tipo, de hecho sé, porque así me lo han hecho llegar, que muchas personas me han descubierto por los libros pese a que mi música o el rap en sí no les dice nada, y eso es una alegría. Pero sé que la mayor parte de la gente me conoce por la música, claro. Sé que existe un prejuicio general contra quienes escribimos este tipo de poesía a lo mejor más sencilla, pero desde luego yo no saco libros porque sea la moda, sino porque aspiro a ser honesto y a decir cosas de verdad.
–Constata usted la extrañeza de contemplar cómo "miles de personas corean una canción" suya "escrita en un momento de soledad absoluta"...
–Pasar de un estado de soledad absoluta y calma a ponerte delante de miles de personas es una sensación muy extrema. Es mágico, pero también abrumador. Antes lo gestionaba peor, era como si la realidad me diese bofetadas, no entendía por qué me había convertido en una persona popular, en alguien capaz de generar un efecto en los demás, y no terminaba de creérmelo. Ahora esa onda expansiva ya no me pone tenso ni me provoca ansiedad, a veces incluso me pide el cuerpo lanzarme a esa vorágine para luego disfrutar más de mi lugar en el mundo, que es la tranquilidad.
–La soledad está muy presente en el libro, muchas veces de manera lacerante. ¿Es uno de sus miedos incurables?
–Creo que sí. Nunca he sabido llevar la línea del resto: cásate, ten hijos, un trabajo estable... Nunca he encajado ahí, nunca he sabido ni querido esa vida, y eso hace que te sientas diferente, incomprendido, un poco solo. Es lo que he elegido, pero eso no significa que no sienta incertidumbre, miedo o vértigo. He tenido experiencias estupendas, viajo mucho, vivo cosas increíbles... Todo eso lo sé, y lo valoro, pero cuando estás en tantos sitios no perteneces a ninguno. Podría haber medido un poco más al escribir, pero quise hablar de esto con todas las consecuencias.
–¿Hace falta mucha fortaleza para asumir las debilidades?
–Cuando uno se acepta como es, se va el miedo y el pudor a mostrarse vulnerable, y me alegro de que sea así, porque no quiero ponerme límites absurdos. El libro podría reflejar partes de mi vida mucho más brillantes o coloridas, que las hay, pero esas no soy capaz de llevarlas a la poesía. Me sale escribir de lo que me carcome.
–"Antes pensábamos mucho y despacio, ahora pensamos poco y rápido". Al final va a ser usted un nostálgico...
–Lo soy, sí. Siento mucha nostalgia por mi niñez, que no cambio por nada, y tuve una adolescencia sin lujos pero que disfruté muchísimo. Todo eso está muy dentro de mí, vuelvo a eso constantemente. Recuerdo mucho, en general, aquella España que salía de la Transición y en la que estaban pasando muchas cosas.
–Un país mucho menos deprimido y ofuscado que el de hoy...
–Pues sí, y mira que yo pertenezco a una familia numerosa de clase media que salió adelante con pocos lujos. Y aun así fuimos bastante felices. Hoy estamos obcecados con el necesito, necesito, necesito. ¿Necesitas o quieres? Porque a mí me enseñaron en casa que una cosa es lo que quieres y otra lo que realmente necesitas. Pero hoy siempre tiene que ser todo más, más, más, más. Y eso es insostenible, tanto en el plano empresarial como en el vital.
–¿Le prestamos demasiada atención a las redes sociales?
–A mí me duele cómo nos estamos dejando informar de una manera que no es la adecuada. Veo tantas cosas en Facebook tan sesgadas, tan manipuladas. En vez de profundizar en las cosas, ese tipo de estímulos nos arrastra hacia actitudes irracionales con respecto a la política, por ejemplo.
–¿Cómo cuáles?
–Bueno, ahí está el auge de la extrema derecha, ¿no? Aunque yo intento pensar, comprender por qué está pasando todo lo que está pasando. Creo que siempre será mejor intentar comprender que llamar hijos de puta a esos votantes. Porque al final lo que hay es un partido político que ofrece una serie de respuestas muy básicas y muy instintivas a cuestiones muy complejas, y yo me estoy esforzando en intentar comprender por qué algunos amigos y conocidos míos han votado eso.
–¿Alguna conclusión?
–Volvemos a lo que decía antes: yo creo que ese auge tiene que ver con este momento tan confuso, en el que la gente está profundamente desinformada... Toda esa gente que piensa que un inmigrante tiene más derechos que tú, por poner un solo ejemplo. Hay tanta mierda corriendo por las redes que la gente prefiere quedarse con ese tipo de cosas supersimples, aunque sean falsas. Es lo que pasa cuando se juega con el miedo de la gente: el ser humano siempre ha sentido miedo y rechazo ante lo que no conoce bien. Yo me considero una persona de izquierdas, o moderadamente de izquierdas, y debo decir que hay también mucha gente de izquierdas que es muy intolerante, por no hablar de la prepotencia de Podemos adobada con chalés. El panorama es... Pero creo que después de dar dos pasos para atrás toca dar otro hacia adelante. Eso espero más bien, porque buena falta nos hace.
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